Vibrante versión de Nabucco
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotografias: Alejandro Zanga
Nabucco, de Giuseppe Verdi.
Libreto: Temistocle Solera
Intérpretes:
Enrique Gibert Mella, Fermín Prieto, Ricardo Ortale, Haydée Dabusti, Mariela Barzola, Sebastiano De Filippi, Ana Laura Siniscalco
Coro Regina Coeli,
Director del Coro: Mtro. Ezequiel Fautario
Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón
Director de Orquesta: Mtro. Mario Perusso
Fragmentos en versión de concierto.
Lunes 28 de junio y lunes 5 de julio, 20:30 hs. Sala: Teatro Lola Membrives
Giuseppe Verdi, el alma de la ópera italiana fue un convencido nacionalista italiano. En plena lucha por librarse de la opresión de los austriacos, y con corrientes de pensamiento que rompían con lo establecido, nació Nabucco. Fue ésta, su tercera ópera, estrenada en el Teatro Alla Scala di Milano, el 9 de marzo de 1842, la que le dio fama entre sus compatriotas. La primera no había interesado demasiado y la segunda fue un fracaso, por lo que el compositor había decidido no volver a componer. Cuando le presentaron el libreto de Nabucco, aceptó crear la música y la completó en apenas tres meses.
Verdi narra casi con la exactitud de un escritor, el episodio probablemente más prodigioso de su vida, cuando cuenta cómo recibió de Merelli el texto de Nabucco, rechazado por Otto Nicolai, y cómo las palabras de Solera se le convertían en música: "Durante el camino sentí una especie de desazón inexplicable, una tristeza intensa, un dolor que casi me hacía estallar el corazón. Cuando llegué a casa, lancé el manuscrito sobre la mesa con un movimiento brusco y me quedé ahí, delante de él, hundido en pensamientos. Al chocar con la mesa el libro se había abierto; mis ojos fueron a parar, no sé bien cómo, a una página abierta ante mí. Y leí: “Va pensiero sull'ali dorate (...)." Sobrevolé también los siguientes versos y me quedé impresionado, sobre todo al comprobar que éstos provenían casi literalmente de la Biblia, libro que siempre leía gustoso. Leo un párrafo, leo dos. Pero entonces con el renovado propósito de no componer más, cierro el texto y me voy a la cama. ¡Pero Nabucco no para de darme vueltas en la cabeza! El sueño no quiere acudir, me levanto, leo el libreto no sólo una vez, sino dos, tres veces, muchas veces; a la mañana siguiente puedo decir que me lo sé de memoria.” Una de las razones de este entusiasmo fue que Nabucco expresaba un fuerte sentimiento patriótico y Verdi se identificaba con el movimiento italiano de liberación contra la dominación austriaca. El estreno fue un rotundo éxito, convirtiéndose en uno de los símbolos del movimiento de la unidad de Italia.
En esta oportunidad, se ofrecieron fragmentos en versión de concierto, contando con un elenco homogéneo que se mostró plenamente comprometido con la obra y cumplió ampliamente con las exigencias de la partitura, con un alto nivel de jerarquía artística.
En el rol protagónico, el barítono Enrique Gibert Mella llevó a cabo una magnífica interpretación, con un registro parejo en toda su extensión. Su fraseo se conformó perfectamente al legato verdiano, destacándose tanto en los pasajes líricos, dolientes, como en los más dramáticos y vigorosos. Mostró entrega total a su personaje, al igual que Haydée Dabusti, quien encarnó a Abigail, desplegando su voz de bello color y brillante registro agudo. Todas las notas fueron atacadas con precisión, aún cuando la partitura la lleva del agudo a las notas más graves y presenta innumerables dificultades que la soprano sorteó gracias a la solidez de su técnica, una inquebrantable musicalidad y sus virtudes estilísticas. Ambos se destacaron tanto en sus respectivas arias como en los concertantes.
El bajo Ricardo Ortale, como Zacarías, estuvo, también a la altura de lo esperado, cantando con autoridad vocal y notas de buen volumen y redondez. El tenor Fermín Prieto cantó el papel de Ismael. Si bien tuvo problemas de emisión al principio de su actuación, con notas que no fueron francas, fue mejorando durante el transcurso de la función y finalmente, obtuvo buenos resultados. En cambio, la Fenena de Mariela Barzola adolesció de un vibrato excesivo que por momentos, ponía en riesgo la afinación. Sebastiano De Filippi, Sebastián Russo y Ana Laura Siniscalco realizaron una labor notable en sus respectivos papeles del Gran Sacerdote de Baal, Abdala y Ana.
El Coro Regina Coeli, bajo la dirección de Ezequiel Fautario, realizó una labor encomiable con óptimos resultados, destacándose en la escena inicial de la obra y en el conocido fragmento “Va pensiero …”
La orquesta de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón, a las órdenes de la hábil batuta del Mtro. Mario Perusso, ejecutó la partitura con precisión y estilo rítmico, destacando la tensión dramática de la misma.
Al finalizar la función, la sala colmada del teatro Lola Membrives, estalló en una sonora ovación, premiando así un espectáculo que vale la pena escuchar.