El Festival Barenboim en el Colón: programa de despedida
Teatro Colón
Sábado 8 de Agosto de 2017
Escribe Néstor Echevarría (La Prensa)
Festival Barenboim .Programa de despedida
“Don Quijote”op.35 de Richard Strauss
Sinfonia N° 5 en Mi menor ,op.64 ,de PiotrIlychTchaikovsky.
Orquesta West-Eastern Divan
Director:Daniel Barenboim
La última sesión de esta cuarta edición del Festival Barenboim del presente año, en el Teatro Colon, tuvo como referentes dos obras de singular atracción en el campo del sinfonismo. En la primera parte se escuchó una obra temprana de Richard Strauss (1864-1949) que sin duda constituye una composición importante en el rubro de los poemas sinfónicos, evocativa del inmortal personaje de Miguel de Cervantes Saavedra.
El subtítulo que tiene “Don Quijote”, op.35, de “Variaciones fantásticas sobre un tema caballeresco” es bien explícito y se trata de una pintura musical, colorida con un orgánico orquestal grande, donde el compositor muniqués pinta en una descripción sonora, escenas de la vida quijotesca, arribando luego de una introducción y diez variaciones, a un final calmo y melancólico con la muerte del héroe.
El violonchelo (ejecutado aquí con destreza por el músico de la agrupación Kian Soltani) representa precisamente al caballero, la viola a Sancho Panza y el violín a la frágil Dulcinea, los personajes de la epopeya cervantina. Una versión plena de esencia straussiana, dio buen comienzo a esta parte de la velada, que tuvo en la segunda un plato fuerte como es siempre la magistral y difundida “Quinta Sinfonía, en Mi menor, op.64”, de Piotr Ilych Tchaikovsky (1840-1893), que surge varios años después de la precedente y que no rindió para el autor satisfacciones. Solamente una exhumación después de su muerte, la rescató del olvido y la proyectó al universo sinfónico con brío singular.
Fue sólida y brillante la versión que Barenboim y la orquesta WEDO plasmaron en el Colon. Valga como ejemplo su manejo en el hermoso “Andante cantábile” – indicado con “alcunalicenza”- donde el material temático abundante de ideas y la recurrencia al “leitmotiv” está presente convirtiéndola en páginas de la partitura ricas e inspiradas. Toda la sinfonía surgió con un empaste de calidad y pulimento en sus casi cincuenta minutos de extensión .
Los aplausos fueron prolongados, y a modo de “encore” el director compatriota hizo escuchar un arreglo para cuerdas sobre “El cisne” de Camille Saint-Saens, compuesto por Zahar Shami, un integrante de la orquesta durante años, en tanto seguían los pedidos y remató el concierto con la atrayente obertura de la ópera “Ruslan y Ludmila” del compositor ruso Mijail Glinka. En suma, un lucido cierre y despedida para este cuarto festival.
Néstor Echevarría
Calificación :Muy bueno