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Tercer Concierto del ciclo Brahms

 

Orquesta Sinfónica Municipal

Mar del Plata

29 de Junio de 2012

Escribe: Eduardo Balestena

 

 

 

Orquesta Sinfónica Municipal

Director: Emir Saúl

Solistas: Alexander Panizza (piano)

 

Programa: dedicado a J. Brahms

- Concierto para piano y orquesta Nro. 2 Op. 83

- Sinfonía No. 3 en Fa myor Op. 90

 

 

La síntesis de un lenguaje de madurez


En su tercer concierto del ciclo dedicado a Johannes Brahms la Orquesta Sinfónica Municipal se presentó, el 29 de junio, dirigida por el maestro Emir Saúl y contó nuevamente con la actuación solista de Alexander Douglas Panizza en piano.


Concierto para piano y orquesta nro. 2 en si bemol mayor opus  83.


Significativos y profundos son los elementos del lenguaje de Brahms en el período de su segundo concierto para piano (1881) y de su tercera sinfonía (1883), y distintos sus requerimientos a los de obras anteriores: manejo del contrapunto, la síncopa, el refinamiento tímbrico, el acento melódico y la gradación de colores e intensidades. Una vez más, Alexander Panizza dio muestras de su gran manejo de todos los matices, de seguridad y de un concepto claro y propio de la obra: por ejemplo en el arranque  del segundo movimiento (un Allegro appassionato que inicialmente era parte de concierto para violín y que fue desechado por Joachim) que abordó con una emergía que subrayo el aspecto rítmico.


Ya desde su inicio la obra contiene la formulación de este lenguaje: los tres temas del movimiento inicial son presentados sin introducción al inicio  y luego desarrollados ampliamente (el piano se apropia de ellos, llevándolos a nuevos límites), en el caso del Allegro non tropo inicial del concierto por una forma sonata ampliada, donde los desarrollos sugieren el carácter de verdaderas variaciones (pensemos que la primera obra sinfónicas de importancia de Brahms son las variaciones opus 56 a).


Esta verdadera sinfonía con piano discurrió en una orquesta que atendió a la gradación dinámica que la obra requiere, aunque con algunos problemas, tales como el desfasaje en la segunda entrada de la orquesta en el Allegreto grazioso, el rondó final, con una dirección que no fue clara en todas las entradas (instrumentos como las trompas y fagotes, entraban con referencia a otros o a la textura), particularmente al resolverse distintos pasajes luego de la intervención del piano. El Andante, (tercer movimiento) se inició con un solo de cello (tema que abre, cierra y conduce el movimiento) que careció del refinamiento sonoro que su función y significación requerían; fue algo rápido y de un fraseo que hubiera requerido una mayor profundidad y relieve. Violas y cellos lo enriquecen armónicamente y se produce un contrapunto con los violines primeros y segundos).


Alexander Panizza brindó un sonido de gran sutileza y dulzura en todo el pasaje. Es destacable la intervención de los clarinetes, en esa atmósfera de delicadeza, en una secuencia de mucho requerimiento, tanto en la expresión como por la exigencia en el fiato, en intervenciones extensas y de gran musicalidad en una versión que pudo plasmar un pensamiento Brahmsiano que sintetiza la belleza melódica y las formas.

 


Sinfonía nro, 3 en fa mayor opus 90


Unidad, riqueza temática, brillo en la construcción, sutileza en sus timbres y en el uso de elementos como el contrapunto, la polirritmia vertical, la alternancia modal, la variación y una subjetividad que no está en los sentimientos sino en el libre manejo de las formas (del clasicismo y del barroco) son elementos que  se destacan claramente en esta sinfonía. Igual que el concierto nro. 2, se inicia sin introducción, presentando el núcleo temático al inicio y enriqueciéndolo permanentemente, ya sea en el uso de la forma sonata ampliada como de la forma ternaria de -poco allegro- (tercer movimiento) en que el tema nodal pasa por todos los instrumentos.


En el primer movimiento, por ejemplo el tema del clarinete –en la tonalidad mayor, cuyas tres primeras notas invierten el diseño inicial- es recurrente y se presenta como una sección invariada, en un material en permanente expansión.


Un momento muy complejo es el andante, que comienza con una melodía compuesta por tres motivos breves, desarrollado tras la intervención del oboe. Es muy rica la polifonía del clarinete y el fagot en la sección central y la de flautas, maderas y trompas. Impresiona la entrada posterior de los violines, en su delicada claridad. De este modo las maderas llevan un tema y las cuerdas la respuesta de otro y en el tejido orquestal hay una polirritmia que no crea tensión sino unidad.


Obra de una gran riqueza, daría lugar a más citas de sus particularidades constructivas. Baste señalar el poco allegreto, con ese tema de las cuerdas, luego tomado por el solo de trompa que se desarrolla junto a una bella polifonía de las maderas.


Es destacable la intervención de la cuerda, en pasajes muy exigentes, en la velocidad como en la expresividad y en su función, como en el cuarto movimiento. Los pocos inconvenientes (como la falta de un adecuado balance entre la trompa solista y las maderas; o la de una trompa que intervino, por posta, en una de las exposiciones) no desmerecen una versión donde tampoco hubo una clara marcación de las intervenciones, con lo cual la referencia era, más que nada, de los instrumentos entre sí. Hubo, no obstante, un balance cuidado y un gran sentido de la totalidad.


Es de lamentar las fallas en la ubicación del público, que deambula por la sala una vez iniciada la ejecución y discute sus ubicaciones cuando ya la orquesta está tocando.


Destacaron Federico Gidoni y Julieta Blanco (flauta y flauta y picolo); Mario Romano y Ernesto Nucífoto (clarinetes); José Garreffa (trompa); Mariano Cañón (oboe); Gerardo Gautin (fagot); Federico Dalmacio (cello) y la línea de metales.


 Alexander Panizza

 

Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com