En la Ópera del Estado de Hungría
CONVULSIONES POLÍTICO-ARTÍSTICAS EN BUDAPEST
Escribe: Carlos Ure
Después de los desórdenes financieros con que terminaron los gabinetes socialistas, el partido Fidesz, de neta orientación derechista y nacionalista se impuso por arrasadora mayoría en las elecciones celebradas en Hungría en 2010. Con Viktor Orbán, primer ministro desde entonces, el nuevo movimiento trajo al gobierno postulaciones tan firmes como innovadoras (entre muchas otras: enjuiciamiento de los responsables de haber incrementado la deuda externa), y en el campo específico de la cultura musical introdujo una agenda reformista y “anti-establishment” que generó perturbaciones bien concretas.
Cuestionamientos y renuncias
Por empezar, György Dorner e István Csurka fueron designados para pilotear el avance radical de Fidesz, definido por “el reemplazo de basuras foráneas” por obras maestras del acervo magyar, destinadas a una “audiencia nacional y cristiana”.
Estas orientaciones generaron fuertes rechazos, comenzando por el maestro Christoph von Dohnányi, quien canceló sus compromisos con la Ópera del Estado, de Hungría, por sentirse incómodo para actuar en una organización conducida por “dos reconocidos ultraderechistas antisemitas”. András Schiff se manifestó a su vez en forma muy crítica respecto de la política cultural de su país, donde no tocó más, y fue tildado por el periodismo oficial de “sobreviviente del efímero régimen comunista de Béla Kun” (1919). El fundador de la Budapest Festival Orchestra, Iván Fischer, retomó los cuestionamientos, y finalmente su primo, el brillante y conocido conductor Adam Fischer (concertó la Tetralogía en Bayreuth) renunció a la dirección general de la Ópera estatal (el bellísimo y clásico edificio de la calle Andrassy es obra del arquitecto Miklós Ybl, y durante varios años del comunismo de posguerra estuvo cerrado por falta de mantenimiento).
Repertorio magyar
Amigo de Orbán y miembro destacado del partido, el barítono Szilveszter Okovács fue designado a partir de ese momento como titular del la Opera del Estado de Hungría. Figura de atrayente carisma, consiguió por cierto una muy importante ampliación presupuestaria, y entre otras cosas, redujo costos, procuró conciliar a los sectores revoltosos, transformó en contratados a elementos del ensamble estable cristalizados en sus puestos, y terminó con las camarillas gremiales heredadas de las épocas del izquierdismo (lideradas por la soprano Ilona Tokody), que pretendían aferrarse a espacios de poder.
Sin embargo, al margen de todo esto, uno de los hechos más importantes de la gestión de Okovács fue sin duda la reinauguración en Marzo de 2013 del teatro Erkel como segunda y espaciosa sala lírica de Budapest: la idea es que entre ambos recintos alcancen las quinientas funciones anuales, todas con localidades extremadamente baratas.
En materia de repertorio, y además de contratar a Jonas Kaufmann, a los títulos tradicionales de Wagner, Verdi y otros, Okovács, que cuenta con amplia carta blanca por parte del gobierno, está desarrollando un manejo de intenso espectro nacionalista. Ferenc Erkel, con su emblemática “Hunyadi Lazsló” encabeza la nómina, que se integra también con óperas de György Ligeti y Peter Eötvös, Zoltan Kodaly y György Ranki (“El Traje Nuevo del Emperador”), así como también Levente Gyöngyösi “(“La Cigüeña Califa”) y Janós Vajda (“Mario y el Mago”). Toda una definición.
Carlos Ernesto Ure