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Bevo tosco.... sputo bile.

La Italiana en Argel

 

Teatro Colón

Domingo 6 de mayo de 2018

 

Escribe: Roberto Falcone

 

 

“La Italiana en Argel”, drama jocoso en dos actos, con libro de Angelo Anelli, y música de Gioacchino Rossini.

Con Nancy Fabiola Herrera, Xabier Anduaga, Nahuel Di Pierro, Damon Nestor Ploumis, Oriana Favaro, Mariana Rewerski y Luis Gaeta.

Iluminación de Santiago Marrero

Escenografía de Claudio Hanczyc

Vestuario de Mercè Paloma

“régie” de Joan Antón Rechi. Coro (Miguel Martínez)

Orquesta Estables del Teatro Colón (Antonello Allemandi).

 

 

A partir de su estreno, en el Teatro Colon, en 1928, nuestro primer coliseo ha presentado este título de Rossini en 6 temporadas. En estas seis producciones, anteriores a la presente, el elenco que las integraba siempre ha sido de grandes figuras internacionales y  producción, propia del Colon.
1928: Besanzoni / Pinza / Tulio Serafin
1938: Pederzini / Vaghi / Landi / Serafin
1961: Dominguez / Arie / Oncina / Quadri
1970: Berganza/ Ganzarolli / Casellatto / Cesari / Molinari Pradelli
1981: Valentini Terrani / Montarsolo / Redall / Dara / Bedford
1994: Larmore /  Matteuzzi / Chausson / Benini.


Vale destacarlo, porque esto nos habla dela actualidaddel Teatro Colon.


La obra se presenta como “Una nueva producción del Teatro Colon en co-producción con la Quincena Musical de San Sebastián y el Festival San Lorenzo del Escorial”.


Esta producción se ofrece por primera vez al público en el Colon, y luego será presentada en otros centros. Según una importante fuente, del Teatro Colon, la Dirección escénica fue impuesta por la otra parte de la co producción. Cabe preguntarse si la Quincena Musical de San Sebastián y el Festival San Lorenzo del Escorial, tienen la misma jerarquía que el Colon.


Nancy Fabiola Herrera, como Isabella, es una protagonista eficaz, pero no deslumbrante. Canta con oficio, sin duda, pero no despierta el entusiasmo que otras mezzos, en su momento, supieron despertar en el público.


El tenor Xavier Anduaga, es un joven cantante con muy bien material vocal, que seguramente, con el tiempo, podrá convertirse en un artista interesante. Por el momento se lo ve aún muy “verde”, como para confiarle un protagónico en el Colon.


El bajo Nahuel Di Pierro, se mostró con una voz bella, sana, extensa en todo su registro, y comodidad absoluta para enfrentar el rol que le fue confiado.


El señor Damon Ploumis, fue absolutamente ineficiente en lo vocal. Difícil reconocer su registro; su voz ni siquiera está impostada y su timbre no es nada grato. Fuimos al programa de mano para conocer sus antecedentes artísticos, pero, curiosamente, ni una sola línea. Raro, no poner el curriculum de un debutante en un rol protagónico.


Difícil de entender, como estando Luis Gaeta en el elenco no le hayan asignado el rol de Taddeo, en lugar del comprimario Hally. El profesionalismo de Gaeta y sus años de escena hubieran salvado una parte tan mal servida.


La dirección musical, a cargo del maestro Antonello Allemandi, fue rutinaria y aburrida. Esto sumado a la extravagante y ridícula puesta en escena fue el factor más importante para explicar el tedio que resultó la función.


Entrar a la sala del Teatro y encontrarse con un telón pintado que dice en su parte inferior “Casino in Algeri”, provoca una primera reacción; (mmmmm). Vamos al programa de mano, para leer los antecedentes del Director de escena Joan Anton Rechi,  y dice: “se formó con Calixto Bieito, Robert Carsen….”; segunda reacción (ups!).


Se levanta el telón y vemos un cuadro de revista de los años 60, que nada tienen que ver con la obra a representar. De ahí en adelante, la debacle. Peleas entre travestis gay; mucamas que se desmayan todo el tiempo sin motivo aparente; telón que sube y baja continuamente, como pidiendo que esto se termine de una buena vez. De La italiana en Argel, de Rossini; NADA. Nada de lo que pasa en escena tiene que ver con lo que el argumento pide, y si algo sucede, lo que pasa en el fondo nos distrae.Y todo esto además, desluciendo el trabajo actoral de los cantantes, que se ven ridiculizados por los gestos que les pide y el ridículo vestuario que lucen.


Realmente vergonzosa la puesta en escena. Da pena ver como el público abandonaba la sala en el intervalo o en mitad del segundo acto. Sería muy triste que se hubieran ido pensando que la culpa es de Rossini. Así las cosas en el Teatro Colon de hoy, cuya realidad es lo que demuestra y no lo que dice pretender ser. Y es por eso que la sensación que deja esta circunstancia, es la misma que siente de Mustafa cuando dice “Bevo tosco, sputo bile”.

 


Roberto Falcone