La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón.
Teatro Colón
Viernes 27 de Marzo de 2015
Escribe: Néstor Echevarría
Orquesta Filarmónica de Buenos Aires.
Programa:
“Finlandia” opus 26 de Sibelius.
“Concierto a Celedonio”, para guitarra y orquesta de Diemecke,
“Concierto de Aranjuez”, de Rodrigo.
fragmentos de “El Príncipe Igor” de Borodin.
Direccion: Enrique Arturo Diemecke.
Solista Pepe Romero (guitarra)
Coro “Musica para la Equidad“ (director Hernán Sánchez Arteaga)
Interesante y muy lucido resultó el concierto inaugural de la temporada de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el teatro Colón. Bajo la eficaz guía y preparación de su director titular, el maestro mexicano Enrique Arturo Diemecke, el organismo ofreció un variado programa que comenzó con un homenaje a los ciento cincuenta años del nacimiento del compositor finlandés Jean Sibelius.
El breve poema sinfónico “Finlandia”,opus 26, es una página motívica de exultante patriotismo contra la intención zarista de aquel entonces -finales del siglo XIX- de convertir a ese país escandinavo en territorio propio, y asume así el carácter de exaltación a su independencia, con valores musicales que fueron bien expuestos por el director y sus subordinados.
A renglón seguido, Diemecke dio a conocer como estreno latinoamericano su “Concierto a Celedonio”, para guitarra y orquesta, de unos quince minutos de duración. La referencia es doble, al gran intérprete de la guitarra Celedonio Romero , el “pater familiae” de aquel celebre cuarteto de guitarras con sus tres hijos, llamado “Los Romeros”, que integraba precisamente el solista invitado para este concierto, el destacado guitarrista Pepe Romero.
De ahí que la composición contó con una presencia virtual en la evocación de Celedonio (nacido en Cuba, ocasionalmente, en 1913 y fallecido en los EE.UU. en 1996 ) y de su hijo, nacido en Málaga.. Tres movimientos posee, donde comulga la asociación de guitarra solista con las cuerdas de la orquesta y algunas maderas, condicionando una obra bien construida, donde el fandango del último movimiento, con palmeo del propio autor en el podio, dio cierre a una ejecución colorida y comunicativa.
El difundido “Concierto de Aranjuez” de Joaquín Rodrigo (1901-1999), el músico valenciano que vivió ciego la casi totalidad de su vida, fue objeto de ajustada versión y el guitarrista lució su tañer y el manejo del instrumento ,agregando fuera de programa una “fantasía” compuesta por su padre.
Ahora bien, como decíamos al comienzo, lo variado del programa se notó claramente después del intervalo con la “Obertura, marcha y danzas polovtsianas” de la ópera “El príncipe Igor”, del compositor ruso Alexander Borodin (1833-1887), que desde la química (su profesión) a la música (su vocación), llegó con importantes aportes para el repertorio ruso.
Dejó inconclusa al morir esta ópera (terminada por destacados connacionales como Rimsky Korsakov y Glazunov) basada en un episodio de lucha del mencionado príncipe Igor contra las tribus polovtsianas ,que remonta a la tradición eslava.
El escenario del Colón se repletó entonces con una nutrida formación orquestal y la presencia de un cuantioso coro juvenil, al fondo, integrado por mas de doscientas voces, conjuntadas en un programa del Ministerio de Educación de la Comuna, denominado “Música para la Equidad” , cuya loable participación contó con la dirección de Hernán Sánchez Arteaga .
Un cierre entonces elocuente para certificar los méritos del compositor ruso , apelando a la versión con coro de sus fragmentos mas conocidos, que nutren con frecuencia por su comunicación y brillo los programas de conciertos.
Néstor Echevarría