Hänsel und Gretel en Covent Garden
28 de Diciembre de 2010
Royal Opera House, Covent Garden, Londres
Escribe: Andrés Hine (ACMA)
Fotografias: © Persson
Hänsel und Gretel, de Engelbert Humperdinck
Libreto: Adelheid Wette, basado en el cuento homónimo de los hermanos Grimm
Elenco: Ailish Tynan (Gretel), Kai Rüütel (Hänsel, sustituyendo a Christine Rice), Yvonne Howard (Gertrudis, la madre), Thomas Allen (Pedro el escobero), Madeleine Pierard (Duende de Arena), Anna Siminska (Hada del Rocío), Jane Menschel (Bruja Mazapán)
Orquesta de la Royal Opera House
Director de Orquesta: Rory Macdonald
Régie: Moshe Leiser y Patricia Caurier
Escenografía: Christian Fenouillat
Vestuario: Agostino Cavalca
Iluminación: Christophe Forey
Sala: Royal Opera House, Covent Garden, Londres
No han sido muchas, lamentablemente, las oportunidades en que la ROH, Covent Garden ha presentado Hänsel y Gretel, de Humperdinck, basada en el relato de los hermanos Grimm. Lo hizo en el 2008, tras 70 años de ausencia en su repertorio y en Diciembre, 2010, para la época navideña, brindando así, la oportunidad de una salida familiar.
Previa a la función, se ofreció una conferencia explicativa de la obra, a cargo de Sarah Lenton, muy útil para el evento, especialmente para los jóvenes, por la claridad en las explicaciones, por cierto de tono entretenido, de esta ópera cuyo argumento es infantil pero con música cercana a la de algunas obras wagnerianas. Las producciones argentinas podrian tomar nota de de esta iniciativa cuando se trata de atraer un público joven.
Esta versión tuvo mayor lucimiento musical que visual. Estuvo cantada en alemán, su idioma original, con subtítulos en inglés, una decisión acertada pues las palabras del libreto fueron proyectadas, para los chicos, en inglés, sobre una pantalla, de la misma manera que se hace en el Colón. El elenco de cantantes, algunos jóvenes y otros más experimentados, realizó una labor incuestionable. Entre ellos, cabe volver a destacar las condiciones histrionicas y vocales, asi como la clara articulación de Thomas Allen en el papel de Pedro el escobero, sin duda, uno de los barítonos más notables de los últimos treinta años en la lírica internacional, conocido y admirado por el público argentino. También Kai Rüütel y Ailish Tynan en los roles protagónicos de Hänsel y Gretel, respectivamente, hicieron un trabajo impecable, cumpliendo con todos los requerimientos de una obra que les exige estar en escena durante la mayor parte de su duración. De la misma manera, Yvonne Howard como la madre, salió airosa de lo que es, tal vez, la parte más ingrata de la partitura. Jane Menschel puso toda su experiencia al servicio de su personaje, utilizando los colores vocales adecuados para la Bruja Mazapan. Asímismo, Madeleine Pierard y la soprano polaca Anna Siminska a cargo del Duende de la Arena y el Hada del Rocio respectivamente, se destacaron por su desempeño vocal.
Si bien la labor del coro de niños fue adecuada, sería conveniente lograr redondez en las sonoridades para obtener un colorido tonal de mayor belleza. La dirección orquesta de Rory Macdonald, reemplazando al recientemente fallecido Charles Mackerras, fue buena, destacando los momentos con riqueza orquestal, casi wagnerianos y estableciendo un equilibrio entre foso y escenario.
La régie de Moshe Leiser y Patrice Caurier no ha sido del todo acertada, teniendo en cuenta que se trata de un espectáculo para niños. Fue muy cuestionada y despertó polémicas por la falta de creatividad y magia. No cabe dudas que fue concebida para adultos. Prueba de ello fueron los cadáveres infantiles que estaban colgando en la casa de la bruja, listos para entrar en su horno.
También, la escena del sueño al final del segundo acto, careció de fascinación, con siete, en vez de catorce, ángeles con cabeza de ardillas, vagando por el escenario. La escenografia de Christian Fenouillat exhibió líneas geométricas, formando un embudo a través del cual se podía ingresar en las diferentes escenas que contaban con proyecciones como telón de fondo. El vestuario de Agostino Cavalca y la iluminacion de Christophe Forey fueron adecuados.
A pesar de que el aspecto visual no estuvo a la altura del musical, en términos generales, fue una buena versión que demuestra lo absurdo de la suposicion de que la cultura es aburrida. Pequeños y adultos salieron del teatro con la alegre satisfacción de haber gozado de un espectaculo de calidad, que apela a la creatividad e imaginacion individual, casi como jugando.