En el Colón, en el ciclo del Mozarteum
BACH EN VERSIONES HISTORICISTAS
Teatro Colón
Lunes 28 de Mayo de 2018
Escribe: Carlos Ernesto Ure
Bach:
- Cantata “Ich habe viel Bekümmernis”, BWV 21
- Magnificat, en re mayor, BWV 243.
Gaechinger Cantorey y Academia Bach de Stuttgart (Hans-Christoph Rademann)
Si el afán de prolijidad y pureza historiográfica prevalece sobre la búsqueda estética y de contenidos, bien se puede imaginar cuales pueden ser los resultados. Este lunes, en tercera función de abono del Mozarteum, se presentó en el Colón la Gächinger Cantorey, conjunto vocal e instrumental perteneciente a la Academia Bach de Stuttgart, y su labor dedicada al “Kantor” de Santo Tomás, desde ya de serias intenciones pero tediosa en más de un momento, exhibió con algunas excepciones un sello predominantemente anodino y lánguido.
El coro
Cabe apuntar que el actual titular de la entidad, Hans-Christoph Rademann, es un excelente maestro de coros, antes que director orquestal. En este aspecto, debe decirse que el ensamble coral lució armoniosa belleza canora y ponderable flexibilidad, así como también diafanidad tímbrica e impecable destreza en los difíciles trozos melismáticos y polifónicos.
En cuanto al discurso instrumental, el músico de Dresden (formado en Alemania Oriental) se manejó en la Cantata “Ich hatte viel Bekümmernis” con una austeridad poco menos que escolástica, de escasas inflexiones y líneas epidérmicas, despojadas de colores y “forte-pianos”. Los N°s. 3 y 9 parecieron una letanía, y no contribuyeron por cierto a mejorar las cosas un oboe de entonación destemplada, trompetas estridentes y un timbal excesivamente sonoro.
El Magníficat
Es importante aclarar que nuestros visitantes, adscriptos a la escuela historicista, utilizan instrumentos antiguos o sus réplicas y afinación 415 (la que se sigue desde hace décadas es: “la = 440”; cada uno puede sacar sus conclusiones).
Las características interpretativas antes señaladas se agravaron en la segunda parte del concierto, oportunidad en que la agrupación alemana abordó el espléndido Magníficat, creación plena de cromatismo y vitalidad.
Acentos y articulación confusos en la orquesta y una impronta blanda, carente de tensión, marcaron la tónica de esta versión, en la que la aspereza de las cuerdas de tripa se hizo notar. En medio de este cuadro, y a favor de un “continuo” de exquisita prestancia (cellos, contrabajo, fagot y órgano portátil), exactamente equilibrado y cohesionado, el aria N° 5 (“Quia fecit mihi magna”), traducida con fina y homogénea calidad por el bajo Tobias Berndt, conformó sin duda el punto más alto de la jornada.
En cuanto a los otros cantantes solistas (Miriam Feuersinger, Sophie Harmsen, y Patrick Grahl), todos ellos exhibieron acabado estilo, aunque el tenor y la soprano mostraron ciertas incomodidades de tesitura en la Cantata.
Calificación: regular
Carlos Ernesto Ure