Con la actriz Marthe Keller
MOZARTEUM ARGENTINO
ENSEMBLE INTERCONTEMPORAIN
Teatro Colón
Lunes 25 de Junio
Escribe: Carlos Ure
Murail: “La barca mística”;
Jarrell: “Casandra”, monodrama con texto de Gerhard y Christa Wolf.
Marthe Keller, recitante
Ensemble Intercontemporain (Jean Deroyer)
Por supuesto que la segunda visita a nuestro medio del Ensamble Intercontemporain, que se presentó el lunes en el Colón, en cuarta función de abono del Mozarteum, rompió los moldes habituales. Pero lo cierto es que la velada protagonizada por la célebre agrupación que Pierre Boulez fundó en París en 1976, con sus menos y sus más, ofreció concreto interés en cuanto propuso una renovación del repertorio, y se desarrolló además en el plano interpretativo con un nivel de impecable calidad.
Tristan Murail.
Se escuchó en el comienzo una obra de Tristan Murail (1947), relativamente breve, definida por sus originales elaboraciones de timbres y alturas. Inserta en la denominada “escuela espectral”, “La barca mística” (“La barque mystique”, 1993) está escrita para cinco instrumentos tradicionales, y al margen de ecos y reverberaciones, “clusters” y “glissandi”, del piano bellamente utilizado como elemento de percusión y de sus abstracciones y exploraciones físico-acústicas, conforma un trabajo de audición global decididamente atractiva. Soslayando las conjugaciones armónicas, su discurso incluye casi imperceptibles intervalos microtonales (que facilitan las transiciones tímbricas), y una expresión de sentimientos de profunda subjetividad, todo lo cual fue traducido por los ejecutantes con pulcritud y absoluta esbeltez.
Marthe Keller.
Se oyó luego una pieza completamente distinta, compuesta por Maurice Jarrell (1958, también salido del IRCAM) para conjunto orquestal de 18 miembros, voz hablada y música electrónica. La distinguida actriz suiza Marthe Keller (partenaire en su momento de William Holden, Al Pacino, Dustin Hoffmann y Gérard Depardieu), comediante de prosa, directora de escena, cumplió en esta parte una labor de notable relieve en su faz declamatoria. Refinada, armoniosa, de estudiado fraseo y clarísima dicción francesa, su metal sonó de todos modos siempre contenido. Pero el hecho es que además de esto, a lo largo de casi una hora de recitado, prescindente desde ya de toda vocalización lírica, el denso texto de Gerhard y Christa Wolf (traducido por Alain y Renate Lance), casi salmódico, sin diálogos ni otros participantes, se fue tornando paulatinamente monocorde e insanablemente tedioso.
Inspirado en la mitología griega, el monodrama “Casandra” (“Cassandre”, 2004) fue conducido por Jean Deroyer con precisión y elocuencia. Sin embargo, su lenguaje, desprovisto de colores consonantes vivaces, consiste en una sucesión de planos sonoros aleatorios, desenvueltos en un marco de rígidas estructuras formales y encuadres polirrítmicos “faibles”, si se quiere dramáticos en intenciones y efectos, pero escasamente variados. Esto (y la carencia de matices e inflexiones) colocó al público en la obligación de realizar un especial esfuerzo de concentración para no evadirse de la ejecución, lo cual no pareció desde ya un factor demasiado positivo.
Carlos Ernesto Ure