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En la temporada 2022 del Mozarteum

 

Destacadas interpretaciones por la Orquesta de Liège

 

Teatro Colón

Lunes 27 de junio de 2022

 

Escribe: Andrés Hine

 

Programa:

G. Lekeu - 'Las flores pálidas de la memoria'

F. Chopin - Concierto para piano No. 1 en Mi menor Op. 11

J. Brahms - Sinfonnía No. 2 en Re mayor Op. 73

 

Orchestre Philarmonique Royale de Liège

Director - Gergely Madaras

Piano - Nikolai Luganski

 

Con gran expectativa por parte del público que colmaba la sala principal del Teatro Colón, el Mozarteum presentó, como ya nos tiene acostumbrados, otro concierto de gran envergadura.

 

En esta ocasión se comenzó con una obra muy poco conocida en nuestro entorno - ´Las flores pálidas de la memoria' del compositor Belga Guillaume Lekeu, una obra de estilo romántico de unos 12 minutos de duración, con temas agradables aunque un tanto repetitivos, sin mayores exigencias para la orquesta, pero que sirvió a modo de entrada para que los músicos se puedan acostumbrar a su entorno.

 

Chopin

Al terminar esta obra, comenzó el reacomodamiento de la orquesta y la ubicación del piano al frente del escenario. Con la entrada del pianista Nikolay Lugansky las expectativas del público entraron en crescendo - y no fueron decepcionadas en ningún aspecto. El director Madaras asentó un tempo perfecto para el concierto y manejó con suma eficacia el caudal sonoro de un órgano orquesta que era considerablemente más numeroso del que  estaría a diposición de Chopin cuando compuso la obra. Luganski estuvo cómodamente a las altura interpretativa que la ocasión demandó - tiempos justos, sin apurar pasajes solistas cuando podría haberlo hecho, y en todo momento obteniendo una sonoridad encomiable, claridad y nitidez en todas las notas que emanaban de su instrumento.

 

Sedujo con la belleza y redondez de su sonido, con la calidez de su expresión  e inteligencia constante que se manifestaba en su fraseo. A diferencia de otros grandes conciertos donde el piano y la orquesta tienen aproximadamente el mismo nivel de importancia, el concierto de Chopin tiende a ser un solo de piano con interjecciones de la orquesta, y en este sentido Madaras aseguró que la orquesta mantuviera su rol secundario cuando la partitura lo demandaba.

 

Ante los calurosos aplausos al concluir la obra, Luganski interpretó como fuera de programa un preludio de Rachmaninov, que recibió aun más agradecimiento del público.

 

Brahms

La segunda parte del concierto fue dedicada a la Sinfonía No. 2 de Brahms. Ahora fue el turno de la orquesta para lucirse. Esta composición es una de las más 'alegres' de las obras de un Brahms maduro hasta tal punto que se podría equiparar con la sexta de Beethoven. Fue compuesta durante unas vacaciones veraniegas en 1877, a orillas de un lago, lo cual podría ayudar a explicar su carácter.

 

Nuevamente, la inteligente dirección por parte de Madaras permitió que los diversos instrumentos pudieran desarrollar su potencial - cuerdas con transparencia y vigor, maderas cálidas con nobleza y consistencia y bronces robustos y ágiles, que supieron amoldarse a los requerimientos de cada movimiento. Lo cierto es que hemos gozado y escuchado una gran orquesta, homogénea, precisa, flexible, con rasgos propios y de superior calidad sonora capaz de moverse con idéntica eficiencia en diferentes zona de la partitura.

 

Una vez más el público demostró su cálida aprobación, lo cual fue premiado con un fuera de programa, continuando con Brahms, en una electrizante interpretación de la Danza Húngara No. 5.

 

En conclusión, otro excelente concierto de alto nivel, como es habitual.

 

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