Alto Voltaje Emotivo
Auditorio de Belgrano, Viernes 6 de Agosto de 2010
Escribe: Donato Decina (ACMA)
Presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional. Director: Mtro. Pedro Ignacio Calderón. Programa: Obertura Criolla, de Drangosch. Sinfonía Nº 9 en Re Mayor, de Gustav Mahler. Auditorio de Belgrano (6/08/10).
Muchos de los que presenciamos este concierto, guardábamos en nuestros oídos la maravillosa experiencia del 22 de mayo del año pasado en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho de la Ciudad de Buenos Aires, cuando los mismos intérpretes realizaron la Novena Sinfonía, de Mahler por primera vez. En aquella oportunidad, impresionó la cohesión y ajuste del conjunto y la sabia guía del conductor titular. Hoy, a casi un año y medio de aquella experiencia y de otras dos con la misma obra (el año pasado fue el de las tres novenas Mahlerianas y a la de mayo le siguieron, con diez días de diferencia, en setiembre del año pasado, Arturo Diemecke con la Filarmónica Porteña y Zubin Metha con la Filarmónica Israelí), podemos decir que esta nueva lectura deja el inmenso saldo positivo de una mayor profundidad de interpretación, mayor concentración y una compenetración ideal por parte de Pedro Ignacio Calderón quien, a no dudarlo, realizó uno de los mejores conciertos de toda su trayectoria profesional. Aún mas allá de ligeros desacoples, la respuesta del orgánico orquestal de la Nacional fue irreprochable. Ataques seguros, cuerda brillante, vientos precisos, metal sin desbordes, percusión justa, solistas de cada sector que convencieron.
Al duro andante inicial, que nos hace entrar en el drama Mahleriano (el compositor bohemio compuso la obra contra reloj, sabiéndose gravemente enfermo y con la obsesión por superar la barrera de las nueve sinfonías de los grandes maestros), se lo enfrentó con gran sabiduría. El lento cierre del mismo fue conmovedor. El segundo tiempo fue un resuello para dar paso el endiablado rondó que conforma el tercero y que hizo emerger a la Orquesta con una prestación insuperable. Valga el reconocimiento a Gustavo Massun por su magnífica intervención solista en viola en la sección central. El final nos encontró con un Calderón inspiradísimo para el adagio de despedida el que después de la fuerte tensión dramática, se extingue lentamente haciendo lugar a una cerrada y justa ovación de los presentes, gratificados por la fuerte experiencia.
Sin dudas se pudo hacer y de forma magnífica. El año y medio transcurrido entre una y otra versión los encontró consustanciados y convencidos. El Público retribuyó como se debía.
En este año del bicentenario se programaron obras argentinas de todos los tiempos. Aquí, si bien cabe preguntarse si correspondía hacer algo más, dada la densidad y profundidad de la novena de Mahler, se incluyó la Obertura Criolla, de Ernesto Drangosch, la que fue ofrecida con impecable ajuste. Así debemos tratar a nuestro patrimonio musical.
Donato Fabián Decina (ACMA)