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El refinamiento de una gran cantante


Renée Fleming en el Colón


Teatro Colón
Miércoles 29 de junio de 2016


Escribe: Graciela Morgenstern

Fotografías: Teatro Colón - Arnaldo Colombaroli

 


Recital de Renée Fleming
Piano: Gerald Martin Moore
Programa: Arias y canciones de Wolfgang Amadeus Mozart, Georg F. Haendel, Jules Massenet, Camille Saint-Saëns, Oscar Strauss, Serguei Rachmaninov, Stefano Donaudy, Francesco Paolo Tosti, Arrigo Boito, Ruggero Leoncavallo, Manuel Ponce y Carlos Castellano Gómez
Sala: Teatro Colón.


Con un programa muy variado en cuanto a estilos, idiomas y temperamento, Renée Fleming  ofreció un recital frente a un público  siempre deseoso de escucharla. Cantante de perfecta afinación, precisa y de una musicalidad que cautiva y embelesa, sigue siendo una de las luminarias de la lírica internacional. Tras una larga y exitosa carrera, nos sigue seduciendo en cada una de sus presentaciones con su técnica sin quiebras y el arte del decir.


Después de la calurosa ovación con que la concurrencia la recibió, inició el programa con “Porgi, amor”, de “Las Bodas de Figaro”, conmemorando los veinticinco años de su debut en el Colón, en esta obra.


Seguidamente, en “Bel Piacere”, de “Agrippina” y “V’Adoro Pupille”, de “Julio Cesar”, se mostró una cuidadosa  estilista, dedicada a servir a los fines del compositor, en estas dos arias de temperamento muy diverso.


Su voz, cuidadosamente manejada, para el drama y la pasión, la han convertido en una excelente intérprete del repertorio francés, tal como lo mostró en las arias “C’est Thais”, de “Thais y” Allons! Adieu notre petite table”, de “Manon, ambas de Massesent, y la canción “Soirée en mer, de Saint Saëns “. Cerrando la primera parte, el vals “Je t’aime quand meme, de Oscar Straus


La segunda parte se inició con cinco canciones de Rachmaninoff, magníficamente interpretadas, a las que agregó, ya en el repertorio italiano, “O del mio amato ben”, de Donaudy y “Aprile”, de Tosti.


Pero toda su hondura dramática se manifestó en “L’altra notte in fondo al mare”, de “Mefistofele”, de Boito, cantada con esa profunda expresividad que llega a las fibras  más íntimas de nuestro ser y que resultó en la mayor ovación de la noche.


Desde el punto de vista técnico, es prácticamente innecesario explayarse, pues la mayoría del público conoce su manejo del fiato, su agilidad y perfección. También se puede hablar de su óptimo legato, un fraseo que deja sin aliento, ductilidad estilística y una manera de articular el texto con astuta insinuación, tal como se pudo apreciar en “Matinatta”, de Leoncavallo y las dos canciones españolas “Estrellita” de Ponce y “La morena de mi copla”,  de Carlos Castellano Gómez.


Todo esto con Gerald Martin Moore al piano, excelente acompañante, que supo dar a cada obra la interpretación justa, realizando una labor digna de elogio.


Ante una interminable ovación, Renée Fleming regaló, fuera de ´programa, tres piezas más: la “Canción a la luna, de “Rusalka”, de Dvorak, “I Could Have Danced All Night”, de “My Fair Lady”, en la que invitó a cantar al público, y “O mio babbino caro”, de “Gianni Schicchi, de Puccini.


Un recital que si bien no fue extenso,  dejó a la concurrencia con un sentimiento de satisfacción difícil de describir.

 

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