Brillante actuación de Mónica Ferracani
"Tosca” por Buenos Aires Lírica
Sala: Teatro Avenida
Sábado 2 de mayo de 2015
Escribe: Graciela Morgenstem
Tosca, de Giacomo Puccini
Libreto: Luigi Illica y Giuseppe Giacosa
Elenco: Mònica Ferracani, Enrique Folger, Homero Pèrez-Miranda, CChristian Peregrino, Enzo Romano, Sergio Spina, Felipe Carelli, Walter Schwarz, Cecilia Arroyo y otros
Coro de Buenos Aires Lìrica
Coro de Niños Petites Coeurs
Director del coro: Juan Casasbellas
Directora del coro de niños: Rosana Bravo
Orquesta de Buenos Aires Lìrica
Dirección musical: Javier Logioia Orbe
Puesta en escena y diseño de escenografía: Marcelo Perusso
Diseño de vestuario: Stella Maris Müller
Diseño de Iluminación: Rubén Conde
Una mujer es interrogada por el jefe de la policía. Mientras eso ocurre, ella oye cómo su amante, acusado de encubrir la fuga de un preso político, es torturado en la habitación contigua. Parece ser uno de los testimonios del libro Nunca Más. Sin embargo, es parte de lo que ocurre en el segundo acto de Tosca, la más teatral de las óperas de Puccini. Además de líneas melódicas extraordinariamente bellas, la obra posee una gran sutileza expresiva en la que el compositor plasmó conflictos y reacciones humanas. El libreto está basado en el drama homónimo del Victoriano Sardou, que fue escrito para la inolvidable Sarah Bernhardt. La ópera posee las características del género verista y desde su estreno en Turín en 1900 ha gozado de amplias preferencias por parte del público.
Ya sea por el manejo de las voces, como por sus exigencias interpretativas, Tosca es una ópera de grandes divos, requiriendo a su vez, la participación de un director de orquesta capacitado, con buenas dotes comunicativas. Javier Logioia Orbe dirigió la orquesta con garra y tiempos precisos. Su interpretación fue minuciosa: captó y transmitió la emotividad y dramatismo del texto.
El rol protagónico fue confiado a la soprano Mònica Ferracani, quien compuso una Tosca polifacética, frágil y humana por momentos y con una gran fortaleza en otros. Su patrimonio vocal es de gran notoriedad, con un timbre grato, aterciopelado y homogéneo y con caudal suficiente. Cantó y actuó con convicción, sin fallas en la afinación y con emisión franca y pareja. Causó gran impacto en el público que ovacionó su Vissi d’arte.
El tenor Enrique Folger compuso un Cavaradossi heroico y desafiante, desempeñándose con gran histrionismo. En el aspecto vocal, el bello color de su voz lograron convencer, a pesar de una falta de matices en algunos momentos, tales como en sus dos arias Recóndita armonía y E lucevan le stelle. Por su parte, Homero Pèrez-Miranda también fue aplaudido por la redondez de su voz. Usó todos los matices necesarios para adaptarlos a la fase escénica del personaje, dando a cada frase la intención justa. Su Scarpia fue más sanguineo que cerebral. La gran entrega que puso en el personaje le valió el reconocimiento del público.
En tanto, Sergio Spina en el papel de Spoletta actuó de manera eficiente, tanto en el aspecto vocal como en el escénico. Utilizó las pocas frases que el libretto le brinda para delinear el personaje. Enzo Romano tuvo un buen desempeño como el sacristán y Christian Peregrino fue un Angelotti discreto. El resto del elenco cumplió con su cometido, al igual que el Coro de Buenos Aires Lírica y el Coro de Niños Petites Coeurs.
La puesta en escena de Marcelo Perusso se ajustó a libreto. Utilizó proyecciones para dar profundidad y sensación de espacio a un escenario en el que esas cualidades no abundan. La marcación escénica fue adecuada, al menos en la porción de escenario visible para esta crítica, ya que la localidad asignada era lateral y no permitía la visibilidad plena de la escena. En un nivel superior, durante el segundo acto, podía verse en paralelo a la acción que se desarrollaba dentro del despacho de Scarpia, la escena de la actuación de Tosca en el Palazzo Farnese y luego, la tortura de Cavaradossi. Ambos momentos resultaron en una distracción de la escena principal, por lo que se debieron haber obviado. Pero más allá de eso, la régie resultó adecuada, así como también la iluminación y el vestuario, ubicado bien en época.
En su conjunto, esta fue una brillante versión de una historia sobre política, tortura, amor y muerte.