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Tristán e Isolda coin Barenboim, la West-Eastern Divan y famosos cantantes

 

 

Ovaciones para el mayor drama romántico de Wagner

 

Teatro Colón
6 de agosto de 2014


Escribe: Graciela Morgenstern

 

Tristán e Isolda
Fragmentos en versión de concierto
Música y Libreto: Richard Wagner


Elenco: Peter Seiffert, Waltraud Meier, Ekaterina Gubanova, René Pape, Gustavo López Manzitti
Orquesta West-Eastern Divan


Director musical: Daniel Barenboim

 

Richard Wagner sabía que la música no puede pensar pero puede expresar los contenidos emocionales de los pensamientos. En 1857, se establece con su mujer en La Verde Colina, en Zurich, una casa de veraneo vecina a la residencia de los esposos Wesendonk. El músico se enamora de Matilde Wesendonk y en medio de ese clima de exaltación, comienza su Tristán e Isolda. Sobre poemas de la mujer amada , compone cinco famosas canciones, dos de las cuales anticipan temas del futuro drama musical. La partitura va desarrollándose luego en Venecia y París, para culminar en Lucerna. Un año después, el 10 de junio de 1865, se estrana en Munich.


Cada acto de la obra es una corriente sonora que no se detiene y sigue fielmente las alternativas del drama, que transcurre entre pocos personajes. Es la orquesta la que revela los sentimientos más hondos de aquéllos y la que, a través de temas que se reiteran, se combinan y varían, crean un verdadero poema sinfónico, en el cual puede leerse la tragedia, aún prescindiendo de la letra.


En esta oportunidad, dentro de su Temporada Lírica Oficial y enmarcada al mismo tiempo, en el Festival de Música y Reflexión, el Teatro Colón presentó fragmentos de Tristán e Isolda, en versión de concierto, bajo la dirección de Daniel Barenboim. La versión estuvo integrada por el Preludio, el Segundo Acto y la Muerte de Amor del Tercer acto.


A pesar de esta fragmentación y de la ausencia de una puesta en escena, el espectáculo fue muy atractivo. Cantantes netamente wagnerianos de primera línea, aseguraban la calidad interpretativa. Waltraud Meier, reconocida internacionalmente como una de las mejores Isoldas de los últimos años, se identificó totalmente con el rol. Respondió a la extenuante exigencia de la princesa irlandesa con incansable intensidad. A pesar de alguna tirantez en ciertas notas de pasaje al agudo, su voz fluyó con naturalidad, dando relevancia al rol y enfatizando cada una de sus múltiples facetas. Hubiera sido deseable mayor pasión en su fragmento final “Mild und leise wie er lächelt”, pero de todas maneras, fue muy bien interpretado desde el punto de vista vocal y la parte no deja de ser emocionante por sí misma. De igual fama en los escenarios internacionales, el tenor Peter Seiffert encaró Tristán con voz de buena sonoridad. Aunque el paso de los años ha hecho su trabajo en cuanto al desgaste, aún puede apreciarse belleza y variedad de color y buen fraseo, especialmente de manifiesto en  “So starben wir, um ungetrennt”, que cantó con gran sensibilidad.


Excelente fue el Rey Marke de René Pape, quien retuvo la atención del público en cada palabra de su monólogo, usando su voz, pareja en toda la extensión del registro, óptima emisión e interesante coloración, para dar un efecto conmovedor y proyectar su resignada tristeza. Sobresalió por sobre todo el elenco y fue justamente ovacionado. Ekaterina Gubanova como Brangania realizó una muy buena labor, con bellas tonalidades aterciopeladas y voz bien proyectada, audible en toda la sala en todo momento. El Melot, bien cantado por Gustavo López Manzitti, completó el cuadro de solistas.


La maestría de Daniel Barenboim al frente de la Orquesta West-Eastern Divan quedó como algo obvio desde el preludio. Confirió una fuerza dinámica a la obra, que iba desde una poética calidez hasta una gran excitación, con el impulso del director. Mantuvo el hechizo musical, el pulso y fluidez de la partitura y la condujo de manera triunfal hasta la incandescencia del final. Su gesto hacia el público para que esperara hasta después de terminados los últimos acordes para los aplausos, fue casi en vano. El famoso “rugido del Colón” se dejó escuchar como en las grandes veladas y estruendosas ovaciones fueron el corolario de una noche feliz.