Los cuentos de Hoffmann por Juventus Lyrica
Muy buena vesión
Teatro Avenida
Domingo 14 de Septiembre de 2014
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotos: Liliana Morsia
Los Cuentos de Hoffmann, ópera con prólogo, tres actos y epílogo
Música: Jacques Offenbach
Libreto: Jules Barbier.
Elenco: Enrique Folger, Mariano Spagnolo, Felipe Cudina Begovic, Laura Pisani, Eugenia Fuente, María Belén Rivarola, Vanina Guilledo
Coro y orquesta Juventus Lyrica
Director del Coro: Hernán Sánchez Arteaga
Dirección musical: André Dos Santos.
Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova
Vestuario: María Jaunarena
Dirección escénica: Ana D’Anna.
Jacques Offenbach (Colonia, 1819 – Paris, 1880) compuso una gran cantidad de operetas, muchas de las cuales son muy famosas. Su ópera Los cuentos de Hoffmann, de notable inspiración melódica, fue estrenada después de su muerte, en la Opéra-Comique, París, en 1881.
Jules Barbier se basó en los relatos de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, para crear la trama argumental. La lucha entre el bien y el mal es recurrente en la mayoría de las historias que escuchamos o leemos a lo largo de nuestras vidas, desde la maliciosa reina de Blancanieves hasta el malvado Iago shakespeareano. El argumento de Los Cuentos de Hoffmann no escapa a esa fórmula. Gira en tomo del joven poeta Hoffmann, enamorado de la primadonna Stella. Su búsqueda del amor es frustrada por Lindorf, quien en tres demoníacos disfraces procura destruirlo. Hoffmann va a París, donde queda prendado de la muñeca Olimpia; a Venecia, donde cae en la trampa de la sensual cortesana Giulietta, y a Munich, donde se enamora de la cantante Antonia, predestinada a morir. Las tres mujeres representan a una sola: Stella. El epílogo encuentra a Hoffmann solo y ebrio y mientras Lindorf se aleja llevándose a Stella, el poeta encuentra a su musa inspiradora, instándolo a nuevas creaciones.
Juventus Lyrica presentó una muy buena versión de esta obra maestra del género lírico francés. En ella, el director de escena tiene amplia libertad, que emana de la fantasía requerida para el montaje de la ópera. Ana D’Anna la utilizó para dar buenas soluciones y adecuado sentido musical a la obra. Todos los cuadros tuvieron energía y coherencia, y la idea de magia y destino estuvo presente. La marcación fue dinámica, con buen movimiento de la masa coral, a pesar del acotado espacio escénico que tiene la sala. El bello vestuario de María Jaunarena y la adecuada escenografía e iluminación de Gonzalo Córdova contribuyeron a una producción escénica para el aplauso.
Enrique Folger enfrentó el difícil rol protagónico con entrega y apasionamiento. Con legato bien hilado y muy buena técnica, resultó convincente en expresar el dramatismo de la situación de Hoffmann. Logró buenos momentos de canto heroico pero su tendencia a cantar forte casi todo el tiempo no le permitió desarrollar otras instancias más líricas. Y dado lo demandante del personaje, llegó al final con signos de fatiga. De todos modos, fue la suya una muy buena actuación.
Los cuatro roles de villano fueron asumidos por el bajo Felipe Cudina Bergovic quien a pesar de poseer los matices y la intención que los papeles requieren, pareció no sentirse cómodo en las notas más agudas que la partitura le plantea. Desde el punto de vista escénico, dio la medida de cada personaje. Su Lindorf fue tan malvado como grotesco su Coppelius; su Dappertutto, tan diabólico como amenazante su doctor Miracle.
Musicalmente, Olympia es una parte en la que difícilmente una soprano de coloratura, suponiendo que tenga 3las notas necesarias, fracase. Laura Pisani demostró que tiene las notas y algo más. Fue una Olympia graciosa pero refinada, de gran liviandad y agilidad vocal. Eugenia Fuente puso pasión y sensualidad en el personaje de Giulietta. Su voz posee la robustez y la riqueza de matices que la parte requiere. Bello color vocal y musicalidad, pureza de estilo y sensibilidad escénica fueron las cualidades esenciales de María Belén Rivarola, quien trazó un inmejorable retrato de la tierna y frágil Antonia. También fue buena la actuación de Vanina Guilledo en el personaje travestido de Niklausse, protector de Hoffmann durante toda la obra, su verdadera “voz de la conciencia”.
Pablo Scaiola cantó bien la parte de Frantz, única instancia risueña del tercer acto. Pero fue ese el único momento en que la marcación escénica no estuvo acorde al libreto, ya que no se notó el quiebre de su voz en la primera parte de su aria, ni fue danzada la segunda, con lo cual el aria perdió su concepto básico. El resto del elenco se desempeñó en forma satisfactoria en los roles comprimarios, destacándose el Hermann de Juan Font.
La Orquesta sonó disciplinada bajo la batuta de André Dos Santos, quien nunca perdió el dominio de la partitura, encarando momentos de vivacidad y de lirismo con idéntica solvencia. Igualmente brillante fue la participación del Coro de Juventus Lyrica, preparado por Hernán Sánchez Arteaga, completando así un gran trabajo en equipo que se tradujo en una muy buena versión, que el público celebró con entusiasmo.