Orquesta Académica del ISA
Teatro Colón
Jueves 24 de Agosto de 2017
Escribe: Eduardo Balestena
Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón
Director: Guillermo Scarabino
En un programa íntegramente dedicado al compositor británico Benjamin Britten (1913-1976), en el marco del proceso de formación de jóvenes instrumentistas, la Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, dirigida por el maestro Guillermo Scarabino brindó un lucido concierto.
En primer término fueron interpretadas las Matinées Musicales op. 24 y las Soirées Musicales opus 9, sobre temas de Gioachino Rossini (1792-1868). Se trata de obras escritas luego del retiro del gran músico como operista, orquestadas por Britten. El trabajo de instrumentación se encuentra inspirado en el espíritu, colores y ritmos de las obras. En el caso de las Soirées se trata de danzas propias de diversos países (Canzoneta; Tirolesa; Bolero; Tarantella).
Fueron destacables el fraseo, la fluidez y acentuación de las frases y las intervenciones solistas.
Ya en una estética absolutamente propia del compositor británico, fue abordada la Passacaglia op.338, de la Ópera Peter Crimes. Independientemente de su función escénica constituye en sí misma una pieza de programa –connotativa de distintos hechos de los personajes-. Se encuentra estructurada a partir de un sencillo motivo de siete notas en los cellos y bajos, que se repite 39 veces a lo largo de la obra, que consiste en una serie de variaciones a partir de otro motivo de la viola que al final, como modo conclusivo, es invertido. Obra oscura y precisa, de singular y despojada belleza, es destacable, entre otros aspectos musicales, el tono del desgarrador solo de viola, donde se alcanza el registro más grave del instrumento.
La Guía Orquestal Para Jóvenes, opus 34 cerró el programa. Es sabido que se encuentra desarrollada a partir de un tema de la ópera Adbelazar or de Moor´s Revenge, de Henry Purcell (1659-1695) como una serie de trece variaciones, luego de la exposición orquestal del tema, a cargo de las distintas secciones instrumentales, para concluir en un coral y una gran fuga en la cual las voces sucesivas –sujetos y contrasujetos- pertenecen a las distintas secciones de la orquesta.
Su finalidad pedagógica en modo alguno la absuelve de dificultades, técnicas e interpretativas. Britten toma mayormente la primera parte del tema para desarrollar variaciones muy diferentes entre sí. En tal desarrollo incluye, puntualmente, parte de la respuesta a ese primer tema, el cual, permanentemente cambia en el horizonte sonoro. En efecto: en oportunidades se basa en los intervalos y escribe, como Rachmaninoff en la Rapsodia sobre un tema de Paganini, breves pasajes ascendentes de notas muy cortas e intensas que enfatizan ese elemento inicial. En otros momentos cambia el pie y las frases se hacen más lentas y danzantes: ello permite lucir timbres como el del clarinete en una entonación de gran belleza y musicalidad.
Es una obra de un gran brillo en su concepción, de muchos, variados e imaginativos recursos: al final, por ejemplo, los metales abordan el tema inicial y las cuerdas la respuesta, coexistiendo en un mismo tejido elementos diversos.
Claridad tímbrica, intervenciones netas y dificultosas técnicamente, en un discurso fluido y a la vez que destacado, no se trata, de ningún modo, de una obra de iniciación.
Al comienzo del concierto, el maestro Scarabino, un indudable referente como músico y formador y sobrio y agudo presentador, señaló que si bien la performance tenía todas las características de un concierto se trataba de una asignación en el curso de los estudios de los instrumentistas.
Es posible invertir los términos y enunciar que si bien se trataba de una asignación curricular fue en realidad -y a juzgar por los resultados- un concierto en todos sus aspectos que sirvió además para apreciar la música de Benjamin Britten, compositor del cual el maestro Scarabino dirigió su famoso Réquiem de Guerra.
Eduardo Balestena