Menu principal

 

En el cierre del Festival de Verano del teatro Colón

 

INNOVACIÓN Y TALENTOSA CREATIVIDAD

 

Teatro Colón

Jueves 25 de Febrero de 2016

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

 “Stifters Dinge”, “instalación performática” de Heiner Goebbels. Voz de Diego Velázquez, sonido de Willi Bopp, programación musical de Hubert Machnik, escenografía, iluminación y video de Klaus Grïnberg y dirección del autor.

 

Esta vez sólo sobre su escenario, separado de la sala por el telón, cerrado, que ofició de cuarta pared, el Colón clausuró el jueves su Festival de Verano (en el que hubo de todo) con una función absolutamente original (el público se ubicó en uno los costados del tinglado). “Stifters Dinge” está calificada como “instalación performática”, y la denominación parece muy bien aplicada, porque se trata en definitiva de una pieza plástica y sonora, en la que destaca la ausencia de actores, de músicos y de cantantes. 

 

Heiner Goebbels

Nacido en Neustadt an der Weinstrasse en 1952, Heiner Goebbels, el autor, presente en la ocasión, es un artista multifacético que transita por campos variados (es compositor,  director de música, intérprete clásico, rockero, docente, “regisseur”, académico, creador teatral y de audios). Dedicado entre otras cosas a lo que se ha llamado “escenario acústico”, en el que cada plano visual, musical y de lenguaje hablado se intercalan sin hilo conductor en un contexto absolutamente ecléctico, su concepción si se quiere polifónica de la puesta revierte hacia el espectador, destinatario de paisajes y escenas que apuntan de manera sugerente a la percepción subjetiva de cada uno.

 

Mecanismo perfecto

También en el marco de la serie “Colón Contemporáneo”, el experimento, de poco más de una hora de duración, resultó plenamente exitoso. Es cierto que hubo pasajes de mayor tensión (un “crescendo” en primer plano con los cinco pianos mecánicos) y otros de cierta languidez y quietud (la introducción con las mangueras, una suerte de ritual amerindio, las gotas del final), pero en el balance la representación pareció sumamente creativa, estéticamente grata, ingeniosa por donde se la mire, todo sobre la base de un funcionamiento mecánico extraordinariamente bien aceitado, en cuyo complejo montaje no hubo un solo detalle descuidado.

 

Se escucharon música grabada, sonidos varios, ruidos, onomatopeyas, “ostinati”, pero todo ello, se lo debe decir, siempre se oyó en un plano armonioso y jamás agresivo. Aparte de un parlamento de Claude Levi-Strauss, de apreciaciones e interés discutibles, Diego Velázquez tradujo con impecable fraseo fragmentos de un poema de bellas imágenes perteneciente a Adalbert Stifter (1805-1868).

 

Si se tratara de un film de aventuras intergalácticas, podríamos hablar en el caso de estupendos “efectos especiales”. Más apropiado es referirnos en cambio a una realización decididamente surrealista, fantasiosa pero sin desbordes, que escapando del estatismo de la tela, y a favor de las incomparables habilidades taumatúrgicas de Goebbels, adquiere vida, luces, formas, colores y nos plantea una nueva modalidad expresiva para las artes escénicas.

 

Calificación: muy bueno

 

 

Carlos Ernesto Ure