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Con Mario Videla y la Sinfónica Nacional

 

 

UN BELLO CONCIERTO DE PASCUA

 

Iglesia San Benito Abad (Villanueva 905)

El viernes 11 de Abril de 2014

 

Escribe: Carlos Ure

 

 

Juan Sebastián Bach: Oratorio de Pascua, BWV 249.

Carlos Felipe Emanuel Bach: Magnificat, H 772.

 

María Soledad de la Rosa, soprano

Pehuén Díaz Bruno, contratenor

Pablo Pollitzer, tenor, Alejandro Meerapfel, barítono

Coro Nacional de Niños (María Isabel Sanz)

Coro Nacional de Jóvenes (Néstor Zadoff) y

Orquesta Sinfónica Nacional (Mario Videla)

 

 

En el inicio del ciclo denominado “Semana Santa con Bach” (el programa se repite en San Antonio de Areco y el miércoles en el Santuario de Jesús Sacramentado, de la Av. Corrientes 4433), la Orquesta Sinfónica Nacional, conducida por Mario Videla, ofreció el viernes en la Parroquia San Benito Abad un concierto extraordinario en conmemoración de la Pascua de Resurrección. La sesión se insertó además en la décima edición de la serie “San Benito Clásico”, tuvo decididamente muy bello nivel, y pese a las amplias comodidades del magnífico templo de Belgrano, congregó tal multitud que hizo que una gran parte de los espectadores debiera permanecer de pie, sin posibilidad de acceder a asiento alguno.


Juan Sebastián.
Cabe señalar en primer lugar que el maestro Videla, titular como se sabe de la Academia Bach de Buenos Aires, se movió en el repertorio de los Bach padre e hijo virtualmente como un pez en el agua. Sus trazos fueron rotundos y decididos, las acentuaciones absolutamente impecables, el discurso pleno de vigor. A ello cabe añadir un ensamble de acabada arquitectura, equilibrado, métrica convincente y un fraseo inscripto  en la mejor tradición estilística alemana, para tener por configuradas versiones si se quiere arquetípicas para nuestro medio.


La agrupación sinfónica (en la que se destacaron el oboísta Andrés Spiller, el organista Enrique Rimoldi y el cellista José Araujo) cumplió por su lado con ajuste y aplicación, al tiempo que el Coro Nacional de Jóvenes, preparado por Néstor Zadoff, diestro frente a las dificultades de las texturas polifónicas, hizo oír registros potentes, de grata lozanía y neta eficacia.


Sin embargo, la entidad que cumplió la actuación más importante de la noche fue a no dudarlo el Coro Nacional de Niños. Bajo la dirección de esa notable maestra que es María Isabel Sanz (continuadora y discípula de Vilma Gorini de Teseo), el conjunto tuvo una extensa participación en la velada, y mostró una disciplina de afinación, justeza musical y de unísonos desde ya nada fáciles de lograr, ello a punto tal que emitidas desde lo alto, sus voces se desplegaron en el vasto recinto religioso casi como si se tratara, realmente, de los sones penetrantes de unos agraciados serafines.


El Oratorio de Pascua (“Osteroratorien”), BWV 249, de Johann Sebastian Bach, fue la obra que se escuchó en el inicio de la jornada, y su traducción exhibió tensión, intensidad, acabada cuadratura.


Carl Philip Emanuel
La porción final de la función fue dedicada a Carlos Felipe Emanuel Bach, el más fiel y prolífico de los hijos de Juan Sebastián. Su “Magnificat”, H 772 y W 215 se ofreció además en recuerdo de los trescientos años de su nacimiento, y en su ejecución, en la que se advirtieron sin dificultades los rasgos que lo definen como precursor de las formas sinfónicas, Mario Videla desplegó refinada cadencia y un vuelo cromático de espléndida línea (fueron muy bonitas por el modelado del ensamble las arias Nºs. 3 y 6, “Quia fecit” y “Deposuit potentes”).


En cuanto a los solistas vocales, el tenor Pablo Pollitzer cumplió una tarea sobria y acertada, mientras que el contratenor Pehuén Díaz Bruno, correcto en los recitativos, se diluyó en las páginas individuales. Alejandro Meerapfel lució registro amplio y de robusto timbre, al tiempo que la soprano María Soledad de la Rosa mostró metal fornido y caudaloso, de homogéneo y hermoso color.


Carlos Ernesto Ure