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Festival Argerich, Concierto de Música de Cámara

 

Martha Argerich: con la energía y la sensibilidad de los grandes intérpretes.

 

Teatro Colón

Sábado 15 de julio de 2023

 

Alejandro A. Domínguez Benavides

 


 Programa:

Parte I

- Noneto para flauta, oboe, clarinete, fagot, corno, violín, viola, violoncello y contrabajo en Mi bemol mayor, Op. 139 de Josef Rheinberger

I. Allegro - Moderato - Adagio - Allegro vivo

II. Menuetto. Andantino

III. Adagio molto

IV. Allegro - Adagio molto - Allegro vivo


FLAUTA: Fabio Mazzitelli, OBOE: Alejandro Lago, CLARINETE: Guillermo Astudillo, FAGOT: Abner Da Silva, CORNO: Gustavo Ibacache, VIOLÍN: Freddy Varela Montero, VIOLA: Adrián Felizia, VIOLONCELLO: Chao Xu CONTRABAJO: Elian Ortiz Cárdena

 


Parte II

- Quinteto para piano en Mi bemol mayor, Op. 44 de Robert Schumann

I. Allegro brillante

II. In modo d’una marcia. Un poco largamente

III. Scherzo: Molto vivace Trio I - Trio II

IV. Allegro ma non troppo

 

VIOLÍN I: Freddy Varela Montero, VIOLÍN II: Tatiana Glava, VIOLA: Fernando Rojas Huespe, VIOLONCELLO: Stanimir Todorov; PIANO: Martha Argerich



Calificación: Excelente



Se han escrito muy pocos nonetos y el de Josef Rheinberger (1839-1901) debe clasificarse entre los mejores. Nacido en Vaduz, la capital de Liechtenstein, es recordado principalmente como el escritor de fugas más consumado después de Johann Sebastian Bach. A la edad de 5 años, el joven Joseph recibió lecciones de piano y órgano de un maestro local. Su talento fue descubierto inmediatamente y fue de una naturaleza tan sustancial que con la ayuda de una beca ingresó al Real Conservatorio de Múnich, donde estudió con Franz Lachner, uno de los amigos cercanos de Schubert y un importante compositor por derecho propio. Rheinberger, quien permaneció en Múnich por el resto de su vida, fue muy solicitado como organista y maestro coral. Eventualmente se convirtió en director de la importante Sociedad Coral de Múnich y se desempeñó como entrenador de canto en la Ópera Real, donde conoció a Wagner. También enseñó en el Conservatorio Real, donde ocupó el cargo de profesor de composición durante casi cuarenta años. Durante su vida, Rheinberger fue un compositor muy respetado, generalmente clasificado después de Brahms y Wagner como el compositor alemán vivo más importante. Además, también, generalmente considerado como el principal profesor de composición. Entre sus muchos alumnos se destacaron Humperdinck, Wolf-Ferrari, George Chadwick, Robert Kahn y Wilhelm Furtwangler.

 

Los primeros compases del primer movimiento del noneto, Allegro, dan a conocer el tema principal que cuando entra el viento unos compases más tarde suena muy beethoviano. El segundo,bastante atractivo fue presentado por primera vez por el oboe. El segundo movimiento, Minuetto, Andantino , es una versión actualizada de un minueto rococó. La sección del trío tiene un material melódico atractivo, así como un pasaje de puente de pizzicato muy inteligente. El tercer movimiento, Adagio molto, es claramente el centro de gravedad del noneto. El atractivo tema principal es amplio y pausado. El segundo es atractivo tiene al último Schubert como antecedente. El final, Allegro, está lleno de melodías animadas. La apertura comenzó a la manera mendelssohniana con varias semicorcheas ascendentes y descendentes. Varios ceremoniosos toques de corno interrumpen el fluir de la música antes de que aparezca una melodía fresca y un tanto siniestra, entregada primero al fagot y luego al violonchelo. Pero Rheinberger no permite que continúe por mucho tiempo y marca el comienzo de un estado de ánimo alegre con un tercer tema vibrante. Fue un gran acierto incluir a un autor tan importante de la música alemana como poco programado en nuestras salas de conciertos. Los maestros a cargo de la ejecución de la obra lograron momentos de profunda belleza y demostraron no solamente una solvencia técnica sino una fina y armoniosa sensibilidad.


Terminado en cuestión de semanas y dedicado a su mujer Clara, el Quinteto para piano en Mi bemol mayor, Op. 44 virtualmente, Schumann crea un nuevo género musical al agregar el piano al cuarteto de cuerdas de antaño. Esta combinación solo fue posible gracias a los avances significativos en el diseño de aquel instrumento, permitieron aumentar drásticamente la potencia y el rango dinámico. Schumann aprovechó al máximo ambas fuerzas en combinación, alternando pasajes conversacionales entre los cinco instrumentos con pasajes concertantes en los que las fuerzas combinadas de las cuerdas se concentran contra el piano.

 

El 17 de julio de 2015, Martha Argerich interpretó el primer movimiento de este quinteto en compañía de los solistas de la Orquesta Sinfónica Nacional y nos dejó con las ganas…

 

Y llegó el día en el marco de este nuevo Festival. La apertura “Allegro brillante” comienza con una idea musical audaz y chispeante que se desarrolla y expande gradualmente. Casi de inmediato, sin embargo, lo contrasta un diálogo suave y tierno entre la viola y el violonchelo. A su debido tiempo, ambos temas se fragmentan ampliamente y se someten a modulaciones de largo alcance. El segundo movimiento “In modo d'una marcia” emana el ambiente de una marcha fúnebre. Una melodía oscura y misteriosa es introducida por el primer violín y acompañada entrecortadamente por ritmos musicales sollozantes. La idea musical contrastante presenta un bienvenido alivio de esta atmósfera taciturna, pero el movimiento se completa una vez más con el regreso de la marcha impía. El “Scherzo” presenta con alegría y exuberancia las escalas mayores ascendentes y descendentes, hábilmente contrastadas por dos “Tríos”, que suenan a canon lírico y música gitana húngara, respectivamente. La destreza contrapuntística y expresiva de Schumann emerge en el “Allegro” final, ya que combina pasajes estrictamente canónicos y fugados con pasajes de lirismo nervioso. La coda se presenta como una doble fuga y combina de manera impresionante los temas principales del primer y último movimiento.

 

Martha Argerich logró transmitir la energía inspiradora fuerza y suavidad y los matices pictóricos pusieron de manifiesto su técnica y sensibilidad únicas e inalterables más allá del paso del tiempo. El tema melodioso del violonchelo fue destacado magníficamente por el maestro de Stanimir Todorov y el rubato del conjunto fue conmovedor. El final, el veloz scherzo a cargo del maestro Varela Montero con el solo de violín confirmó maravillosamente su talento artístico y creador.

 

Concluyendo con la historia de esta obra esplendida podemos recordar que musicalmente, el quinteto sintetizó el estilo pianístico elocuente de Schumann con la maestría melódica adquirida en 1840 y el enfoque sinfónico de la textura adquirido en 1841. Los primeros críticos elogiaron casi unánimemente la composición. Se señaló que “la obra combina muy bien tanto elementos poéticos como puramente musicales en un matrimonio entre las ambiciones musicales y literarias de Schumann, y entre la estética popular de la música de cámara de salón y la sinfonía de la sala de conciertos”.

 

El único crítico contemporáneo que condenó la composición fue Franz Liszt, quien la llamó "zu Leipzigerisch", una declaración bastante despectiva que se refería a la naturaleza anticuada y la estatura bastante provinciana de la ciudad de Leipzig. Esto, por supuesto, también incluía a Schumann, que vivía en Leipzig en ese momento, y su música. No es de extrañar que Clara Schumann, que estrenó la obra en octubre de 1842 con el Cuarteto de la Gewandhaus, nunca volvió a hablar con Franz Liszt.

 

 

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