En ciclo “Todos al Escenario”.
LA IMPORTANCIA DE HINDEMITH
Teatro Provincial de Salta
Lunes 24 de Agosto de 2015
Escribe: José Mario Carrer
Segunda jornada del Festival Hindemith.
-Sonata para flauta y piano (1936) por Marina Tiburcio (flauta) y Diana Lopszyc (piano),
-Sonata para contrabajo y piano (1949) por Gonzalo Alvarez Castelo (contrabajo) y Javier Anderlini (piano).
-Octeto (1957/8) por Eugenio Tiburcio (clarinete), Karina Morán (fagot), Elenko Tabakov (corno), Irena Urushadze (violín), Aleksandre Urushadze (viola), Mauricio Torres (viola), Martín D’Elía (violonchelo), Gonzalo Alvarez Castelo (contrabajo).
La música alemana del siglo XX tomó un camino especialmente distinto de lo que era hasta fines del siglo XIX. En muchos aspectos se diferencia del estilo y principios básicos decimonónicos. En este sentido, el gran modelo de este cambio, de esta nueva visión sonora fue el notable violista, compositor, pedagogo y líder de todo un movimiento artístico, Paul Hindemith (1895-1963) que entre los años 1920 a 1960 creó lo que se dio en llamar “la nueva objetividad”. Una de las principales características del festival que lleva su nombre, fue la osadía de mostrar esta particular expresión musical. Lo hizo María Fernanda Bruno conductora del Departamento de Música de Cámara acompañada de la excelente pianista y profesora argentina Diana Elizabeth Lopszyc.
El siglo XX trajo nombres verdaderamente importantes. Están los rusos Stravinsky, Shostákovich, Prokofiev, para nombrar los más relevantes, pero en centroeuropa apareció Hindemith y luego Stockhausen, que impregnaron de novedades el ámbito de la construcción musical. Que hay mas? Claro que sí. Sería imposible nombrar aquí todos los que aportaron en la renovación sonora y los significados de la misma que inevitablemente mostró la música cuya llegada auditiva no fue ni es fácil lo que no supone carezca de atractivos. Pero esto lo digo con la intención de señalar que no es música para cualquier instrumentista. Se requieren virtuosos en cada instrumento. Al decir de la maestra Lopszyc, los participantes de este festival lo son y están en condiciones de mostrarse en cualquier sala de conciertos lo que llena de orgullo a los salteños pues todos integran la Orquesta Sinfónica de Salta.
Hindemith, además de sus famosas obras para orquesta como la escrita para la ópera Mathis der Mahler, Nobilissima Visione, Metamorfosis Sinfónica sobre temas de Weber, etc. compuso una nutrida cantidad de páginas para la expresión camarística. Escribió, por ejemplo, veintiséis sonatas para viento cuerdas, piano, órgano y arpa. Diecisiete antes de dejar Alemania por su rechazo total al dictador Hitler y nueve en Estados Unidos, país en el que se radicó y posteriormente adoptó su nacionalidad. Menciono esta circunstancia para señalar que ellas no están originadas en situaciones o ánimos personales, sino que son música pura. Están compuestas además con un sentido pedagógico pero con la génesis de su convencimiento de que no había nada “decente” -al decir de Hindemith- para estos instrumentos.
Hindemith, al menos para muchos entre los que me incluyo, fue el mas grande polifonista del siglo XX y sostenía que el oído humano, iniciado o no en el placer de auditar la música, tiene larga capacidad para escuchar, comprender y apreciar mas de dos sonidos simultáneos aún cuando haya una línea melódica y el resto sea el marco de la misma. Cada sonata esta escrita pensando en las posibilidades de cada instrumento y esa decisión hace justamente que la mente esté pendiente siempre de lo que suena y esperar lo que viene a continuación. Si las sonatas de esta noche asi fueron, imaginen lo que fue el final con un octeto formado por los músicos mencionados arriba. Tienen su individualidad, pero el tutti es realmente una maravilla. Según mis antecedentes, el “Oktett” se toca por primera vez en Argentina y si estoy en lo cierto, parece muy raro que no se haya hecho antes obra de tal luminosidad. A la vez, sus intérpretes fueron dóciles, flexibles, exactos con lo que la expresión comunicó las profundidades de una página de esta envergadura. Entre ellos -sería injusto hablar de preferencias - decidieron ritmos, ataques, fraseo e intensidades, seguramente con la colaboración de la maestra Lopszyc. En cuanto a las sonatas previas, sus ejecutantes, citados más arriba, rayaron a gran altura. En suma el ciclo, se vistió de fiesta para una de sus mejores presentaciones.