ANDRAS SCHIFF EN EL COLÓN
Teatro Colón
Lunes 14 de Agosto de 2017
Escribe: Diego Montero
AndrásSchiff (piano).
El clave bien temperado, Libro 1(BXV 846-869) de Johann Sebastian Bach.
Ciclo Nuova Harmonia
Indudablemente AndrásSchiff es un pianista eximio. Impresionan y llenan de admiración su prodigiosa memoria y el despliegue técnico de una digitación y mecánica infalibles. Recorre el teclado con una envidiable facilidad. Su virtuosismo técnico es absoluto.
Musicalmente, sin embargo, percibimos cierta dificultad para resaltar con más claridad las líneas melódicas de las armónicas que se entrecruzan de manos, especialmente cuando el discurso melódico se debe desarrollar con la mano izquierda. Esto generó una masa sonora con pocas transparencias que se sumó al escaso rango en la intensidad del sonido que el pianista posee.
En cuanto a la interpretación de Bach, se necesita algo más que memoria y mecánica infalibles para descubrir su estilo. No alcanza con solo eso. El Maestro Antonio Russo, en la cátedra de Dirección Coral, les marcó a sus alumnos una regla fundamental al estudiar una obra del compositor germano. Dijo taxativamente: “Para dirigir Bach, hay que creer en Dios”.
Efectivamente Bach tiene una relación muy personal con Dios. En la historia de la música, Dios posó su mirada sobre un hombre de manera especial; ese hombre fue Mozart. Pero hubo un hombre que posó su mirada sobre Dios de manera también especial; y ese hombre fue Bach.
Para entender a Bach hay que entender de religión. Aunque Bach haya concebido esta obra como un sencillo ejercicio de composición, dejó impresa su personalidad. Y la personalidad es el estilo.
El estilo de Bach es religioso, y el hombre religioso es el hombre orante. Bach reza y eleva su continua plegaria en sus obras. El hombre que reza adquiere, en la interminable repetición de la misma oración jaculatoria, un ritmo y una respiración quefavorecen el reposo del espíritu. Los sabios ortodoxos desarrollaron esta “técnica del rezo” en la Filocalia, que dio origen y vida a la oración del corazón. ¿El mundo moderno sabe o tiene noticias de la oración del corazón?
AndrásShiff es un pianista del mundo moderno; vertiginoso y deslumbrante como las actuales ciencias. Pero no es un pianista religioso, aunque así lo aparente, porque no expone la respiración de la plegaria. AndrasSchiff no respira. Andras Schiff no reza.
Todo maestro que enseña una obra de Bach, primero antes que nada, marca en la partitura del alumno dónde debe respirar. Son las marcas del reposo religioso en el discurso musical. Y sin esa respiración no hay serenidad para que el entendimiento contemple la plegaria bachiana. Sería como recitar el “Padre nuestro”, sin una sola pausa para respirar entre las diferentes oraciones. Se transformaría, esa maravillosa plegaria, en una masa de palabras sin contenido.
Así percibimos el discurso musical de András Schiff.
No pretendemos que András Schiff al interpretar a Bach se exceda en el canto a la manera de Glenn Gould, tampoco aspiramos a que dimensione la intimidad de Wanda Landowska o que forje el carácter penitente y trascendente de un SviatoslavRichter. ¿Pero que no respire? ¡Eso es anti Bach!
Al tergiversar la verdadera espiritualidad de Bach, el pianista húngaro, cae en la religiosidad del panteísmo confundiendo lo sobrenatural con lo natural. Al no ver el reino trascendente de Dios, diviniza al mundo natural y así lo expresa en su “teoría de los colores”.
La brillante luz y la eminente ciencia de AndrásSchiff deslumbran al incauto y lo atan alafelicidad inmanente de este mundo, por sobre la felicidad trascendente del cielo; felicidad que sí ve, en todas sus obras, Johann Sebastian Bach.
AndrásSchiffpodrá ser considerado uno de los mejores pianistas de este mundo...pero no del otro.
Diego Montero