Exquisito cantante lírico y “liederista”
DIETRICH FISCHER-DIESKAU
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Escribe: Carlos Ure
En Mayo, días antes de cumplir ochenta y siete años, falleció en su residencia bávara de Starnberger See Dietrich Fischer-Dieskau, sin duda una de las figuras más formidables del canto lírico en la última centuria. Nacido en Berlín, fue soldado de la Wehrmacht en Italia durante la Segunda Guerra , y luego de ser liberado de un campo de prisioneros norteamericano, comenzó en 1947 (con “Winterreisse”) una carrera estelar en cuyo transcurso produjo innumerables registros y actuaciones que se convirtieron en paradigmas definitivos de estilo y de interpretación
Escritor prolífico, maestro, pintor, profesor y por sobre todo, un gran humanista, el ilustre barítono alemán estaba casado desde 1978 con la soprano Julia Varady (después de haber enviudado en 1963 de su primer matrimonio con la cellista Irmgard Poppen). No faltó quien dijera que su registro no se prestaba al repertorio operístico italiano, por problemas de falta de potencia, reciedumbre y pastosidad, pero pese a esto su debut en el teatro melodramático tuvo lugar en 1948 en la Deutsche Oper de su ciudad natal, en “Don Carlos” (Marqués de Posa).
En la Argentina : no
A este papel siguieron otros títulos verdianos: “Aida” (Amonasro), “Macbeth”, “Un ballo in maschera” y también “Falstaff”, que marcó una de sus más celebradas creaciones (la hizo en Viena, con Luchino Visconti); pero fue en el catálogo germano donde desplegó con largueza la exquisitez de su arte. “Tannhäuser” (Wolfram, en Bayreuth)), “Parsifal” (Kurwenal, con Furtwängler), “Los Maestros Cantores” (Kothner, y después, Sachs) y “El Oro del Rhin” (Wotan, con Karajan), de Wagner, “Wozzeck”, de Berg, “Elegía para Jóvenes Amantes”, de Henze (estreno mundial, en 1961), así como también “Lear”, de Aribert Reimann, “Salomé” y “Arabella”, de Richard Strauss, “Las Bodas de Fígaro” (Conde), “ La Flauta Mágica ” y “Don Giovanni”, de Mozart, se contaron entre las muchas obras que encaró con presencia descollante, sensibilidad e inteligencia.
Retirado del canto en 1992, hermano de un conductor de coros y padre de un director de orquesta, Dietrich Fischer-Dieskau recorrió el mundo entero, pero nunca estuvo en nuestro país. En el dominio del oratorio, sus incursiones fueron asimismo famosas, e incluyeron el estreno mundial del “Réquiem de Guerra”, de Britten, en 1962.
La canción alemana
No obstante todo ello, fue en el terreno del “lied” donde alcanzó su maravillosa culminación como artista (con Jörg Demus, Sviatoslav Richter, Hartmut Höll, Daniel Barenboim y especialmente, Gerald Moore). Dueño de un registro de timbre delicado (“los reflejos del oboe convertidos en voz humana”), emisión de increíble naturalidad y refinada plasticidad en acentos y colores, el sentimiento, los inasibles énfasis, el fraseo incomparable del eximio cantante plasmaron traducciones verdaderamente arquetípicas en el universo de la canción de Schubert, de Mahler y de Schumann, de Wolf, Beethoven, Brahms y Liszt, entre otros autores de todas las épocas. Perfecto en el desenvolvimiento de una línea de canto excepcionalmente depurada y noble, en el abordaje de la canción camarística germana, según se lo ha dicho, existen determinadamente “un antes y un después de Fischer-Dieskau”.
Carlos Ernesto Ure