La italiana en Argel, en el Teatro Argentino
Una versión divertida
Teatro Argentino de La Plata
Domingo 11 de Mayo de 2014
Escribe: Graciela Morgenstern
La Italiana en Argel, de Gioacchino Rossini.
Libreto: Angelo Anelli
Elenco:Ricardo Seguel, Mariana Rewerski, Santiago Ballerini, Luciano Miotto, Oriana Favaro, Rocío Arbizu y Juan Pablo Labourdette.
Coro (Hernán Sánchez Arteaga) y Orquesta Estables del Teatro Argentino
Director del Coro: Hernán Sánchez Arteaga
Director de Orquesta: Silvio Viegas
Iluminación: Alejandro Le Roux
Escenografía: Andrea Mercado
Vestuario: Sofía Di Nunzio
Régie: Pablo Maritano
El Teatro Argentino ofreció con éxito, su segundo título de ópera de esta temporada. Fue esta vez L'italiana in Algeri, una de las obras más conocidas del repertorio cómico de Gioacchino Rossini. A doscientos años de su creación, esta obra sigue siendo sumamente atractiva para el público, que encuentra en ella momentos de gran diversión, un humor picaresco, instancias de lucimiento vocal y una orquestación brillante, de gran riqueza.
La velada comenzó con una nota triste, cuando Carlos Vieu, director musical del Teatro Argentino, dio la noticia del fallecimiento de la ex primera bailarina Leonor Baldassari, madre de la cellista Viviana Almerares y de la soprano Paula Almerares. Tras un minuto de silencio seguido por un caluroso aplauso, anunció que esa función sería dedicada a su memoria.
Una vez comenzada La Italiana en Argel, la chispa y el humor irresistible de Rossini, dejó atrás la congoja y dio lugar al humor y la diversión. Fue esta una buena versión, en la que la mezzosoprano Mariana Rewerski aportó desenvoltura escénica al rol protagónico. No cabe duda de que tiene la physique du rôle y fue una Isabella seductora. Desde el punto de vista vocal, exhibió voz de bello color, registro parejo, buena línea de canto y coloratura. Sin embargo, el caudal vocal resultó escaso por momentos y fue casi inaudible, especialmente en las escenas de conjunto.
El tenor Santiago Ballerini como Lindoro, cantó con timbre esmaltado, buena emisión y fraseo elegante, lo que complementó con notable ductilidad escénica. Ricardo Seguel fue un Mustafá gracioso, de voz bien timbrada y caudalosa y buen desempeño escénico, mientras que el Taddeo de Luciano Miotto estuvo muy bien actuado, aportando el humor que conlleva el personaje y fue cantado con estilo impecable. El cuadro de cantantes se completó con las muy buenas actuaciones Oriana Favaro como Elvira y Rocío Arbizu en el rol de Zulma, mientras que Juan Pablo Labourdette fue un Haly correcto. El coro masculino dirigido por Hernán Sánchez Arteaga realizó una buena labor.
Silvio Viegas dirigió de manera dinámica, resaltando los momentos más brillantes de la partitura, aunque la orquesta no siempre le respondió y en la primera función, se notaron algunos desajustes.
La régie de Pablo Maritano resultó desopilante en muchas ocasiones y un tanto sobreactuada. Sin embargo, fue acertada al momento de delinear los personajes y resultó efectiva en cuanto aportó diversión al público. La escenografía de Andrea Mercado resultó funcional y agradable, resolviendo el tema de los cambios de escena de manera eficaz. El vestuario de Sofía Di Nunzio fue bello pero despojó a la obra de su esencia, que son las diferencias culturales entre medio oriente y occidente. En tanto, la iluminación de Alejandro Le Roux resultó muy adecuada. La sensación general fue de diversión. Al finalizar la función, el público, satisfecho, brindó calurosos aplausos a todos los integrantes del elenco.
