Una versión para ver y disfrutar
Teatro El Nacional
Transmisión en vivo de New York
Sábado 17 de enero,
Escribe Graciela Morgenstern
La Viuda Alegre, de Franz Lehár
Libreto: Víctor León y Leo Stein
Elenco: Renée Fleming, Nathan Gunn, Kelli O’Hara, Alek Schrader, Thomas Allen, Carson Elrod y otros
Director Musical: Sir Andrew Davis
Producción escénica y coreografía: Susan Stroman
Escenografía: Julian Crouch
Vestuario: William Ivey Long
Iluminación: Paule Constable
Sala: Metropolitan Opera House, New York
No hay duda de que los estadounidenses son maravillosos al momento de organizar un show. Todo estuvo hecho “a lo grande”, sin escatimar recursos ni esfuerzos, tal como es su costumbre. Y así fue que se pudo apreciar una puesta magnífica, con régie y coreografía de Susan Stroman quien habitualmente se desempeña dentro del ámbito del music hall. La hermosa escenografía de Julian Couch, el bellísimo y colorido vestuario de William Ivey Long y la acertada iluminación de Paule Costable contribuyeron al efecto general. Tal vez la escena que más se disfrutó fue la del can-can del último acto que si bien no tuvo verdadero sabor francés fue de gran magnificencia.
En el plano vocal y actoral, si bien es difícil juzgar en una versión que al ser transmitida, necesariamente cuenta con amplificación de sonido, se pudo observar que la Hanna de Renée Fleming contó con la belleza vocal y ductilidad técnica que le es característica. Destacable en todo sentido fue el Barón Mirko Zeta de Thomas Allen, quien realizó una excelente actuación. Kelli O’ Hara encarnó una buena Valencienne, todo un mérito tratándose de una cantante que ha desarrollado su carrera básicamente en el área de la comedia musical. Nathan Gunn fue un Danilo de canto seguro y Alek Schrader, un Camille de bello color vocal aunque le faltó lirismo. El resto del extenso elenco actuó de manera apropiada, sobresaliendo el Njegus de Carson Elrod por su desenvoltura escénica.
Sir Andrew Davis a cargo de la dirección musical utilizó tiempos adecuados y brindó la posibilidad de lucimiento a los cantantes.
Lamentablemente, la obra fue traducida al inglés y si bien la traducción era bastante correcta, abundó en diálogos, lo que hizo que el ritmo decayera por momentos y la despojó del sonido intrínseco de la misma. Existiendo el subtitulado, no se entiende por qué la Metropolitan Opera House optó por un idioma que no es el original, tal como lo hubiera hecho un pequeño teatro de provincia.
La presentación fue realizada por la mezzo soprano Joyce Didonato, querida y admirada en nuestro medio. La transmisión y organización de la Fundación Beethoven fue impecable. Resulta muy interesante poder presenciar estas funciones que nos permiten acercarnos al resto del mundo.