Requiem de Mozart en Memoria de Florencia Fabris
Iglesia Jesús Sacramentado
Lunes 1ero de Septiembre de 2014
Escribe:Diego Montero
Con motivo del aniversario de la muerte de la soprano Florencia Fabris, y por iniciativa de Juan Casasbellas, se realizó en la Iglesia Jesús Sacramentado el Réquiem de Mozart.
Una hermosa fotografía de la recordada artista nos recibió al ingresar a la iglesia. Se palpaba en el ambiente una extraña sensación de tristeza por la prematura pérdida, y de alegría por la reunión de amigos que “festejaban” la vida de Florencia.
Es que en los tiempos egoístas, paganos y cientificistas que corren, una reunión impulsada por el amor, es una verdadera rareza. Amigos íntimos y conocidos dando testimonio con su presencia del cariño que Florencia logró despertar, nos invitó a reflexionar sobre valores trascendentes casi perdidos.
A ello se sumaron dos gestos de altísimo contenido simbólico. El primero, que la madre de Florencia Fabris encendiera el Cirio Pascual, insignia Católica que representa a Cristo resucitado; y el segundo gesto, fue la lectura de los primeros versículos del capítulo XIV del evangelio de San Juan en donde Jesús comienza su despedida con una serie de discursos que son la cumbre de dicho evangelio y en donde se pone de manifiesto una de las enseñanzas más duras que Jesús dejó; aquella en donde se declara: “Soy Yo el camino, y la verdad y la vida; nadie va al Padre, sino por Mi”.
Inundados de ese entorno sacro dio inicio el Réquiem de Mozart. Bajo la batuta de Juan Casasbellas, el Coro de la institución Buenos Aires Lirica, al que se le sumaron entusiastas y amigos, el conjunto orquestal y los solistas Marisú Pavón, Vanina Guilledo, Santiago Ballerini y Hernán Iturralde, resonaron con pericia, musicalidad y buen gusto los sonidos de una hermosa obra. Con solistas ideales que entrelazaron su canto sin sobresalir, manteniéndose en el mismo plano sonoro con la orquesta cumpliendo así el ideal mozartiano que considera a las voces como parte de la orquesta, se apreció una versión digna y entusiasta.
Pero es evidente que más allá del valor musical de la versión, es más importante destacar el aprecio y el amor que Florencia Fabris logró generar en tanta gente. Vaya con estas breves palabras, nuestro recuerdo y reconocimiento hacia una persona bella.
Diego Montero