Despliegue visual, potencia dramática y sutileza musical en una puesta impecable que recorre el dolor, la redención y la picardía
IL TRITTICO, cuando canta el destino
Teatro Colón
Miércoles 7 de Mayo de 2025
Escribe: Martin Wullich
    Il Trittico (tres óperas en un acto cada una) - Música: Giacomo Puccini - Vestuario: Stefania Scaraggi - Iluminación: Daniele Naldi - Escenografía y Video: Nicolás Boni - Video Suor Angelica: Matías Otálora y Nicolás Boni - Orquesta:  Estable del Teatro Colón - Coro: Estable del Teatro Colón (Dir.: Miguel  Martínez) - Dirección musical: Beatrice Venezi - Régie: Pier Francesco Maestrini
Cantantes en Il Trittico:
        – Il  Tabarro (El capote) –  Leonardo López Linares, Diego Bento, Paulina González, Sergio Wamba, Alejandra  Malvino, Marcelo Gómez, Duilio Smiriglia y elenco.
        – Suor Angelica (Sor Angélica) – María Belén  Rivarola, Alejandra Malvino, Cecilia Díaz, Rocío Arbizu, Verónica Cano,  Virginia Guevara y elenco.
        – Gianni  Schicchi – Omar  Carrión, Florencia Burgardt, Santiago Martínez, Alejandra Malvino, Carlos Ullán  y elenco.
      
      Siempre es una sorpresa el momento en que se descorre el telón del Colón. Es  claro que uno espera el impacto visual que genera una magnífica puesta en  escena, sobre todo cuando son tres óperas, comunes en elementos corpóreos y en  una base que las une en la historia, además de las analogías que nos llevan al  gran Dante Alighieri y su Divina Comedia.  En este caso, conmociona la aparición de la embarcación en Il Tabarro, en una impecable  amalgama entre lo cinematográfico y lo teatral, con sus navegantes y atezados  trabajadores que habrán de arrastrar pesadas cargas por doquier, mientras el  día transcurre y grandes nubarrones se avecinan. Giorgietta preanuncia "el  rojo crepúsculo de septiembre", estupendamente interpretada por Paulina González, al igual que  el autoritario aunque sufrido Michele de Leonardo López Linares. 
      
      Marcelo Gómez y Sergio Wamba le ponen potentes  y melifluas voces a Tinca y a Talpa, quienes ahogan en el vino los pensamientos  tristes. Con gracia y calidez canta Alejandra Malvino en su encarnación de Frugola, evocando con ternura a Caporale, su gato, quien  con sus ronroneos la consuela. Diego Bento,  como Luigi, entona sentidamente Hai ben ragione.  Quizás, al decir de Giorgetta, la muerte es el remedio para todos los males.  Allí está la paz. Emitiendo su dramática voz, comparte con un rayo el  fantástico final, centella que se repetirá en la consumación de Suor Angelica. 
      
      Las aguas marinas y las nubes que devendrán negras marcan nuevamente las  escenas dramáticas de la religiosa del título, internada en un convento como  castigo por su rica familia que ha desaprobado una relación. Hace siete años  que no sale de allí, no sabe nada de sus parientes, ni de su hijo. Un árbol en  el patio del convento marca un claro símbolo. Sus felices  compañeras  cantan al amor y se mueven coreográficamente.
      
      Aunque sabe los límites de su clausura, los deseos de Suor Angelica son  expresados vivamente y con profunda pena en la admirable y luminosa voz de María Belén Rivarola. Su  congoja, revelada en Senza mamma, es  transmitida con precisión en emotivas y sutiles notas que hacen eclosión  después de la plegaria. El bosque cobra vida en su partida, mientras es  recibida por una imagen edénica radiante. Sustanciadas como la Abadesa y la  Celadora, Cecilia Díaz y Rocío Arbizu realizan un  notable trabajo, al igual que el sublime Coro dirigido por Miguel Martínez.
      
      Prima, un avvertimento! (antes, una  advertencia) hubiera dicho Gianni Schicchi, nombre y apellido del  sagaz sinvergüenza convocado para modificar, con una hábil estratagema, la  herencia de un hacendado millonario y tacaño, que ya está muerto. Desde las  primeras imágenes, creadas por el talentoso Nicolás  Boni, vemos que el tono de comedia está presente, y los enredos  forman parte de la entretenida historia. Las imágenes digitales se fusionan con  la escenografía y conforman una creación ocurrentemente diseñada, como si fuera  un gigantesco trompe-l'œil contemporáneo.
      
      Debido al tono de la ópera, en Gianni Schicchi se hace necesaria una jovial actuación de sus personajes. Esto ha sido muy  logrado por Santiago Martínez en el papel  de Rinuccio, con una voz diáfana y sugerente, a partir de Firenze è come un albero fiorito.  No se queda atrás Omar Carrión como el tunante Gianni, quien hace gala de su exquisito timbre de barítono en  un rol que le va a las mil maravillas. La soprano Florencia Burgardt personifica  deliciosamente a  Lauretta, particularmente cuando subyuga con O mio babbino caro. En el papel del  Maestro Spinelloccio se luce Gustavo Gibert,  con sus tonos graves y acordes con el personaje. 
      
      La Orquesta Estable del Teatro Colón sonó grandiosa y con gran lucimiento de  contrastes tonales en las manos de la italiana Beatrice  Venezi, quien aportó el clima preciso indicado por Puccini para Il Trittico. Pier Francesco Maestrini,  artífice de la dirección escénica, articuló teatralidad, ritmo y simbolismo con  admirable creatividad. Su mirada potenció cada fragmento del universo  pucciniano, otorgándole coherencia visual y dramática. 
Martin Wullich
      
      
    

