"Parsifal" de Wagner en el Colón
Teatro Colón de Buenos Aires
Viernes 11 de diciembre de 2015
Escribe: Diego Montero
Parsifal, festival sagrado en tres actos, con libreto y música de Richard Wagner.
Elenco: Christopher Ventris, Nadja Michael, Stephen Milling, Ryan Mc Kinny, Hernán Iturralde, Héctor Guedes.
Director de Orquesta: Alejo Pérez
Director de Escena: Marcelo Lombardero.
Parsifal es una obra misteriosa. Su extensión, más de cuatro horas de espectáculo, y la lentitud de la acción teatral quedan relegadas mágicamente a un segundo plano. Es que la música que Wagner concibió para esta obra sacra, tiene justamente eso. Sacralidad y misticismo. Y entonces la percepción del tiempo desaparece y las palabras de los personajes resuenan como ecos que nunca desaparecen y se amalgaman a los sonidos de los instrumentos orquestales creando un tejido envolvente al mismo tiempo seductor y dramático.
Para lograr este complejo efecto se requiere indudablemente de artistas especiales. Y el equipo a cargo del aspecto musical tuvo como principal responsable al director de orquesta Alejo Pérez.
Este excepcional director de orquesta captó de manera sin igual el estilo wagneriano sumándole el propio. Un sutil manantial de refinamiento y sencillez para encarar cada una de las frases musicales obteniendo elegancia y nuevos planos sonoros que dan cuenta de un espíritu libre. Alejo Pérez recreó con maestría el perfume envolvente y la caricia seductora de una de las páginas musicales más hechiceras y subyugantes.
La Orquesta Estable del Teatro Colón dio cátedra de precisión y buen gusto, siguiendo la mano de su director con exactitud logrando sonoridades cristalinas y hermosas. El sector vientos alcanzó una trascendencia histórica. Esta es la mejor prueba para demostrar que muchos directores que habitualmente trabajan con esta orquesta, no están a su altura.
El tenor inglés Christopher Ventris fue un Parsifal de antología. Gran sonoridad, bello timbre vocal y sobrada musicalidad para recrear al joven casto e inocente (no necio).
El personaje de Gurnemanz fue interpretado con destreza por el bajo danés Stephen Milling que expuso encomiables y nobles recursos vocales y teatrales. Bueno fue el desempeño vocal del barítono norteamericano Ryan Mc Kinny como Amfortas y mejor aún fue su trabajo actoral.
Un caso que requiere un poco más de análisis es el de la mezzosoprano Nadja Michael porque no es fácil evaluar el desempeño de un artista que debe afrontar a uno de los personajes más difíciles de cantar del repertorio lírico. Kundry tiene una tesitura muy amplia. Requiere fácil acceso a la zona aguda del registro vocal al modo de una soprano, y la potente sonoridad en la grave al modo de una contralto. Estas características vocales fueron maravillosamente expuestas por la artista alemana, sin embargo Kundry es también seductora y delicada, y entonces la potencia vocal de Michael desvirtuó la musicalidad del personaje. Su canto terminó siendo por momentos agresivo y hostil.
Héctor Guedes fue un correcto Klingsor.
Una muestra de calidad artística se contempló en el muy buen desempeño de los artistas argentinos que cubrieron los papeles secundarios. Iván Maier y Norberto Marcos como los Caballeros del Grial (no Gral); Hernán Iturralde como Titurel; Alejandra Malvino como la Voz de lo alto; excelentes fueron Vanesa Tomas, Cecilia Aguirre Paz, Sergio Spina y Fernando Grassi como los Escuderos; y finalmente el grupo de Doncellas Flores: Oriana Favaro, Rocío Giordano, Victoria Gaeta, Vanesa Aguado Benítez, Eleonora Sancho y Cecilia Pastawski. Un lujo de artistas a los que se les sumó la magnificencia del Coro Estable dirigido por Miguel Martínez y el Coro de niños a cargo de César Bustamante.
En cuanto al aspecto visual del espectáculo el criterio tomado responde al regietheater. Un término que engloba la idea de tratar de darles a las óperas una nueva significación recurriendo a diversas imágenes libres que no necesariamente tienen correspondencia con el libreto o con la música. Para decirlo más claro: Aunque el personaje diga que es hermoso tal barco, al público puede mostrársele un avión, o si el texto refiere a un bosque encantado se puede ubicar la escena en medio de una guerra moderna. La idea es buscar originalidad y creatividad dándole a la ópera una nueva perspectiva.
Sin embargo consideramos que el regietheater es una forma ideológica que oculta en realidad al capricho, a la prepotencia que desprecia las tradiciones, a la arrogancia y principalmente termina siendo una falta de respeto hacia los autores, verdaderas víctimas indefensas. También es una velada burla hacia los nuevos públicos que deben soportar por momentos, payasadas, vulgares bajezas y groserías sin entender el origen de las mismas. Es decir que para “disfrutar” del regietheater es necesario conocer de antemano la obra original, por lo que se transforma entonces en un movimiento discriminatorio. Solo para el divertimento de unos pocos.
El regietheater libera de tal forma al ego de sus seguidores que transforma a gente maravillosa, talentosa y muy capaz en verdaderos paladines de la fealdad y el grotesco, porque pierden la perspectiva original de la obra bella y el objetivo amoroso del arte.
Diego Montero