“Macbeth” en el Teatro Colón
Teatro Colón
Martes 4 de Octubre de 2016
Escribe: Eduardo Balestena
Foto: Prensa Testro Colón - Arnaldo Colombaroli
Macbeth, ópera en cuatro actos (1847/1865)
Música: Giuseppe Verdi
Libreto: Franceso Maria Piave, sobre la obra de homónima de William Shakespeare
Dirección musical: Stefano Ranzani
Elenco: Macbeth, Fabian Veloz (barítono); Lady Macbeth, Chiara Taigi (soprano); Banquo, Aleksander Teliga (bajo); Macduff, Gustavo López Manzitti (tenor); Dama de Lady Macbeth, Rocío Giordano (soprano); Malcom, Gastón Oliveira Weckesser (tenor): Doctor, Iván García (bajo)
Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón;
Dirección de Escena: Marcelo Lombardero
Dirección de escenografía y de proyecciones: Diego Siliano
Diseño de vestuario: Luciana Efron
Coreografía: Ignacio González Cano
Verdi escribió la primera versión de Macbeth en 1847, es decir, dentro del período patriótico que se cierra, luego de la revolución de 1848 con sus importantes cambios en el escenario político, con el lenguaje absolutamente nuevo de la trilogía de obras del período 1851/53; la reescribió en su mayor parte en 1865 para la Ópera de París. El lenguaje musical es extremadamente depurado y efectivo. Verdi, que supervisaba implacablemente el material de Piave, logra una vez más lo que llamaba “la tinta musical”: un lenguaje concentrado, sin aditamentos ni nada que no sea esencial, el mismo rigor que imponía a Piave.
En Macbeth ello se traduce antes que en desarrollos melódicos amplios y de belleza en el fraseo en motivos breves, intensos, de permanente cambio dinámico y del propio material musical, que en algunos pasajes se reduce a simples sucesiones de notas que difieren en la duración, en combinaciones de una breve y dos largas (y viceversa) en distintas secciones; o sucesiones de mordentes y trinos para enfatizar distintos pasajes corales; pero basta un simple cambio para desarrollar –como sacándolo de la galera- un clima que de pronto muta en esos motivos corales tan entrañables y propios del genio de Busseto.
No quiso para Lady Macbeth una voz bella sino agresiva, imperativa, “rugosa” que significara una presencia de mucho carácter, ya que es el verdadero motor del drama.
La música, como el registro vocal, es casi siempre intensa, fuerte, acentuada, con un cuidado muy perceptible en los cambios de la emisión vocal, su fraseo, sus matices, con personajes de caracteres muy definidos y distintos.
La música
Climas, acentos, pasajes rápidos, elementos diferentes en el coro, las voces solistas y la orquesta, el compacto tejido de la escritura verdiana dieron a la obra su tensión dramática en ese colorido tan neto que la música exige. Sin desfasajes, con permanentes cambios de color, con cambios de ritmo, como el ternario del coro de las brujas en el acto tercero, que cambia el clima absolutamente, la Orquesta Estable tuvo una excelente actuación dirigida por el maestro Stefano Ranzani.
Las voces solistas
Fabián Veloz compuso, con absoluta entrega y solvencia, a un Macbeth voluble y cruel al mismo tiempo, implacable y temeroso de poderes que encarnan el horror de los crímenes que ha cometido. Su voz, clara, potente, de musicalidad y fraseo sutiles, le permitió plasmar todos los cambios que su personaje experimenta. Tal contradicción es el propio espíritu de un personaje en una permanente tensión que le requiere el despliegue vocal netamente verdiano que tan bien pudo abordar.
En su rol de Lady Macbeth, la verdadera fuerza que impulsa el drama, la soprano Chiara Taigi careció de la fuerza y carácter del personaje. Fue escasamente audible ante la orquesta en algunos momentos; en el registro agudo sus notas fueron tirantes y siempre dentro de la afinación ni intensidad requeridas, en los graves careció de densidad.
Gustavo López Manzitti, como Macduff, mostró la belleza de su voz, con permanentes matices y gradaciones en la romanza, “Ah, la paterna mano”.
Por su parte, el bajo Aleksander Teliga compuso un muy correcto Banquo, de destacable musicalidad y pareja y expresiva emisión.
Con una muy buena actuación en los roles comprimarios destacó el Malcom de Gastón Oliveira Werckesser.
El coro
Quizás fruto de la reescritura verdiana las intervenciones del coro son siempre elaboradas, muestran distinto carácter, colores y matices en intervenciones nunca repetitivas. Nuevamente, el Coro Estable mostró la solvencia de su preparación y sus condiciones que, en lugares como el coro de las brujas lució con despliegue de iluminación y movimiento que fue un efecto en sí mismo.
La puesta
La lucha por el poder, por obtenerlo y detentarlo a cualquier precio sin pensar en su legitimidad ni en su finalidad es un universal que contiene a todas las épocas. El criterio a aplicar sería que la propuesta de resignificar la obra puede ser válida en la medida en que resulte funcional a la acción.
Ya la versión fílmica de Richard III, de Richard Loncraine (1995) propone la asociación entre Shakespeare y el fascismo. Es decir que no se trata de una novedad.
En el caso de la puesta de Lombardero surgen algunos desfasajes respecto a la acción: por un lado el despliegue de elementos visuales en una trama hecha de concisión, brevedad e intensidad, por otro, la presencia de circunstancias que producen ciertas incongruencias con respecto a la referida acción.
La puesta se vale de algunos elementos reiterativos: fachadas de edificios, grises y pesadas, de proyecciones significan una abundancia de imágenes y hace totalmente explícitos los fantasmas que acosan a Macbeth de un modo insistente, sin poder de sugerencia alguno.
Cabe la pregunta acerca de si es legítimo y funcional a la obra incorporar las asociaciones que ésta depara al regisseur o si la puesta debe simplemente posibilitar la acción de un mecanismo dramático que puede bastarse a sí mismo.
Vestuario e iluminación, con predominancia de atmósferas oscuras, sirvieron eficazmente a la idea de una puesta que no consiguió realzar el drama verdiano.