Una versión con dignidad artística
“TRAVIATA” EN EL COLÓN
Teatro Colón
Jueves 14 de Septiembre de 2017
Escribe: Graciela Morgenstern
Fotos: Teatro Colón
Arnaldo Colombaroli, Máximo Parpagnoli
“La Traviata”, de Giuseppe Verdi.
Libreto: Francesco Maria Piave
Elenco: Jaquelina Livieri, Darío Schmunck, Leonardo López Linares, Patricio Oliveira, Leonardo Estévez, Sebastián Sorarrain, Víctor Castells, Mariana Rewerski, Mariana Carnovali, Ariel Casalis y Cristian De Marco
Coro y Orquesta Estables del Teatro Colón Director del Coro: Miguel Martínez.
Vestuario: Raimonda Gaetani
Escenografía y régie: Franco Zeffirelli, repuesta por Stefano Trespidi.
Director de orquesta: Evelino Pidò
Poner en escena una ópera es una ardua tarea desde todo punto de vista. Es una empresa riesgosa. ya que es este un arte tan completo y complejo como fascinante. Pero si el montaje de una ópera es difícil, más lo es el de una obra tradicional italiana tan conocida. Las partituras muy populares son aquellas a las que el público exige más. Esta versión de “La Traviata”, con un elenco integrado totalmente por cantantes argentinos, que se ofreció en carácter de Función Extraordinaria, no fue perfecta pero logró un nivel de dignidad artística.
No es en absoluto sencillo encontrar una Violetta adecuada. La protagonista requiere nada menos que una cantante con coloratura para el primer acto, una Iírica para el segundo y una dramática para el último. Es como tener tres sopranos diferentes en una sola. Además, debe ser buena actriz. La joven soprano Jaquelina Livieri, de agradable color vocal y buena musicalidad, se adaptó perfectamente a las demandas del primer acto y sorteó con facilidad las dificultades de "Sempre libera". Pero decayó en el segundo, en el que careció del peso vocal adecuado e incurrió en la sobreactuación, por lo que le faltó hondura dramática y fue poco convincente. Sin embargo, abordó las escenas finales de la obra con inteligencia y logró un mejor resultado, especialmente en lo actoral.
El tenor Darío Schmunck en el rol de Alfredo, sonó seguro y mostró elegante línea de canto. Su caudal sonoro es escaso para el Colón y en algunas ocasiones resultó inaudible. Sin embargo, cantó con sentimiento y fue emotivo desde lo actoral.
Sin duda, lo mejor de la función fue el Germont de Leonardo López Linares, con material vocal importante que lució sano y parejo en toda su extensión. Cantó y actuó con elegancia y compuso un Giorgio Germont de alta calidad artística. Fue muy aplaudido por su aria "Di Provenza", cantada de manera impecable, con auténtico estilo verdiano y excelente legato. Su rendimiento fue óptimo. Es un cantante de gran mérito que conquistó los aplausos más cálidos de la noche.
Los personajes comprimarios estuvieron bien representados por el resto del elenco. El Coro Estable, bajo la dirección de Miguel Martínez, se desempeñó con solvencia e interpretó los personajes mundanos en la obra con soltura.
En tanto, Evelino Pidó, director de importante reconocimiento internacional, utilizó tiempos caprichosos, rallentando algunas escenas y acelerando otras, lo que causó algunas desinteligencias e inseguridades con los cantantes.
Ya en el plano visual, la puesta de Franco Zefirelli, repuesta por Stefano Trespidi, aunque algunos la tildan de anticuada, fue de notable belleza. Los diseños de los salones fueron opulentos pero elegantes. El ballet del segundo cuadro del segundo acto fue sumamente colorido. En cuanto a la marcación escénica, hubo algunos puntos que objetar. Por ejemplo, la presencia de la cama, fuera de contexto, en el primer acto o la desaparición de Violetta de la fiesta de Flora, en medio del concertante, para bajar luego por la escalera central, en camisón, a modo de espectro, escena de dudoso gusto y en un momento musical inapropiado.
La versión no fue perfecta pero contó con un nivel de dignidad artística en el que como ya se dijo, sobresalió la excelencia de Leonardo López Linares. La belleza de la música verdiana arrancó aplausos entusiastas de la concurrencia al concluir la función.
CALIFICACION: BUENA
NOTA: El corte de energía de público conocimiento, ocurrido en la función del Abono Nocturno Tradicional, no permitió realizar crítica sobre dicha función.
