ZUBIN MEHTA Y LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE MUNICH
Viernes 1º de Octubre, 20.30
TEATRO COLON, Libertad 621
Escribe: Néstor Echevarría
Programa:
Obertura de “La forza del destino” de Giuseppe Verdi,
Concierto para violín y orquesta Nº 1 de Max Bruch (solista: Mayuko Kamio)
Sinfonía Nª 1 en Re mayor “Titán” de Gustav Mahler.
La presencia del carismático director indio Zubin Mehta, siempre admirado de tantas concurrencias y contactos con el público argentino,esta vez al frente de la Orquesta Filarmónica de Munich -organismo que reapareció en el Teatro Colon a casi dos décadas de distancia- se constituyó en uno de los acontecimientos salientes de la presente temporada.
Por ello este quinto concierto del Abono Bicentenario del teatro porteño no pudo ser más oportuno y brillante. El organismo orquestal bávaro, con ciento diecisiete años de valiosa trayectoria, volvió a demostrar su rotundidad y precisión y un notorio ajuste y homogeneidad, con las filas de maderas y bronces de notable calidad sonora y una percusión impactante y equilibrada a la vez que cuerdas bellamente articuladas.
Todos esos atributos permitieron al gran director nacido en Bombay explotar casi al límite las posibilidades que Gustav Mahler delineó en su Sinfonía N° 1 en Re mayor “Titán”, inspirada en la novela de Jean Paul Richter y estrenada en 1893.
En esta versión Mehta respetó la concepción original que tres años después alteraría el autor suprimiendo el “Blumine”,un movimiento un tanto descontextualizado en la monumental partitura, y entregó lo mejor de la velada con su dirección aguerrida, virtuosa, de contagioso fuego, alcanzando en los movimientos finales, plasmados sin fisuras, los estadios emocionales que la obra propone .desde lo solemne a lo tormentoso.
En su primera parte, la orquesta muniquesa ejecutó tras una atildada y precisa versión de la obertura de “La forza del destino” de Verdi, el Concierto para violín y orquesta N° 1 en Sol menor,op.26 del compositor nacido en Colonia, Max Bruch, que se estrenara en 1866.
En sus aguerridos y románticos compases, se fue advirtiendo en la solista japonesa Mayuko Kamio una prolija afinación y gran fluidez de deslizamiento de su arco, entregando como agregado propio, ante insistentes aplausos, un “Capriccio” de Paganini, para no dejar dudas de su condición de “medalla de oro” de un prestigioso concurso moscovita.
Finalmente, tras el “Titán”, no quedaba mucho mas para demostrar, pero Zubin Mehta no quiso defraudar la larga ovación del público y entregó, de Dvorák, los pegadizos compases de la “Danza eslava” para cerrar con sus músicos tan magistral presentación.
Fotos: Arnaldo Colombaroli