En el centenario de la muerte del ilustre músico francés
EL COLÓN INICIÓ UN CICLO DE HOMENAJE A DEBUSSY
Teatro Colón
Sábado 9 de Junio de 2018
Escribe: Carlos Ernesto Ure
Debussy:
-“Romance” y “Nocturne et scherzo”, para violoncello y piano;
-“Rêverie”, “Minstrels” y “La doncella de cabellos de lino”, para violín y piano;
-Rapsodia, para saxofón y piano;
-Trío, en sol mayor, para violín, violoncello y piano.
Intérpretes
- Anaïs Crestin, piano,
- Julio Domínguez, violín,
- Matías Villafañe, cello y
- Emiliano Barri, saxo.
Claude Debussy fue uno de los grandes renovadores de la música francesa. Nacido en Saint-Germain-en-Laye (Ivelines) en 1862, líder de la escuela impresionista, su creación, modernista, en ocasiones generadora de escándalos, aportó al repertorio galo un lenguaje descriptivo, de bellas elaboraciones cromáticas, todo en el marco de fluctuaciones tonales y una poética de evocativa vaguedad.
Entre sus trabajos de mayor relieve, se cuentan sin duda “La damoiselle élue”, “Nocturnes” y la “Petite Suite”, el “Preludio a la siesta de una fauno” (inescindible de Nijinsky), “Les Chansons de Bilitis”, “El Mar”, “Images”, “Préludes”, sin olvidar, en materia lírica a “El Martirio de San Sebastián” y “Pelléas et Mélisande”.
Con motivo de cumplirse este año un siglo de su deceso, que ocurrió en París, el Colón programó con loable criterio una serie de cuatro sesiones dedicada a su obra de cámara. La primera tuvo lugar el sábado, y las restantes están previstas para los días 30 de Junio, 20 de Octubre y 10 de Noviembre, siempre en el Salón Dorado y con entrada gratuita.
Piezas dispares
Ante un auditorio llamativamente repleto, la velada inaugural, meritoriamente impulsada por la pianista francesa Anaïs Crestin (residente en nuestro país), se caracterizó sin embargo por el desigual interés de las páginas ejecutadas.
En efecto; el Trío en sol mayor es poco más que un mero ejercicio de juventud; extenso (cuatro movimientos), casi no exhibe ninguno de los rasgos distintivos de la gran personalidad ulterior de su autor, por lo cual, sin perjuicio del discurso suave del “andante” y ciertos esquicios rítmicos del “scherzo”, su exposición sólo puede aceptarse por razones de ilustración pedagógica.
Tampoco resultó atrayente la Rapsodia para saxofón (transcripta para dúo con piano por Vincent David). Escrita por encargo de una millonaria estadounidense, se trata de una pieza de corte virtuosístico, expresivamente anodina, impersonal.
El resto del repertorio se oyó en cambio con acusado interés, comenzando por la breve “Romance” (1885), con sus frases largas y meditativas, y siguiendo con el “Nocturne et scherzo” (re-encontrado y vuelto a estrenar por Rostropovich en la década de 1970), con su melodismo esbelto e intenso. “Rêverie” (1890) mostró a su vez reverberaciones aladas y un sello delicado, si se quiere etéreo.
Intérpretes de calidad
Rítmica y agitaciones juguetonas y ciertos roces disonantes distinguieron a “Minstrels”, y “La Doncella de Cabellos de Lino”, del primer libro de “Préludes” (transcripta para violín y piano por Léon Roques, amigo de Debussy, en 1910), lució una paleta de finos claroscuros.
En materia interpretativa, en cambio, todo fue de primera. Anaïs Crestin acreditó estilo, seguridad y transparencia y el saxofonista Emiliano Barri sonido amplio y redondo, muy parejo y sin fisuras. Por su lado, el violinista Julio Domínguez expuso toque flexible, preciso y expresivo, y el cellista Matías Villafañe (los dos son integrantes del Cuarteto Gianneo y de la Filarmónica) ostentó impecable afinación y difusión, metal terso y arco de fluido deslizamiento.
Calificación: bueno
Carlos Ernesto Ure