"El Ángel de Fuego", de Prokofiev, en el Colón
DIARIO DE UNA PROTAGONISTA DELIRANTE
Teatro Colón
Martes 3 de Noviembre de 2015
Escribe: Carlos Ernesto Ure
"El Ángel de Fuego", ópera en cinco actos, opus 37, con texto y música de Serguei Prokofiev.
Con Elena Popovskaya, Vladimir Baykov, Roman Sadnik, Iván García, Cecilia Díaz, Guadalupe Barrientos, Duilio Smiriglia, Alejandra Malvino, Hernán Iturralde, Mario De Salvo, Iván Maier, Gustavo Gibert, Víctor Castells, Rocío Giordano y Victoria Gaeta.
Iluminación y escenografía de Enrique Bordolini, vestuario de Imme Möller y "régie" de Florencia Sanguinetti.
Coro (Miguel Martínez) y Orquesta Estables del Teatro Colón (Ira Levin).
Dejemos de lado la calificación médica de la protagonista, porque ello le corresponde a un psiquiatra. Pero lo cierto es que la construcción de una ópera en cinco actos, asentada en las alucinaciones delirantes de su personaje central, por añadidura, de rasgos sicóticos bipolares, puede ser de interés científico, mas desemboca irremediablemente en el tedio debido a su ausencia casi total de teatralidad. Prokofiev, y esto es evidente, admirador de la novela simbolista de Bryusov aunque desbordado por el tema, no se manejó con desenvoltura en su traslado al terreno lírico. La línea de canto declamatorio de "El Ángel de Fuego", el estilo indeciso entre su propia estética expresionista y una suerte de retorno subconsciente al realismo lírico-romántico, así como también los siete años que demandó la finalización de la partitura, sus fallidos intentos de re-elaboración, su estatismo funcional, todo ello contribuyó a plasmar un producto ambiguo, envejecido como melodrama, sin perjuicio de su riqueza tímbrica-instrumental y sus realmente espléndidos fragmentos orquestales, utilizados con brillo en la Tercera Sinfonía.
Regreso tardío
Concluida su composición en 1927, "El Ángel de Fuego" no se dio nunca, hasta su estreno muy tardío, en 1955, en "La Fenice", de Venezia. En el Colón se representó en 1966 y 1971. En la actualidad es una obra de infrecuente ejecución (en todo el año pasado registramos una única producción, en Julio, en la "Komische Oper", de Berlín). El coliseo de la calle Libertad decidió sin embargo integrar el martes su corto ciclo de abono con una nueva versión cantada en ruso de este título del gran autor de "El Amor por tres Naranjas", y la idea, se lo debe decir, no fue decididamente muy feliz (hubo notorios claros en la sala).
En el cuadro vocal, tanto la soprano moscovita Elena Popovskaya (la obsesa Renata) como el barítono Vladimir Baykov (Ruprecht), exhibieron registros desparejos aunque cumplieron con corrección, sin ir para nada más allá; el característico "altino" austríaco Roman Sadnik (Agrippa y Mefistófeles) mostró en cambio metal redondamente conformado, y entre tantos papeles menores, nuestros compatriotas el tenor Duilio Smiriglia (Jakob) y las mezzos Cecilia Díaz (Madre Superiora) y Guadalupe Barrientos (Posadera) acreditaron solvencia y consistente material.
No ayudaron por cierto a realzar esta edición la escenografía descarnada y de esquema repetitivo diseñada por Enrique Bordolini, el insípido vestuario creado por Imme Möller ni la híbrida puesta de Florencia Sanguinetti, ello con excepción del "pandemónium" del acto final, criteriosamente pensado en cambio en materia de luces, movimientos y acción dramática.
Esbelta traducción orquestal
Preparado por Miguel Martínez, el coro estable cumplió un eficiente cometido en ese último cuadro (las partes del sector femenino, divididas a nueve, son musicalmente complejas), al tiempo que Ira Levin condujo la orquesta de la casa con incuestionable vuelo y pulcritud.
Calificación: aburrido/discreto
Carlos Ernesto Ure