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En el Ciclo Mozarteum 2022

 


Profundidad, Reflexión, Grandeza 

Teatro Colón

Lunes 07 de noviembre de 2022

 

Escribe: Alejandro A. Domínguez Benavides

 

 

Pieter Wispelwey: violonchelo

Programa:

Johann Sebastian Bach - Las seis suites para violonchelo BWV 1007-1012

 

Calificación: Excelente

 

No es frecuente entrar al Teatro y enfrentarse con una tarima solitaria en medio del gran escenario, menos frecuente es aún escuchar las seis suites para violonchelo de Johann Sebastian Bach en una función.

 

El Mozarteum Argentino nos tiene mal acostumbrados porque el ejecutante de este prodigio se presentó con su auspicio por quinta vez en el Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires. Pieter Wispelwey, encargado de llevar adelante esta proeza musical lo hizo con serenidad, sencillez y jerarquía, consciente de que es uno de los intérpretes más destacados de las Suites para violonchelo y quizá, uno de los pocos que ha brindado este extenuante programa en numerosas oportunidades.

 

Nacido en Haarlem, Países Bajos, la diversa personalidad musical de Wispelwey tiene sus raíces en la formación que recibió, desde sus primeros años con Dicky Boeke y Anner Bylsma en Ámsterdam hasta sus estudios con Paul Katz en EE. UU. y William Pleeth en Gran Bretaña. En 1992 fue el primer violonchelista en recibir el Premio de Música de los Países Bajos, que se otorga al músico joven más prometedor .

 

Su carrera abarca los cinco continentes con recitales en el Concertgebouw de Ámsterdam, Londres (Wigmore Hall), París (Châtelet), Buenos Aires (Teatro Colón) y Boston. Ha aparecido como solista con la Orquesta Filarmónica de Róterdam, la Orquesta Sinfónica de la BBC, la Camerata Academica de Salzburgo y la Orquesta de Cámara Mahler, la Orquesta de Cámara de Australia y ha grabado con la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos. Lo cierto es que en el primer lunes de noviembre y en el último concierto del ciclo 2022 del Mozarteum, Wispelwey estuvo solo, con su violonchelo barroco del año 1770 realizado por Pieter Rombout, bueno, solo es un decir, lo acompaño, nos acompañó esta colosal obra de Bach .

 

Sus suites no son principalmente música melódica, su estilo es retórico, habla en lugar de cantar. Muchos intérpretes barrocos tienden a acentuar las notas más bajas, especialmente cuando comienzan o terminan una frase o cuando tocan acordes. Wispelwey evita esto en su mayor parte dando una sensación muy suave a los procedimientos. Las cuerdas pueden resonar libremente con un vibrato mínimo, lo que permite apreciar plenamente la naturaleza polifónica de la música.

 

¿Será porque su objetivo no fue convertirse en un ejecutante barroco, sino en un solista de violonchelo, que pasó años explorando el repertorio de conciertos y los estudios de Popper, Grützmacher y Bazelaire? Aunque se he ganado una reputación por tocar las Suites de Bach, ha interpretado en los últimos veinte años un repertorio que va desde el barroco hasta obras contemporáneas.

 

Sin embargo, su interpretación por momentos adopta la sofisticación de la tradición francesa, la distribución especial del peso, nociones particulares sobre cómo sostener la muñeca, uso sutil de los dedos, mucha concentración sobre cómo iniciar una nota entrecortada, todo logrado con elegancia.

 

El toque ligero y aireado de las cuerdas, el arco enérgico, ágil y bien articulado y los registros inferiores no forzados fueron algunos caracteres destacables de la ejecución. Hubo consistencia de tempos a través de las Suites con enérgicos Courantes y Gigues. Los movimientos de baile fueron todos muy rítmicos, incluso las Sarabandes tuvieron un sentido regular del tiempo sin perder el constante ascenso y descenso de la música con cada frase.

 

El primer Preludio fue interesante porque la primera mitad fue serena y relajante, pero después de la pausa intermedia, Wispelwey aceleró de manera espectacular.

 

La ronquera de las cuerdas de tripa se moderó para que se pueda apreciar el hermoso tono abierto. La afinación fue impecable. Por momentos se podría percibir que había una sutileza intencionada de aterrizar en una nota ligeramente plana y luego ajustarse hacia arriba.

 

En su mayor parte, la interpretación de las suites provocó un clima de relajación Al final, la quinta Suite, que se tocó casi como si el volumen hubiera subido a otro nivel. Las Gavottes se interpretaron con un gran estilo que eclipsó bastante al impresionante Preludio que exhausto interpretó nuevamente como ofrenda al público que con fervor acompaño una velada tan inusual como maravillosa.

 

Alguien escribió: que “decir que la creación musical de Pieter Wispelwey es deslumbrante es un eufemismo de enormes proporciones”. El concierto del lunes siete hizo todo lo posible para confirmarlo como uno de los grandes violonchelistas del mundo.

 

 

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