Verdi en el teatro Avenida
ATRAYENTE VERSIÓN DE “UN BALLO IN MASCHERA”
Teatro Avenida
El viernes 22 de Septiembre de 2017
Escribe: Carlos Ernesto Ure
“Un Ballo in Maschera”
Opera en tres actos, con texto de Antonio Somma, y música de Giuseppe Verdi.
Con Haydée Dabusti, Nicolás Sánchez Bongiovanni, Omar Carrión, Natalia Quiroga Romero, Anabella Carnevali, Alejandro Schijman, Gustavo Vita y Hugo Negrete Blanco.
Iluminación de Fernando Micucci
Ccoreografía de Teresita Campana
Vestuario de Mariela Daga
Escenografía y “régie” de Lizzie Waisse.
Coro Orfeón San Ignacio (Víctor Betinotti) y Orquesta (Ronaldo Rosa De Scalzo).
Convertida ya decididamente en la segunda sala lírica del país, frente a la labor irregular del Argentino, el Avenida ofrece funciones de ópera de manera continuada a lo largo de todo el año. Este viernes se presentó “Un Ballo in Maschera” con nueva producción, loable desde todo punto de vista, porque además de su solidez musical, permitió comprobar como con los recursos de que se dispone es posible recrear bellamente una ópera, por supuesto, cuando hay imaginación y talento. Hubo mucho esfuerzo puesto en múltiples direcciones atrás de esta versión, pero en el balance final, los dividendos resultaron altamente positivos.
Puesta que funciona
Con bonito y atildado vestuario diseñado por Mariela Daga, Lizzie Waisse plasmó una “mise-en-scène” de perfiles minimalistas, complementada con criteriosa iluminación. Sin desviarse un milímetro de la médula de la genial creación verdiana, con máscaras, figuras coreográficas, acción integrada con los palcos “avant-scène”, el suyo fue realmente un trabajo de categoría. Todo lo que tenía que estar estuvo, sin desviaciones fantasiosas, y las imágenes se vieron siempre cuidadas y finamente elaboradas.
En lo que hace al cuadro vocal, debe decirse que las tres figuras femeninas se destacaron con ponderable relieve. Haydée Dabusti (Amelia), aparte de tocante fraseo y línea dramáticos (“Morrò ma prima in grazia”), exhibió refinado “legato”, emisión neta, un canto de elocuentes reverberaciones. Su colega, la soprano sanjuanina Natalia Quiroga Romero (Oscar), artista en decidido ascenso, sorprendió por el acabado esmalte de su registro lírico-ligero, su impecable técnica, el aplomo y absoluta homogeneidad del color, así como también debido a sus gráciles “staccati” y la frescura de sus pasos. En cuanto a la mezzo-contralto rosarina Anabella Carnevali (Ulrica), su trabajo pareció espléndido sin rodeos por la opulencia de sus medios, su inclaudicable potencia, garra e invariable tersura cromática.
Un maestro de primera
Alumno aventajado del Instituto Superior de Arte del Colón, Nicolás Sánchez Bongiovanni (Riccardo) preparó muy cuidadosamente su parte, y si se soslaya el nerviosismo inicial propio de un debut absoluto, bien puede decirse que se trata de un elemento promisorio, que superó gallardamente el terrible pasaje de “Ma se m’è forza perderti”. El metal es lozano, juvenil, “squillante”, pero debe uniformar su proyección a fin de no alternar notas francas con otras muy cubiertas (¿un reaseguro?). Sin perjuicio de la impecable faena de los bajos Alejandro Schijman (Samuel) y Gustavo Vita (Tommaso), Omar Carrión (Renato) mostró corrección vocal, sensibilidad y creíble convicción. En cuanto al Orfeón San Ignacio reveló empeño, salpicado por algunas inseguridades.
Ronaldo Rosa De Scalzo, por último, fue uno de los puntales decisivos de la representación. Al frente de una agrupación orquestal prolija y de armoniosa sonoridad, que demostró que en funciones de este tipo no es casi de rigor contar con un foso mediocre, nuestro compatriota, con vasto recorrido en Italia, concertó con solvencia y brindó una traducción de llamativo ajuste y noble vena estilística, fluida, pulcra, siempre tensa y sin baches.
Calificación: muy bueno
Carlos Ernesto Ure