Con una olvidada ópera napolitana
RICCARDO MUTI EN EL COLÓN
28 de Agosto de 2012
Escribe: Carlos Ure
Ópera en dos actos (1826, estrenada en 1836)
Música de Saverio Mercadante
Libreto de Felice Romani
Coproducción: Festival de Ravenna, Festival de Salzburgo y
Teatro Real de Madrid
Estreno argentino
Director musical: Riccardo Muti
Director de escena: Emilio Sagi
Diseño de escenografía: Daniel Bianco
Diseño de vestuario: Jesús Ruiz
Diseño de iluminación: Eduardo Bravo
Diseño coreográfico: Nuria Castejón
Orchestra Giovanile Luigi Cherubini
Philharmonia Chor Wien
Maestro del coro: Walter Zeh
Pianoforte: Speranza Scappucci
La presencia en el foso del Colón de Riccardo Muti, uno de los más fantásticos directores de orquesta de las últimas décadas tanto en materia lírica como sinfónica, constituyó sin duda un enorme acontecimiento. Sin embargo, no fue en verdad un alto suceso la representación de "I due Figaro" ("Los dos Fígaro"), que subió a escena el martes, en sexta sesión de gran abono (con llamativos claros), fundamentalmente en lo que se refiere a diversos aspectos musicales.
Ciento setenta y seis años
Por empezar, la ópera de Saverio Mercadante, figura de la escuela napolitana importante en su época, con libro de ese mediocre literato que era Felice Romani, no pasa de ser una obra de agradable melodismo, demasiado extensa (la función duró cerca de tres horas y media), con netas influencias rossinianas en más de un momento. Después de las representaciones españolas de 1835 fue olvidada, bueno es remarcarlo, y no se volvió a ofrecer hasta 2011, en Madrid y en los Festivales de Pascua de Salzburgo. Esto es, que permaneció por completo ausente de los recintos melodramáticos nada menos que por espacio de un siglo y tres cuartos (sic).
En lo que hace a los intérpretes de este estreno local (la última vez que se ejecutó una creación de Mercadante en Buenos Aires fue en 1873), la orquesta juvenil que se contrató en el exterior desplegó en la ocasión una labor que no fue más allá de un correcto cumplimiento, al tiempo que el Coro Philharmonia de Viena (también traído del extranjero) mostró acusada endeblez a lo largo de todo su cometido.
En el podio, Muti (quien retornará en 2013 con la Sinfónica de Chicago) condujo desde ya con precisión y vivacidad, y exhibió sobresaliente capacidad como concertador (¿cómo hubieran sido las cosas de otro modo?).
Los cantantes y la escena
En el elenco de solistas vocales se destacó en primer lugar el tenor albanés Saimir Pirgu (Almaviva), quien lució registro terso y expresivo y una técnica cabal. La mezzo Annalisa Stroppa (Cherubino) acreditó por su lado timbre colorido, elocuencia y musicalidad, mas al igual que Eleonora Buratto (una Susanna con recurrentes incertidumbres de afinación), Rosa Feola (Inez) y la turca Asude Karayavuz (Condesa), dueñas de metales lozanos, todas deben corregir defectos y pulir y homogeneizar la línea. El barítono Mario Cassi fue por último un Fígaro bien desenvuelto pero de emisión entubada.
El factor más destacado de esta edición fue sin duda la puesta, perteneciente a un equipo hispano encabezado por esa importante figura del teatro peninsular que es Emilio Sagi. El finísimo y caracterizado vestuario castizo pertenece a Jesús Ruiz, la iluminación fue concebida con inteligencia por Eduardo Bravo, y en cuanto a los decorados, Daniel Blanco diseñó un esquema de primoroso buen gusto, siempre armonioso, cálido, cromático. Perteneciente a una consagrada familia de artistas, Sagi elaboró desde su costado una "régie" de mecanismo bien estudiado, realista, seguro en las acciones individuales y excelentemente ensamblado en los difíciles y recurrentes cuadros de masas.
Carlos Ure