Una orquesta en riesgo
8 de Mayo de 2017
Escribe: Eduardo Balestena
En el concierto del 29 de abril de la Orquesta Sinfónica Municipal sus miembros decidieron, democráticamente, colocar en la parte delantera del escenario atriles en los cuales figuraban los quince cargos faltantes del organismo.
Carteles similares fueron alzados, al recibir el aplauso del público, en las distintas secciones donde existen esas ausencias.
En esa oportunidad, fue expuesto, breve y claramente, lo que tales ausencias significan en la actividad orquestal.
Una honda significación
El organismo, creado en 1949, es uno de los más antiguos del país. A lo largo de su extensa vida destacados directores y solistas, nacionales e internacionales, han abordado obras muy importantes del repertorio sinfónico y llevado a cabo una prolongada labor formadora.
Narciso Yepes; Jaime Laredo; Christine Waleska; Bruno Gelber; Manuel Rego; Alberto Lisy; Guillermo Scarabino; Jordi Mora; Luís Gorelik; Pedro Ignacio Calderón; Graciela Alías; Rafael Gintoli; Elsa Puppulo; Astor Piazolla, que interpretó, bajo la dirección del maestro Mario Perusso su concierto para bandoneón y orquesta, son solo algunos pocos de la muy extensa lista de nombres de artistas que actuaron en Mar del Plata.
Las temporadas de la orquesta han abarcado obras sinfónico corales (Como el Requiem de Verdi; el de Dvorak; la cantata Carmina Burana, de Karl Orff, entre muchos otros); la versión integral de las sinfonías de Beethoven (bajo la dirección del maestro Guillermo Becerra, versiones totalmente logradas, por otra parte); el Concierto para Orquesta de BelaBartók (también bajo la dirección del maestro Becerra); El Teniente Kije, de Prokofiev: Metamorfosis para veintitrés instrumentos de cuerda, de Richard Strauss: una breve muestra deobras demandantes, virtuosas y no siempre accesibles para su escucha en vivo.
La función del organismo no sólo es artística, solistas hoy reconocidos, como Patricia Da Dalt; músicos que luego integraron el organismo, como Andrea Porcel, surgieron del Concurso de Jóvenes solistas, posteriormente reeditado por Mardel Sinfónico, con el agregado de masterclasses dictadas por solistas tan formados y reconocidos como Eduardo Vasallo (cello solista de la Orquesta Sinfónica de Birmingham) o Rolando Prusak (destacado violinista y director de orquesta). Estas últimas iniciativas surgieron de los propios músicos
La orquesta ha significado para Mar del Plata un aporte inmenso y único. Basta señalar que en la actualidad existe un proyecto de ciclos de conciertos destinados a extender y profundizar aspectos de su actividad: Conciertos de la Orquesta InfantoJuvenil; conciertos didácticos; para barrios; de primavera; en las playas; temáticos; para estudiantes de música; jóvenes compositores; y otros ítems, como galas de ópera y ballet.
Objetivos, planta mínima, cargos
El Decreto 0888/2001 establece el reglamento que rige la actividad del organismo, entre sus fundamentos señala que su objetivo es el de propender a la educación estética de la comunidad; establece el orgánico de cargos e instrumentos y que la orquesta debe contar con una planta mínima de sesenta y cuatro integrantes y seis auxiliares. En el Capítulo II, apartado 9 prevé la cobertura de cargos por concursos.
Sin embargo, hoy, entre bajas vegetativas (por jubilación de sus miembros) y licencias por motivos de salud, los cargos vacantes son: Solista de violoncelo; suplente solista de fagot/contrafagot; cinco violines de primera categoría; 2 violas de primera categoría; suplente solista de trompeta; solista de tuba (cargo concursado el 6 y 7 de febrero de 2017, no encontrándose su ganador, a la fecha, designado en el cargo. Además de estos once cargos vacantes, los existentes por motivos de licencia de salud son: solista de flauta; dos violines; un violoncelo y una viola.
En la actualidad, la orquesta cuenta con cincuenta y un cargos (es decir, catorce menos que la planta mínima).
La inminencia del retiro de otros miembros implica que en un futuro este problema se acentuará significativamente, creando una brecha que se volverá más difícil de superar, que implica que la orquesta estará cada vez más lejos no sólo de su orgánico ideal sino del mínimo normativamente previsto. Es decir, que el problema de la pérdida de instrumentistas, por su naturaleza y significación, debe ser tratado anticipadamente.
La imagen utilizada en la breve exposición del 29 de abril es absolutamente clara: la orquesta es un conjunto que necesita de todos, de otro modo no puede sonar, es como si a un piano le faltaran teclas.
También de esa exposición surgió que el reclamo no se refiere a un beneficio material propio para susintegrantes sino al resultado artístico que una orquesta de tal trayectoria ofrece a la comunidad y que se encuentra muy por debajo de las posibilidades del organismo(su desempeño en acontecimientos tales como el festival de cine, interpretando, como sucede en otras partes del mundo, la banda sonora de un filme es una muestra de su versatilidad y capacidades).Aquí no venimos sólo a hacer un trabajo, dijo la expositora, sino a ejercer una vocación.
Sin un ciclo con solistas y directores invitados (nacionales o internacionales), que obren como elementos de una actividad de formación y perfeccionamiento de los músicos, pese a contar con un director de gran talento y experiencia, se produce, junto con la limitación en el repertorio debida a la disminución del número de integrantes, un estancamiento de la práctica musical.
La orquesta es la puerta de entrada de los niños al mundo de la música; la oportunidad de los marplatenses –estudiantes, melómanos, público en general- de contar con obras en vivo. Cada circunstancia que la resiente empobrece nuestro mundo, nuestro acceso a la música, y podríamos decir aquella conocida frase del Jefe Seattle a Franklin: “así termina la vida y comienza el sobrevivir”.
Nuestra sinfónica está próxima a cumplir sus setenta años, le debemos un respeto, a esa historia, a la preocupación de quienes la integran y a nosotros mismos para que musicalmente transitemos por la vida y no sólo nos limitemos simplemente a sobrevivir.
Eduardo Balestena