Teatro Avenida
19 de Abril de 2013
Escribe: Enrique Sirvén
Elenco:
Tamino: Santiago Burgi
Pamina: Sonia Stelman
Papageno: Gabriel Carasso
Reina de la Noche: Laura Pisani
Sarastro: Oreste Chlopecki
Primera Dama: Sabrina Cirera
Segunda Dama: Mariana Carnovali
Tercera Dama: Verónica Canaves
Monóstatos: Patricio Oliveira
Spreher: Maximiliano Michailosvsky
Hombres de armas: Critian Taleb, Alexis Valencia
Papagena: Laura Penchi
Primer Genio: Luciana Piovan
Segundo Genio: Rebeca Nomberto
Tercer Genio: Julieta Cao
Preparación y dirección musical: Hernán Schvartzman
Coro -Maestro preparador: – Hernán Sánchez Arteaga
Juventus Lyrica retomó a Mozart y al repertorio en alemán con una regocijante versión de su ultima opera o singspiel. En ese mismo espíritu, con la conjunción de una orquesta de cámara con instrumentos de época, muy bien conducida por Hernán Schvartzman y la dirección escénica de María Jaunarena, a lo que hay que sumarle un equipo de cantantes muy sólidos, entre los que se encuentran conocidos como Santiago Bürgi, Sonia Stelman y Laura Penchi, pero donde también hay revelaciones importantes. Todo lo cual consiguió una adhesión creciente del público.
La puesta en escena de Jaunarena cuenta con un diseño de iluminación y de escenografía de Gonzalo Córdova, minimalista y conceptual que con una gran economía de recursos, aprovecha al máximo las posibilidades del escenario del Avenida. No se adentra en lo masónico de la obra, pero tampoco se excede en los aspectos ingenuos de la fábula. Con el concurso de buenos cantantes-actores logra interesar y más que eso divertir.
Si no me equivoco, Santiago Bürgi reaparece después de bastante tiempo con un rol serio y protagónico como Tamino, al cual sirve bien con una adecuada línea de canto de tenor lírico, con más peso que lo habitual para lo requerido en otros roles tenoriles mozartianos. Siendo como es un excelente actor, se lo ve esta vez adecuadamente contenido encabezando los roles serios. A su lado, Sonia Stelman es una Pamina de timbre luminoso y grata estampa, también se luce en los dúos con Papageno, encarnado por un muy personal Gabriel Carasso, donde lo actoral supera al cantante, que tampoco está mal, hasta alcanzar cotas desopilantes en su último solo y en dúo con la no menos histriónica Laura Penchi como Papagena. En el mismo registro de comedia, sobresale Patricio Oliveira como Monostatos, sus pantalones son un hallazgo en el diseño de la misma Jaunarena.
Otra revelación fundamental, es la de Laura Pisani como Reina de la noche, como si no fuera de noche de estreno y debut, se impuso vocal y musicalmente en sus dos grandes momentos. Ya en el primero sorprendió con su registro central con más peso que el de una soprano ligera, mientras que alcanza los sobreagudos con total naturalidad, lo mismo que la limpieza de su coloratura. Así se comprende que en su segunda intervención alcanzara una de las ovaciones más grandes a telón abierto que se hayan escuchado en ese escenario y en términos absolutos en los últimos tiempos.
Entre las voces graves, Sarastro se vió algo disminuido desde el mismo vestuario que no lo pudo resaltar del coro, sin embargo fue muy correcto Oreste Chlopecki para afrontar su exigente vocalidad. Maximiliano Michailovsky no pasa desapercibido con su atrayente timbre e imponente figura para el Orador, el personaje que mucho más que un portero introduce a Tamino en el templo de Sarastro.
En los dos tríos no hay personajes secundarios, en las Tres Damas, se destacan Sabrina Cirera, Mariana Carnovali y Verónica Canaves, inquietantes desde su misma caracterización y su "gótico" vestuario. Y su contrapeso que son los Tres genios a cargo de Luciana Piovan, Rebeca Nomberto y Julieta Cao. Completan adecuadamente Cristian Taleb y Alexis Valencia.
La dirección musical de Hernán Schvartzman asegura interés desde la misma obertura con tiempos ágiles que sumados a la de la dirección de escena hacen no sólo llevadera sino que querramos más.
Una cuestión menor, el color negro en la portada del programa de mano y las premisas que sirvieron para un título anterior, no parece que lo hagan para una obra tan solar como ésta donde las sombras son definitivamente abatidas.
Una ópera compuesta en el último año de la breve vida de Mozart, la famosísima flauta conjuga todos los atractivos del género en un obra que sigue el tradicional modelo del cuento popular: un joven príncipe, una bella muchacha oprimida a la que salvar, una reina muy mala (con los sobreagudos más famosos del repertorio) y un simpático antihéroe que acompañará de manera desopilante toda la aventura.