Dos ciudades cultoras del sinfonismo en los EE.UU.
La Prensa 18-1-22
Escribe: Néstor Echevarría
         
      Una  experiencia harto valiosa de este reciente viaje por los Estados Unidos, del  que dimos cuenta en estas páginas, con funciones presenciadas en el  Metropolitan Opera House de Nueva York, ha sido también la visita , viajando  desde la Gran Manzana, a dos ciudades históricas del país, que tienen mucho que  ver con su proceso independentista.
      La  referencia va para Filadelfia, en el estado de Pensilvania, y Boston, en  Massachusetts. dado que a la vez de los conceptos señalados, su historia, su  entronque independentista en aquellos años de la región de Nueva Inglaterra, en  la Costa Este de la Unión,  detentan  - ya que de música clásica estamos hablando  nuevamente- dos fundamentales centros del sinfonismo .
      En  Filadelfia, por ejemplo, cuna de  la Independencia  y primera capital de los EEUU, fue creada en 1900 la Philadelphia Orchestra,  uno de los baluartes del país, cuya Academy of Music tiene larga fama, y que a  comienzos de este siglo que trascurre  construyó  el Kimmel Center, albergando dos importantes salas, una mayor y sinfónica, el  Verizon Hall, con capacidad para mas de dos mil quinientos espectadores, y una  sala de cámara para 650.,obras  proyectadas  por nuestro conocido  colega uruguayo  Rafael Viñoly, radicado hace muchos años  con   gran actividad en el país del Norte.
      Es  que la orquesta de Filadelfia, dicho así en términos simplificados, detenta una  tradición enorme en ese país, siendo en muchos años dirigida de por Leopold Stokowsky,  nacido en Londres pero de ascendencia polaca e irlandesa,, haciéndose famoso  por “ dirigir a manos libres” como se decía en la época, y luego por el  estadounidense de origen húngaro Eugene Ormandy que aprovechó en la extensión  de sus cuarenta y cuatro años al frente de la orquesta,  de sembrar con sus discos, -valga el concepto-  de pasta de 78 rpm y sobre todo, de vinilo (los clásicos Long Play de 33 rpm)  de grabaciones de gran suceso y calidad, por las disquerías de todo el mundo.
      En  la actualidad es director, tras muchos que ocuparon el podio, el canadiense  Yannik Nézet-Séguin, de quien nos ocupamos en   ocasión de las recensiones  en estas  páginas sobre las funciones recientes   del Metropolitan Opera House, neoyorquino,del cual es director  artístico.
      Y  pasando a Boston, otra  atrayente ciudad  impregnada de este tinte británico desde el vamos, fue fundada en 1630 y  mantiene su tipología urbana y arquitectónica con una pregnancia y perfil de  los orígenes. La antigüedad de su vida musical y  orquestal es dilatada, Su Boston Symphony  Orchestra  fue fundada en 1881 y la sala  de conciertos, el Symphony Hall,  caracterizado  por una excelente acústica y por su tono dorado a la manera de las salas  europeas, data de 1900.
      Unos  años mas tarde que la orquesta mayor, surge la emblemática Boston Pops, que aún  subsiste, con el propósito de promover conciertos de  tipos mas ligeros de música, tan como reza en  sus expedientes fundacionales.. Esta orquesta popular tuvo diecisiete  directores hasta que llegó Arthur Friedler ,bostoniano de origen ,para  activarla y mantenerla durante medio siglo. Otro aporte sin duda de la cultura  propia..
      Una  ciudad donde la prestigiosa Harvard University toma carácter emblemático, donde  la música es siempre un emblema de gran nobleza, y tradición, que en la  presente temporada 2021-22 presenta un programa de 24 conciertos ,  los cuales están a cargo desde hace varios  años pòr su titular, el maestro letón, nacido en Riga, Andris Nelsons, que  fuera discípulo de nuestro tan recordado maestro también letón, Mariss Jansons,  En suma, dos tradicionales ciudades,testimonios de época y absolutamente  vigentes y conservadas, Filadelfia y Boston, que detentan mucho para  testimoniar y para ilustrar,  en suelo norteamericano.

