Muy buen elenco para la última broma de Verdi
Teatro Colón
Martes 16 de Septiembre de 2014
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotos: Arnaldo Colombaroli, Máximo Parpagnoli
Falstaff , de Giuseppe Verdi Comedia lírica en tres actos (1893)
Libreto: Arrigo Boito, basado en Las alegres comadres de Windsor y Enrique IV, de William Shakespeare
Elenco: Ambrogio Maestri, Fabián Veloz, Bárbara Frittoli, Paula Almerares, Elisabetta Fiorillo, Emanuele D’Aguanno, Guadalupe Barrientos, Sergio Spina, Juan Borja, Gustavo Gibert
Coro Estable del Teatro Colón Director: Miguel Martínez
Orquesta Estable del Teatro Colón
Dirección Musical: Roberto Paternostro
Diseño de Escenografía e Iluminación: Juan Carlos Greco
Diseño de Vestuario: Aníbal Lápiz
Dirección de Escena: Arturo Gama
“Tutto nel mondo é burla” (Todo en el mundo es burla) dice el final de Falstaff. Pero fue Giuseppe Verdi quien se “Burló” de toda la humanidad. Luego de muchas composiciones de intenso dramatismo, cuando todo el mundo lo tenía catalogado como un músico trágico, a los 78 años, concluía esta ópera cómica. La genialidad de esta obra radica no sólo en el hecho de ser una comedia, sino básicamente en la manera en que trata el humor, sin una llegada directa a través del chiste fácil, sino por medio de la ironía y la sutileza literaria. También, desde el punto de vista musical, es muy diferente al resto de las composiciones verdianas. Prácticamente desprovista de arias, hay abundancia de escenas de conjunto en las que las voces se amalgaman en ensambles difíciles de igualar.
El Teatro Colón presentó una versión en que la mayor fortaleza fue el elenco de cantantes. Estuvo encabezado por Ambrogio Maestri, de voz poderosa y bien timbrada en toda la extensión de su registro. Su óptimo manejo del fiato le permitió ir de una voz plena a un pianissimo, pasando por una amplia paleta de diferentes colores vocales, hasta llegar al más leve tono, dando la intención precisa a cada frase. Además de poseer la “physique du role”, convenció por sus dotes actorales, interpretando un Falstaff bien logrado desde todo punto de vista, provocando una gran ovación al final de su actuación.
Muy buen desempeño tuvo también Fabián Veloz como Ford. Con sólida línea de canto y buen manejo de sus medios vocales, realizó una convincente composición del personaje. Si bien el Fenton del tenor Emanuele D’Aguanno pareció inseguro, su actuación fue mejorando durante la función y realizó su labor dentro de un marco general de solvencia. Seguros y eficaces fueron las ininterpretaciones de Sergio Spina, Juan Borja y Gustavo Gibert como Dr. Cajus, Bardolfo y Pistola, respectivamente.
En el elenco femenino, se destacó la exquisita Nanetta de la soprano Paula Almerares. Su voz fresca y cristalina, impecable línea de canto y filatti perfectos se sumaron a una brillante actuación. Su aria “Sul fil d’un soffio etesio” fue de una delicadeza extrema basada en su técnica sólida. Aunque Barbara Frittoli no carece de belleza tímbrica y gran musicalidad, en algunas oportunidades le faltó la amplitud vocal que requiere la parte de Alice Ford. De todas maneras, su actuación fue muy satisfactoria. Elisabetta Fiorillo realmente se puso en la piel de Mrs. Quickly y realizó un excelente trabajo actoral, desplegando importante material vocal en su registro grave. En tanto, la Meg de Guadalupe Barrientos estuvo muy bien cantada, con solvencia técnica, registro parejo, belleza vocal y actuación convincente.
El Coro Estable cumplió con sus intervenciones de manera altamente eficaz, bajo las órdenes de Miguel Martínez.
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La orquesta cumple un papel fundamental en esta obra y la Orquesta Estable, bajo la batuta de Roberto Paternostro, realizó una prolija lectura de la partitura, pero carente del brillo y dinámica inherentes a la obra.
La marcación escénica de Arturo Gama fue rutinaria y no tuvo aspectos para destacar. El hecho de que la obra termine con los artistas con ropa de calle, cantando delante de la parte posterior de los decorados, no constituye nada novedoso. Ya se ha visto en algunas otras puestas. La escenografía de Juan Carlos Greco se destacó por su fealdad y tal vez lo más grave fue que al no estar bien cerrada la escena, tanto arriba como detrás de los decorados, las voces no se proyectaban de manera pareja. La iluminación, también de Greco, fue eficaz. Sólo el detallista e impecable vestuario diseñado por el talentoso Aníbal Lápiz se ajusta a la obra shakespeareana y la recrea casi de una manera fotográfica.
De todas maneras, el público reaccionó de manera acorde, ante un muy buen elenco y la función terminó con ovaciones. En estos casos y sin desmerecer las actuaciones, el mayor aplauso es para esta magnífica comedia y para su genial compositor quien, casi a los ochenta años, hizo su última “broma” al mundo.
Foto: Arnaldo Colombaroli
Foto: Máximo Parpagnoli
Foto: Máximo Parpagnoli