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"Quartett", en el Colón


Una obra controvertida

Teatro Colón

Viernes 19 de Junio de 2015

 

Escribe: Graciela Morgenstern


"Quartett", ópera épica en un acto

Luca Francesconi - Texto y música.

 

Allison Cook- Marquesa de Merteuil

Robin Adams - Vizconde de Valmont

 

Iluminación de Marco Filibeck

Proyecciones de Franc Aleu

Escenografía de Alfons Flores

Vestuario de Lluc Castells

"Régie" de Álex Ollé (La Fura dels Baus)

 

Orquesta Estable del teatro Colón (Brad Lubman).

 

 

"No vengan al teatro si no están dispuestos a cuestionar lo que hacen y lo que son. Ésta es una ópera violenta, sexual, blasfema, aquí no hay piedad. Los dos únicos personajes en escena son la personificación del cinismo y se han jurado no volver a amar jamás", dijo Luca Francesconi, compositor y libretista  de “Quartett”.  Si bien el libreto de la obra es muy duro e incluye mucha violencia y deterioro moral y físico, la frase suena bastante más rimbombante comparada con lo que es la ópera en sí misma.

 

La obra consta de trece escenas que se extienden a lo largo de ochenta minutos. Fue ofrecida en La Scala de Milán, con dos orquestas, una en el foso y otra interna. En esta ocasión constó de una orquesta reducida y se reemplazó la interna por una grabación que también incluía efectos y sonidos especiales, todo bajo la hábil conducción de Brad Lubman.

 

El elenco estuvo conformado por sólo dos cantantes, la mezzosoprano Allison Cook como la Marquesa de Merteuil y el barítono Robin Adams como el Vizconde de Valmont. Con caudal vocal suficiente para esta especie de recitativo constante con algunos saltos y variaciones vocales, ambos fueron muy efectivos en transmitir los diferentes estados emocionales y físicos de los personajes, que se transforman en víctimas y victimarios sucesivamente durante el transcurso de la obra.

 

El punto fuerte de la representación fue, sin duda la puesta en escena de Álex Ollé, integrante de La Fura dels Baus, tal vez en la producción más lograda que haya presentado en el Teatro Colón. Constaba de una combinación de proyecciones y como elemento corpóreo, una caja negra suspendida a metros del piso del escenario. Las primeras, bien ideadas por Franc Aleu, ubican al espectador en cuanto a espacio e ilustran también, los sentimientos de los protagonistas. La inteligente escenografía de Alfons Flores representa la habitación donde transcurre el dilema de los protagonistas. La parte visual se completa con la magistral iluminación de Marco Filibeck y el adecuado vestuario de Lluc Castells. Es interesante notar que al comienzo de la obra, las proyecciones llevan al espectador a través del espacio, hasta una ciudad, luego a un edificio, dentro del cual se encuentra este cuarto donde transcurre la acción. Y al final, la muerte de uno de los protagonistas resulta en la disrupción emocional del otro (individuo), la destrucción del lugar (el microcosmos) y finalmente, del espacio (el macrocosmos). Nada más ni nada menos que lo que presentaba Shakespeare, como símbolo del teatro Isabelino, en sus tragedias. Nada nuevo bajo el sol.

 

Con más puntos a favor que en contra en cuanto a su producción, quedan dos preguntas para formular. La primera es: corresponde que Quartett integre la Temporada Oficial de ópera o sería más apropiado integrarla al ciclo Colón Contemporáneo o el del CETC? Y la segunda, los abonados están conformes con haber pagado valores que rondan desde los $ 400 hasta los $ 2000 por localidad, para ver esta obra? Evidentemente, las opiniones son diversas, porque al final de la función, abucheos y aplausos se entremezclaron por igual.