Frederica Von Stade con la
Filarmónica de Buenos Aires
Teatro Colón
Jueves 17 de Mayo de 2012
Escribe: Juan Carlos Montero (La Nación)
Frederica von Stade y Arturo Diemecke, buena dupla. Foto: Teatro Colón
Dirección: Arturo Diemecke / Solista invitada: Frederica Von Stade (mezzosoprano) / Programa: Obra de Mendelssohn, Mahler, Saint-Saëns, Cantaloube de Malaret, Ibert, Offenbach / Sala: Teatro Colón / Nuestra opinión: Excelente.
El concierto dirigido por el director musical de la Filarmónica Arturo Diemecke, sumó el atractivo del reencuentro con Frederica von Stade, quien visitó por última vez la ciudad durante la temporada 2001 del Teatro Colón, oportunidad en la que ofreció una espléndida versión de La viuda alegre , de Lehar, encarnando con glamour, desenvoltura y exquisita musicalidad a Hanna Glavari.
En aquella circunstancia, se recuerda un encuentro con ella durante un ensayo, oportunidad en la que respondió a la pregunta de LA NACION sobre la edad requerida para alcanzar la culminación de una carrera. Ella dijo: "¡Oh, God!, es que uno siempre estará mejor que hace diez años". Ahora se confirman sus dichos.
En primer término, y como prólogo de un inteligente programa, se escuchó una muy buena versión de la hermosa obertura "Las Hébridas" (La gruta de Fingal), de Mendelssohn, ideal elección para calmar ansiedades por una jornada caótica en la ciudad. Es que Diemecke, además de acertar en el estilo de la obra con esa precisa marcación de sus manos (no usa batuta), genera, como viene ocurriendo desde que es directivo artístico del organismo, mayor seguridad en los integrantes del conjunto.
Cuando hizo su aparición Frederica von Stade, su belleza y distinción pareció iluminar aún más el escenario y las hermosas cuatro Canciones de un compañero errante , de Gustav Mahler (otro acierto de la programación). Desde el punto de vista interpretativo, la soberbia cantante dictó, sin pretenderlo, una clase magistral de arte vocal en los aspectos de la emisión del sonido, dosificación del aire de modo natural y claridad en la articulación de cada palabra que conforman el contenido poético; a lo que se sumó, naturalmente, el timbre característico de su voz.
Luego de las canciones de Mahler se incluyó -oportuno primer momento para una relajación de la solista- uno de los números de la acción original que conforman la música incidental para Sueño de una noche de verano -el "Nocturno"-, nuevamente de Mendelssohn, y que él mismo utilizara como intermedio entre los actos declamatorios de la pieza teatral provocando placentero deleite, en esta oportunidad ofrecido por Diemecke en una versión ideal.
Después del generalizado aplauso, retornó Von Stade y se escucharon tres canciones del Cuerno maravilloso de la juventud , nuevamente de Mahler: "Pequeña leyenda del Rin", "Donde suenan las hermosas trompetas" y "Elogio de la mente brillante", vertidas con la sabiduría de quien demostró poseer el don del autocontrol, indispensable para sobrellevar una profesión frente al juicio de los públicos más fluctuantes.
La segunda parte se inició con una vibrante ejecución de la siempre contagiosa y sugerente danza de la bacanal de Sansón y Dalila, de Saint-Saëns, que a Diemecke le viene como anillo al dedo porque es una de esas páginas sinfónicas que le permiten explayarse con libertad y satisfacer a su fogoso temperamento, sin por ello dejar de lado el objetivo de lograr acabadamente las esfumaturas, transparencias y sutilezas tan propias del repertorio francés.
Luego, nuevamente con Frederica en el escenario, se escucharon tres canciones de la Avergne , compiladas y en arreglo de Cantaloube de Malaret, interpretadas con refinamiento y exquisita mesura. A continuación la orquesta, en un nuevo intermedio solo sinfónico, ofreció Escalas..., de Jacques Ibert. Sus breves imágenes sonoras de Roma, Palermo, Tunes, Nefta y Valencia resultaron estupendas.
Como broche de oro, la mezzo puso en escena aquel desliz de La Perichole , de Offenbach, con los mareos del champagne. Así esta cantante estadounidense dejó una lección de vida en plenitud, realista e inteligente, con lo cual este paso por Buenos Aires será eternamente inolvidable..