GRAN NOCHE DE GALA DE LA SINFÓNICA
Teatro Provincial. Salta
Miércoles 24 de mayo de 2017.
Escribe: José Mario Carrer
Orquesta Sinfónica de Salta.
Director Maestro Jorge Lhez.
Himno Nacional Argentino de Blas Parera (1776-1840) y Vicente López y Planes (1785-1856).
Suite del Ballet Atahualpa de Gerardo Di Giusto (1961).
Sinfonía nº 6 en si menor de Piotr Ilich Tchaikovsky ( 1840-1893).
Aforo 90%.
Corría el año 2013 y era director del Ballet Folclórico de la Provincia el notable maestro Roberto Lazo quien en reuniones de trabajo con el maestro Jorge Lhez, Trataron de encontrar algo que uniera el arte de grupos; el ballet y la orquesta. Como no encontraron algo que generara satisfacción conjunta decidieron encargar al pianista y compositor cordobés aunque reside desde hace años en Francia, Gerardo Di Giusto al que subyugó la idea de pintar musicalmente el reinado del inca Atahualpa y su martirio final. La música sinceramente atractiva pinta los diferentes momentos de esta trágica historia. Esta noche se conoció un desmembramiento de la misma que devino en una “suite” de maravillosa instrumentación que en aquel tiempo describí como de carácter universal con elementos que traen el recuerdo de las partituras románticas de los compositores rusos de fines del siglo XIX. La orquestación requiere instrumentos autóctonos como por ejemplo el sikus y la quena ambos a cargo del inefable Federico Camardelli que se lució en sus partes. Hay momentos procesionales, marchas, un solo a cargo del concertino Viktor Muradov y la orquesta que voló a gran altura en esta primera parte de los festejos del 25 de mayo, el día de la patria tan sensible a los argentinos.
La última vez que se interpretó en Salta la última sinfonía del atormentado Tchaikovsky fue el 26 de julio de 2012. En aquella oportunidad la crítica fue altamente elogiosa porque el conductor uruguayo Federico García Vigil hizo un trabajo inolvidable. Esta noche, la orquesta conducida magistralmente por Jorge Lhez reeditó aquel momento. Se trata de una obra que según el criterio de muchos, el mío incluido, resume la vida del que fuera notable compositor ruso, un músico dotado naturalmente y enriquecido por su formación académica. La “patética” como se la conoce, no por intención del compositor sino por idea de su hermano, es una sinfonía apasionada, de descomunal emotividad, características plasmadas en sus pentagramas donde encontramos su adolescencia, sus luchas, sus momentos felices su desolado final. El maestro Lhez logró tener bajo su batuta una aceitada maquinaria sonora que llevó al oyente al límite de sus movimientos del alma o sea de sus emociones. Es uno de los magníficos ejemplos del romanticismo tardío, estrenada bajo la conducción del autor nueve días antes de su muerte repetida tres semanas después en homenaje a la que fuera su vida. Tchaikovsky ya había perdido sus momentos alegres. La infelicidad de su vida por su reprochada sexualidad, lo había sumido en una depresión agravada por la presión de su entorno. El maestro Lhez condujo con verdadera pasión este documento musical. Sus dirigidos sintieron el placer del trabajo bien hecho, de haber alcanzado el nivel artístico requerido por semejante alegato sonoro. El desbordante y sostenido aplauso, que no fue muy largo por el retiro de los músicos, fue totalmente merecido. Gran batuta y grandes intérpretes para el festejo patrio.