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Katia Labèque y Viktoria Mullova en la temporada de Nuova Harmonia


UN RECITAL CON CURIOSAS ARISTAS

 

Teatro Colón

Lunes 28 de Septiembre de 2015

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

Programa:
Mozart: Sonata Nº 42, en la mayor, K 526;

Schumann: Sonata Nº 1, en la menor, opus 105;

Takemitsu: Distance de fée;

Pärt: Fratres;

Ravel: Sonata Nº 2, en sol mayor.

 

Viktoria Mullova, violín y Katia Labèque, piano.

 

 

Realizar la evaluación de este recital no es por cierto tarea fácil, porque ofreció características notoriamente disímiles a lo largo de su desarrollo. Katia Labèque y Viktoria Mullova se presentaron el lunes en el Colón, en octava función de abono de Nuova Harmonia, y desplegaron labores contrastantes, ya que la actuación de la primera fue decididamente pareja y de remarcable vuelo, mientras que la segunda puso en evidencia llamativos altibajos.


Una artista famosa
Junto con Hillary Hahn, Midori Gotó y Anne-Sophie Mutter, entre otras, Viktoria Mullova (55) pertenece sin duda a la constelación de las grandes violinistas de las últimas décadas. Nunca había estado en la Argentina, y en esta oportunidad, su debut en nuestro medio, que había generado enorme expectativa, resultó medianamente decepcionante.


Es que sobre todo en la primera porción de la velada (Mozart y Schumann) la instrumentista rusa, sin perjuicio de su seguridad, exhibió una suerte de dicotomía sonora manifiesta. En efecto; si dividimos la tesitura de su arco por la mitad, bien puede afirmarse que en la sección inferior el espectro lució agradable y bien modelado. En la zona superior, en cambio, y muy especialmente en los pasajes rápidos, las notas fueron azarosas, metálicas, casi permanentemente chirriantes, lo que trajo como consecuencia una superficialidad básica de expresión. Se trata desde luego de un vicio producto de la comodidad del ademán, adquirido probablemente por cansancio de brazo, que desemboca en falta de calidez y redondeo del metal.


Sin embargo, en la segunda parte, Viktoria Mullova, se lo debe decir, se lució al traducir las variaciones delicadas, lírico-expresionistas del japonés Toru Takemitsu y del estonio Arvo Pärt, y especialmente en la Sonata de Ravel, cuyas síncopas y "ostinati" abordó con legato de impecable transparencia técnica y magistral vibración rítmica.


Katia Labèque
Una de las dos "soeurs passion", Katia Labèque es decididamente una gran intérprete. Dueña a los sesenta y cinco años (que no parece ni por asomo) de un mecanismo de exquisita pulcritud y pulsación propia de los artistas de elevado rango, flexible, depurada, la pianista francesa demostró asimismo destacado y contundente temple (Pärt, Ravel), toque de alado refinamiento (Mozart) y quizás por encima de todo ello, una musicalidad superlativa.


Fue la suya una participación decisiva y siempre apropiada, que realzó armoniosamente la jornada con estilo, plástica paleta tímbrica e intuitiva pero sabiamente estructurada dinámica.


Calificación
: bueno
Carlos Ernesto Ure