ATRAYENTE EDICIÓN DE “CARMEN”
Viernes 28 de Marzo de 2014
Auditorio de Belgrano
Escribe: Carlos Ure
Fotografías: Ensemble Lírico Orquestal
“Carmen”, ópera en cuatro actos, con libro de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, y música de Georges Bizet.
Cantantes:
Mariana Rewerski, Enrique Folger, Cecilia Layseca, Sebastián Angulegui, Sebastián Sorarrain, Ana Laura Menéndez, Sebastián Russo, Milagros Seijó, Claudio Rotella y Alfredo González Reig.
Iluminación de Ernesto Bechara
Vvestuario de Mariela Daga
Escenografía y “régie” de Raúl Marego.
Ballet Al-Andaluz (Sibila Miatello).
Coral Ensamble y Orquesta del Ensamble Lírico Orquestal (Gustavo Codina).
Eran conocidas las actividades de la Asociación Ensamble Lírico-Orquestal, que entre muchas otras propuestas, brindó incluso el año pasado varias funciones de “Un Giorno di Regno” elogiadas en estas mismas columnas por nuestro colega Néstor Echevarría. Pero aún así, la producción de “Carmen”, que la compañía presentó el viernes en el Auditorio de Belgrano, con extraordinaria concurrencia de público, no dejó de constituir una gratísima sorpresa debido a la seriedad y calidad del espectáculo, de su armazón y nivel musical. Por otro lado, cabe destacar que habiéndose levantado las tres primeras filas de la platea a fin de ubicar a la orquesta, el tinglado de la sala de Cabildo y Virrey Loreto, aún sin la elemental maquinaria escénica, pareció de excelentes dimensiones para la puesta de una ópera, contando siempre, por supuesto, con un “regisseur” diestro para manejarse dentro de estos condicionamientos.
Enrique Folger
Como premisa básica, debe decirse en primer lugar y sin rodeos que la versión de la obra maestra de Bizet mostró globalmente adecuado estilo y carácter. En el cuadro de cantantes, que resultó de llamativo equilibrio, corresponde poner de relieve la labor del tenor Enrique Folger (Don José), quien lució registro potente, homogéneo, límpido y de bien sostenido pasaje alto. Todo ello sumado a su desenvuelto fraseo, meritoria dicción francesa, impecable control y legato (el aria de la flor), permiten pronosticarle por cierto una importante carrera “fuori mura”.
Sin un caudal demasiado voluminoso, Mariana Rewerski (Carmen) fue de todos modos una protagonista cabal, felina, de atrayente y parejo color vocal y estudiadas y acertadas inflexiones, al tiempo que Cecilia Layseca (Micaela) desplegó una línea lírica atildada, de irreprochable corrección.
En otros papeles, tanto Claudio Rotella (Zúñiga) como Ana Laura Menéndez (Frasquita) y Milagros Seijó (Mercedes), al igual que Sebastián Russo (Remendado) y Sebastián Sorarrain (Dancairo) cumplieron una esbelta faena: el difícil quinteto del segundo acto, sin ir más lejos, tuvo óptima musicalidad y ajuste. Se oyó en cambio algo pálido al barítono Sebastián Angulegui (Escamillo), quien se limitó a cumplir con su parte.
La orquesta y la puesta
Integrada con reconocidos músicos de nuestro medio, la orquesta de la entidad organizadora se manejó con categoría y precisión; pero lo fundamental fue el sello que le imprimió su concertador, Gustavo Codina, fiel, a lo largo de una función que no tuvo desmayos, a las dinámicas y líneas estéticas de la mejor tradición.
Tanto el Coro de Niños como el de Adultos mostraron belleza y convicción, mientras que las danzas del ballet Al-Andaluz, con coreografía de Sibila Miatello, relucieron con exacta cuadratura y garra telúrica.
En cuanto a la puesta (la gran incógnita de esta incursión), corresponde afirmar que fue inteligente y exacta en su concepción y movimientos: Ernesto Bechara realizó un trabajo lumínico de apropiada fluidez, Mariela Daga aportó trajes de esmerado diseño y Raúl Marego trazó un cuadro escenográfico de esquemas funcionalmente conectados con el meollo de la acción, esto aparte de su trabajo como cumplido “metteur-en-scène”.
Carlos Ernesto Ure