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Jean Yves Thibaudet, gran pianista en el Colón

Con la Filarmónica y una directora novel: Shi-Yeon Sung, de Corea

Escribe: Carlos Ure

Publicado en La Prensa 15 de Junio de 2010

 

Chin: Rocaná; Gershwin: Concierto en fa mayor, para piano y orquesta; Franck: Sinfonía, en re menor. Jean-Yves Thibaudet, piano y Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (Shi-Yeon Sung). El jueves 10 de Junio de 2010, en el teatro Colón

 

        Despojado este diario de las ubicaciones fijas que tuvo en forma ininterrumpida en el Colón desde 1908, este crítico pudo ingresar al concierto del jueves poco menos que sin aliento, y terminó, sin programa de mano, emplazado en cualquier parte. Segunda sesión del abono de la Filarmónica , volvió a actuar en la ocasión (en la que estuvo cerrado el Salón Dorado) un pianista de mérito eximio, Jean-Yves Thibaudet, quien abordó por cierto una página distinta del gran repertorio clásico para su instrumento, pero que le permitió de todos modos patente lucimiento (como bis incluyó “A Fuego Lento”, de Horacio Salgán).

 

 

 Jazz y Blues

 

   Estrenado en 1925 casi como un eco tal vez más meditado de la “Rhapsody in Blue”, el Concierto en fa de un compositor tan peculiar como George Gershwin fue traducido en efecto por el músico de Lyon con natural destreza y sobresaliente diafanidad, absoluta seguridad y un toque de singular delicadeza y pulcritud (sus pianíssimos, casi en el límite del mecanismo auditivo, son decididamente notables).

 

     Es verdad que la vibración interpretativa de Thibaudet pareció menos  impetuosa de lo deseable, y que el organismo sinfónico cubrió por completo su volumen en más de un pasaje; pero también lo es que sus giros rapsódicos de perfecta cadencia, su dinámica rítmica idealmente desplegada en estructuras sincopadas, sus “rubati” y una especie de acercamiento fluido hacia el “swing” y hacia el jazz, evidente en sus últimas grabaciones, conformaron una versión de elevado mérito, remarcable en las finísimas variaciones del “adagio”.

 

 

Corea por dos

 

Al frente de la orquesta porteña estuvo una joven maestra coreana, que comenzó su carrera tan sólo hace algo más de tres años. En el inicio, Shi-Yeon Sung ofreció en primera audición local una obra de su compatriota Unuk Chin (“Rocaná”: en sánscrito, espacio de luz), trabajo excesivamente extenso por tratarse de una suerte de ensayo experimental, transido por clusters, ecos de aliento cósmico y dominante vaguedad tonal, en el marco de sonoridades y timbres bien diversos.

 

Con respecto a la segunda parte de la velada, cabe señalar que si bien la Filarmónica de Buenos Aires no está atravesando su mejor momento, como quedó en evidencia en la función inaugural del 24 de Mayo, la presencia en su podio de maestros de discreto relieve, como aconteció en este caso, no parece el camino más apropiado para alcanzar rendimientos mejores.

Es que la ejecución de la célebre Sinfonía en re menor, de César Franck, genuina piedra de toque en su género, deshilvanada en sus claroscuros y deficientemente articulada, no pasó de una medianía lineal, salpicada por énfasis de restallante grandilocuencia y un fraseo uniforme, desvaído en sus climas frustrados.

 

 

                                                                                           Carlos Ernesto Ure