Jueves 1 de julio, 20.30 hs

 

Escibe: Andrés Hine

Fotografias: Máximo Parpagnoli

 

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección del maestro Enrique Arturo Diemecke y con la actuación del pianista Ivo Pogorelich.

- Concierto para piano y orquesta Nº 2 en Fa menor, Op.21, de Frédéric Chopin

- Sinfonía Nº 2, Op. 27, “Asrael”, de Josef Suk (primera audición latinoamericana).

 

 

Las composiciones de Frédéric Chopin (1810 – 1849) se caracterizan por su encanto melódico y textura delicada, lo cual  nunca se ha imitado y sigue distinguiéndolo de otros compositores de su mismo  género. Esto es más que evidente en su Concierto No 2 en Fa Menor,  compuesto en 1836 cuando tenía 26 años. Esta obra surgió después que el amor de Chopin por Maria Wodzinska fue traicionado y su amistad por la escritora George Sand comenzaba a florecer.

El público en general se ha acostumbrado a las interpretaciones que reflejan estos sentimientos – pasajes delicados y sonoros, donde la mano derecha se desliza sin esfuerzo por el teclado produciendo las escalas, fioriture y arpegios,  y cuerdas que resaltan la melodía.  

En cambio, Pogorelich dio su propia versión donde, en muchos pasajes, lo acordes graves  dominaban por sobre los agudos de tal forma que éstos  eran casi imperceptibles. También introdujo grandes variaciones en los tempi, rallentando los pasajes lentos de manera excesiva. Un detalle que distrajo fue que vio la necesidad de recurrir a la partitura, la cual un pianista de su calibre no debería necesitar.

Pogorelich,  indudablemente, tiene buena técnica  pianística, pero en esta ocasión la usó para dar una interpretación muy personal del concierto, que se debe decir, no encuadraba dentro del estilo chopiniano. El público respondió con aplausos medidos, en vez de la ovación que en general,  se esperaba como resultado de su interpretación.

 

 

Pogorelich en un pasaje del Concierto de Chopin

 

 

El director Arturo Diemecke al frente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires