“El gran macabro” de Ligeti
Teatro Argentino de La Plata
Domingo 23 de Julio de 2017
Escribe: Néstor Echevarría
“El gran macabro”, ópera de GyorgyLigeti, con libreto del autor y Michael Meschke. Direccion musical de Tito Ceccherini.y escénica de PabloMaritano. Teatro Argentino de La Plata (Sala Ginastera)
Nacido en Transilvania, Rumania, en 1923, pero radicado y admirado en Viena , donde adquirió la ciudadanía austriaca (allí murió en 2006), el músico Gyorgy Ligeti se convirtió en uno de los vanguardistas y experimentadores de la música electrónica en el estudio de la West Deutsche Rundfunk hasta lograr en su experimentación incorporar la “micropolifonía”que le ha sido tan propia.
Pero Ligeti no quiso dejar de lado la ópera, que abordó en una sola producción, basándose en “La balade du grandmacabre” de Michel de Ghelderode, dramaturgo de origen belga que escribió obras de tendencia apocalíptica ,como la presente.con “ la visión de un universo -como se ha llegado a señalar- fantástico e inquietante, y a menudo macabro, grotesco y cruel”.
El resultado es la ópera “Le grandmacabre” (El gran macabro) en la que Ligeti hizo el libreto juntamente con Michael Meschke, y que estrenó en la Opera Real de Estocolmo el 12 de abril de 1978 con algunas vicisitudes que allí comenzaron para después revisarla en 1996, subiéndola al Festival de Salzburgo al año siguiente,1997.
De ahí que la versión salzburguesa puede decirse que empezó su nuevo camino. Cabe recordar entonces que su llegada al Colón para inaugurar la temporada de 2011 , a la que asistimos y que tuvo ya otro episodio de inconvenientes muy graves, como que la orquesta estable se encontraba en estado de protesta y huelga, y fue reemplazada su partitura original por un arreglo a dos pianos y algo de percusión, reanalizándose completa la novedosa y original puesta escénica de La Fura dels Baus (en su debut argentino con la concepción visual de Alex Ollé) y un elenco de cantantes internacionales entre los que reaparecía en nuestro medio el otrora afamado tenor norteamericano Chris Merrit.
Hago hincapié en este antecedente porque ahora que el Teatro Argentino de La Plata ha programado esta ópera (cuatro funciones previstas y una sola realizada) también “El gran macabro” se vio afectada por problemas, y cuando este crítico se fue aproximando al teatro en su llegada ya estaban los panfletos anoticiando al público de esta única función sobre todos los problemas. Se pedía pase a planta permanente de su personal como tema administrativo y laboral y se criticaba la tercerización del vestuario que usarían los principales protagonistas, porque se trata obviamente de un teatro de producción. El coro en cambio, que tiene una parte mas bien breve, actuó con ropa de calle, lo cual fue también comunicado a los asistentes.
Todo este entorno que aquí estoy narrando culminó con la presentación de la ópera que iba a ser estreno debido a que la versión orquestal si fue utilizada por la agrupación del teatro, con un copioso orgánico instrumental, donde mucha percusión, elementos electrónicos y otros temas fue llevado a cabo por un músico consagrado al género como es el italiano-milanés de origen- Tito Ceccherini, nacido en 1973, y conocido también en Buenos Aires.
“El gran macabro” propone, en su juego escénico y su partitura, lo grotesco y lo sarcástico a la vez, en obsesiva comunión, donde se contrasta el lirismo melódico con las trompetas del Apocalipsis, todo lo cual conlleva al teatro del absurdo esencialmente, como también la escatología comulga con el humor negro y el anti-convencionalismo,y el miedo a la muerte Pero también lo tenebroso del personaje central, y lo ridículo que resultan las situaciones, todo conlleva a la frase de Michel deGhelderode (que data de 1934) cuando decía “Vivimos en tiempos crepusculares, donde se acumulan las tinieblas y crece la fiebre y la locura.”
Puede conceptuarse valiosa la adaptación escénica de todo ese contexto, pergeñada por “regisseur” Pablo Maritano, de cuarenta y un años, egresado de Bellas Artes y también del ISATC, y actualmente a cargo de la producción escénica del teatro platense. Imaginativas escenas conviven con la ironía, la dinámica del accionar y los efectos propuestos, sobre un diseño escenográfico minimalista de Enrique Bordolini, vestuario de Emilia Tambutti, coreografías de Carlos Trunsky e iluminación de Esteban Ivanec, pretendiendo captar lo esencial y opuesto de lo absurdo y lo real, lo grotesco y lo sarcástico unificados.
Si la dirección musical fue realmente apropiada y la orquesta y el coro preparado por Hernán Sánchez Arteaga pusieron lo suyo correctamente, los cantantes también merecen, todos, los principales y los de flanco, un concepto laudatorio por abordar las dificultades emisivas y de preparación para una ópera de esta tipología, atípica absolutamente. El trabajo de equipo sin duda se reflejó.
Y lo hicieron con nobleza y preparación, como por ejemplo el bajo barítono Hernán Iturralde, en el maligno y siniestro Nekrotzar (el gran macabro) tanto vocal como actoralmente, el tenor oriundo de Lobos, Carlos Natale, el bajo brasileño Savio Sperandio, el contratenor nacido en Brescia, pero considerado español Flavio Oliver, la mezzosoprano Eugenia Fuente, la soprano Daniela Tabernig y la mezzo Alejandra Malvino, la soprano salteña Constanza Diaz Falú, la chilena Patricia Cifuentes, y también otras partes de flanco a cargo de Mariano Gladic, Santiago Burgi, Alejandro Spies, Guillermo Saidon y Mauricio Meren.
Todos, coparticipando con eficacia y singular empeño en un hecho significativo que se vio interferido por las circunstancias planteadas a nivel coyuntural e institucional. El público, que asistió gratuitamente, llenó en gran parte la platea, quedando muchos lugares vacíos en una sala de la dimensión de la Alberto Ginastera. Y siguiendo su tradición en nuestro medio, como decía al comienzo de esta recensión, ”El gran macabro “ llegó para quedarse, con problemas, apenas unas horas.
Néstor Echevarría