Excelente versión de "Turandot" en San Petersburgo
Teatro Mariinsky
Martes, 18 de abril de 2017
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotos: Teatro Mariinski
"Turandot", de Giacomo Puccini
Libreto: Giuseppe Adami y Renato Simone
Elenco: María Guleghina, Irma Gigolaty, Vladimir Galouzine, Yuri Vorobiev, Yefin Zavalniy, Alexander Timchenko, Oleg Balashov y otros
Coro del Teatro Mariinsky
Director del Coro: Andrei Petrenko
Coro de Niños del Teatro Mariinsky
Directora del Coro de Niños: Irina Yatsemirskaya
Orquesta del Teatro Mariinsky
Régie: Charles Rouband
Escenografía: Isabelle Partiot-Pieri
Iluminación: Vladimir Lukasevich
Vestuario: Katia Duflot
Director de Orquesta: Mikhail Sinkevich
Sala: Sala Histórica del Teatro Mariinsky, San Petersburgo
En la bellísima Sala Histórica del Teatro Mariinsky en San Petersburgo, se presentó la obra póstuma de Puccini, "Turandot", que quedó inconclusa cuando la muerte sorprendió al compositor. Hasta ese momento, Puccini había creado los dos primeros actos y el tercero, hasta la muerte de Liú. Luego, basándose en las anotaciones que había dejado, Franco Alfano completó la tarea, por encargo de Arturo Toscanini.
En esta oportunidad, la hermosa sala del Teatro Mariinsky se vio colmada por un público deseoso de escuchar a los principales protagonistas, de renombre internacional.
La mayor atención se concentraba en la actuación de María Guleghina, una de las más importantes sopranos dramáticas de la lírica internacional en estas últimas décadas. La tesitura del papel protagónico es tan desgastante que hay sólo unas pocas cantantes que puedan abordarlo. Aunque un poco más filosos, siguen allí los agudos de Guleghina que resuenan hasta en el último rincón de la sala. Un centro poderoso lleva a graves bien colocados. Utilizó una gama expresiva, rica y variada, para lograr el perfecto manejo psicológico del personaje, que permite al público adivinar, a través de cada gesto y de cada movimiento, el fuego interior que consume a la protagonista, la princesa de hielo, como se la llama en el libreto.
También resultó convincente la soprano Irma Gigolaty como Liú, la sufrida esclava, personaje netamente pucciniano. Con buen caudal y bello color vocal, pianissimi que flotaron con facilidad y elocuencia, su registro parejo y canto conmovedor llegó al corazón de la audiencia y cosechó aplausos entusiastas.
El rol protagónico masculino estuvo a cargo de Vladimir Galouzine, otra estrella muy esperada. Fue un Calaf seguro, con gran facilidad para los agudos y amplitud vocal. Se movió con seguridad y cantó con tonos heroicos. Su voz potente resonó en sus dos arias "Non piangere Liu" y "Nessun dorma", al igual que en la escena de los enigmas.
Yuri Vorobiev se desempeñó con dignidad escénica y autoridad vocal como Timur.
En tanto, Yefin Zavalniy, Alexander Timchenko y Oleg Balashov dieron vivacidad y humanismo a los papeles de Ping, Pang y Pong, respectivamente. El resto del elenco cumplió un trabajo correcto.
También el Coro y Coro de Niños del Teatro Mariinsky, dirigidos por Andrei Petrenko e Irina Yatsemirskaya, realizaron una labor meritoria de indudable trascendencia, ya que en esta ópera, la masa coral representa al pueblo de Pekín y tiene una importancia fundamental dentro del desarrollo de la trama argumental.
La Orquesta del Teatro Mariinsky sonó bien bajo la batuta de Mikhail Sinkevich. Con momentos brillantes alternándose con otros más intimistas, captó el virtuosismo de la partitura y sacó ventaja del aspecto dramático de su música. Demostró tener un magistral control del ensamble, que resulta de tiempos escrupulosamente estudiados y ejecutados.
