Obras Monteverdi y la Missa Salisburgensis de Biber
Catedral Sankt Peter Kirche
Salzburgo
Miércoles 27 de julio de 2016
Escribe: Eduardo Balestena
Orquesta: Collegium 1704
Solistas y coro: Collegium Vocale 1704
Director: Václav Luks
Dirigidos por su fundador, el maestro Václav Luks, el ensamble instrumental Collegium 1704 y los solistas y coro del Collegium Vocale 1704 se presentaron en la Sainkt Peter Kirche como parte de la programación de Overture Spirituelle del Festival de Salzburgo.
El concierto fue iniciado con Dixit Dominus secondo á 8 voci concertado (salmo 110) SV 264, de Selva morale e spirituale SV 252-288; Beatus vir primo à 6 voci concertado (salmo 112) SV 268, de Selva morale e spirituale SV 252-288; Sonata sopra “Sancta María ora pro nobis”, SV 206:11 de su Vespro Della Beata Vergine SV 206; Laudate pueri primo á 5 concertato (salmo 113) SV 270 de Selva morale e spirituale, SV 252-288 y Gloria in excelsis Deo à 7 voci concertata SV 258, de Selva Morale e spirituale SV 242-288 de Claudio Monteverdi (1567-1643).
Monteverdi establece una nueva concepción en la voz y en la música instrumental en el momento en que el lenguaje del renacimiento va cambiando hacia el barroco: por las inflexiones de la voz, la importancia, autonomía y variedad de las voces instrumentales y la riqueza de de sus melodías y combinaciones. Si en sus primeros libros de madrigales utiliza la tradición contrapuntistica heredada del renacimiento más tarde establece un bajo continuo, elemento propio del barroco, confiado al arpicordio y a la viola da gamba. No se trata –en estas obras de madurez- de un bajo continuo de mero acompañamiento: toma elementos de las frases de la melodía y los trabaja a intervalos de la melodía principal, manejándose ya con la espontaneidad propia del barroco. En 1640 fue publicado un noveno libro, la Selva Moral e spiritualle, con piezas de las más emotivas que compuso durante su estada en Venecia.
La gradación y variedad de timbres, la construcción armónica, la alternancia de voces solistas y coros, hablan de su genio creador. Con formaciones que iban variando según las obras, ya sea por el uso de las voces instrumentales y el número de voces solistas, el Collegium 1704 y el Collegium vocale 1704 mostraron su dominio de esa estética tan rica: las voces solistas, pequeñas, sin vibrato, capaces de expresar los menores cambios e inflexiones (madrigalismo), alternan con las del coro: el canto no es nunca repetitivo, no se estaciona en un modo de expresión sino que parece utilizar todas las relaciones posibles en un permanente cambio. Las cuerdas del coro forman, asimismo, entre las seccionas instrumentales y no simplemente detrás.
En cuanto a la armonía órgano y voces, cellos y voces, que, en la acústica de la catedral, se funden en un sonido único y difuminado, acordes consonantes con una variedad de matices que cierran cada intervención caracterizan a estas obras. Colores instrumentales que, como el de los tres violines barrocos situados en partes como el Dixit Dominus en el extremo derecho del ensamble; cornetas curvas, trombones, con timbres destacados y a la vez contenidos, son propios de esta escritura en la cual tiorbas y violas da gamba suelen no ser audibles más que en determinados momentos, pero establecen un soporte armónico del conjunto en el cual es posible percibir sus notas, particularmente las graves y las ligadas (en el caso de las violas da gamba) y los arpegios descendentes (en el caso de las tiorbas).
Variedad vocal; dulzura; diversidad de timbres; belleza en las formas instrumentales y vocales caracterizaron estas obras.
Tras una breve pausa destinada a que el orgánico de los conjuntos tomara nuevas posiciones para la obra fue abordada la Missa Salisburgensis à 53 voci, de Heinrich Ignaz Franz Biber (1644-1704).
Nacido en Bohemia, Biber sin embargo pasó gran parte de su vida en Salzburgo y fue kapellmaister y músico de corte. Se cuenta que la partitura de esta misa, escrita para la misma catedral en la que fue interpretada, fue hallada por un músico anónimo en poder de un verdulero, que la utilizaba para envolver sus productos.
Está escrita en 53 partes, agrupadas en siete pequeños ensambles, con una cuidadosa división y combinación de voces instrumentales y vocales que permitieran apreciar asimismo las cualidades acústicas del Domo.
De este modo, en los cuadro balcones laterales (tal como fue en su primera interpretación), con un órgano en dos de ellos, fueron situados seis flautas de pico de distintos registros; trompetas; dos juegos de timbales; trombón pequeño y cornetas curvas que intervenían por secciones, entrando a intervalos regulares.
Muestra, por una parte, de la importancia de la música en esa sede religiosa durante el barroco, ello permite además situarnos en el centro de un sonido envolvente que deslumbra en cada momento.
Situados a espaldas del director, dos de los grupos llevaban a cabo sus entradas o bien cuando el maestro se daba vuelta y lo indicaba o bien con referencia a los otros conjuntos o a determinados pasajes de la voz, entonando, en ocasiones, el texto en forma muda para establecer la referencia para la entrada. Un sistema complejo y efectivo que depende del conocimiento que del todo debe tener cada instrumentista.
Riqueza musical
Václav Luks comenzó sus estudios musicales en Plzeñ y Praga y los continuó con en la Schola Cantorum Basiliensis, donde se especializó en música antigua. En 2005 fundó el Collegium 1704, que se convirtió en una orquesta barroca completa que se estableció en el escenario musical como uno de los mejores organismos especializados en música de los siglos XVII y XVIII.
Tanto el valor musical en sí de las obras y de los organismos y su director como el hecho de haber podido escuchar la Missa Salisburgensis en la catedral para la cual fue escrita dan al concierto una especial significación.