BUENOS SOLISTAS REALZARON LA VELADA
Teatro Avenida,
Jueves 21 de junio de 2018.
Escribe: Donato Decina
Asociación Cultural “La Bella Música” y “Verano Italiano 2018”: “Vivaldi Fest”
Concierto integrado por Obras de Antonio Vivaldi.
Solistas: Víctor Villadangos (Guitarra) Rubén Albornoz (Oboe), Fernando Ciancio-Jonathan Bisulca (Dúo de Trompetas), José Daniel Robuschi, Delmir Lulja, Marta Roca, Serdar Geldymuradov (Violínes).
Con la participación de Pancho Virasoro y Sergio Pelacani (Actores)
Puesta de Espacio, Vestuario y Figurantes de la Compañía “Opera Prima”
Luces: Luís Pereiro.
Orquesta de Cuerdas “La Bella Música”,
Organo y Clave Continuo: Sergio Antonini.
Dirección Musical: Patricia Pouchulu.
NUESTRA OPINION: BUENO.
En el marco del “Verano Italiano 2018”, y en coincidencia con la actividad musical anual de la Asociación Cultural “La Bella Música”, tuvo lugar en el Teatro Avenida, este Concierto presentado como “Vivaldi Fest”, en el que se desarrolló una vasta audición de Obras del “Prete Rosso”. No fue un concierto formal, sino que se lo presentó a través de una recreación actoral con Pancho Virasoro dando vida al compositor y a Sergio Pelacani encarnando a uno de los protectores de Vivaldi, esperando de este la culminación de una obra que terminaría siendo aquella con la que cerró la velada. Datos históricos que el recorrido actoral se encargó de revelarle a la platea, la que de manera gratamente sorpresiva se hallaba colmada en un 60 % de la capacidad de la sala, casi a la par de las últimas funciones de opera de las diferentes compañías que en el Avenida se presentan (A propósito de ello [y síntoma inequívoco de las consecuencias de la actualidad nacional], dos compañías que habían instalado en la entrada de la sala sus “Carttelone” quitaron los mismos, por lo que luego del concierto solo quedó en firme las fechas de “Juventus Lyrica” para el resto del año). Datos que de alguna manera se encargaron de ilustrar al público neófito, ya que a pesar de la abundante información respecto a la trayectoria de los artistas intervinientes, careció de comentarios respecto a la programación a abordarse, lo que entiendo deberá ser tenido en cuenta a futuro.
La primera parte del programa se centró únicamente en “Las Cuatro Estaciones”, los Célebres cuatro conciertos para violín, continuo y cuerdas integrantes del tratado “Il Cimento dell’Armonia e dell’Invenzione”. Sabido es que hoy está en boga una tendencia revisionista que busca llevar la interpretación con la mayor fidelidad posible a la época de composición de las obras del período antíguo, tanto como en el Barroco. Por el contrario en muchas partes del mundo se continúa haciéndolo como a finales del siglo diecinueve y gran parte del veinte (época del descubrimiento de muchísimos manuscritos y partituras originales no solo de Vivaldi sinó también de muchos otros compositores), para formaciones con instrumentos modernos. Entiendo que en este punto, necesidades de programación, costos y otro tipo de necesidades artísticas han llevado a la Mtra. Patricia Pouchulu, no solo titular de la Entidad Organizadora sino también Directora Musical de la Velada, a hacerlo en la segunda forma. Y para ello supo rodearse de una muy buena selección de instrumentistas de las tres principales Orquestas de la República Argentina (Sinfónica Nacional, Filarmónica de Buenos Aires y Estable del Teatro Colón) mas la convocatoria a un especialista en el género como lo es Sergio Antonini para la función de Organísta y Clavecinísta para el “Continuo” que esas obras llevan. Y es así que en “Las Cuatro Estaciones” aparecieron como solistas tanto el Concertino como su suplente y los dos guías principales de los segundos violines como solistas en cada “Estación”. Hablar de José Daniel Robuschi, es hablar de al menos veinte años en la Sinfónica Nacional. Hacer lo mismo de Delmir Lulja es hablar no solo de que fueron compañeros de fila con Robuschi en la Sinfónica, sino también de su presente como segundo Concertino de la Filarmónica de Buenos Aires. De Serdar Geldymuradov, es remitirnos de manera directa a la Estable del Teatro Colón y por que no hablar también del paso de alguno de ellos por la Camerata Bariloche y de innumerables formaciones camarísticas, con las que mas de alguna vez han abordado Vivaldi. En cambio tuve aquí la oportunidad de conocer a Marta Roca, violinista Española que ha frecuentado la Argentina como solista ya sea en el genero clásico como en la temática popular, la que aquí tuvo a su cargo la sección del Verano.
En lo que a la parte Orquestal se refiere, la totalidad de los conciertos fueron abordados de manera muy prolija pero con un sonido un tanto apagado y a un tempi llamativamente mas lento de lo habitual. Pero en cuanto a los solistas, decimos que Lulja brilló en su interpretación de la Primavera. Roca (fue la única que hizo de memoria la parte que le correspondió) se nos reveló como una interprete temperamental, con movimientos electrizantes y un apasionamiento tal que la lleva a sacar un sonido a veces “sucio” que conspira contra la calidad de lo que ofrece en el fragmento de “El Verano”. Geldymuradov muy sobrio y elegante en su intervención en el “Otoño” y para el cierre, una fina y muy buena interpretación de Robuschi para el “Invierno”(Que casualmente en ese día hacía su ingreso triunfal por estas latitudes). En todo momento hubo intervención actoral ya que Pancho Virasoro recitaba los poemas compuestos por Vivaldi para cada estación antes del inicio de cada una de ellas, mientras Pelacani en su rol de protector, acotaba y aprobaba cada una de las intervenciones de “Vivaldi” y, como también se suele ver en el Teatro Coliseo en los conciertos, cada estación estuvo representada por un diseño diferente de iluminación, brillo en la Primavera, Rojo el Verano, Ocre el Otoño y Oscuro el Invierno.
Para la segunda parte se programaron cinco obras de diferente temática. Incluyeron una transcripción de Laud a Guitarra del Concierto Rv. 93 en Re mayor. Un concierto para dos Trompetas del regístro Rv.537 en Do mayor. El Célebre Concierto para Cuatro Violines del regístro Rv. 580 en Sí menor con los mismos Solistas de “Las Cuatro Estaciones” el Concierto para Oboe Rv. 447 en Do mayor y cerrar con la “Stravaganza Nº 2 para Violín , Cuerdas y Cémbalo" Rv. 279 en Mi menor. La velada arrancó con unos veinte minutos de atraso, ya que para la hora de inicio fijada recién ahí se permitió el ingreso de los espectadores a la sala. Si sumamos que con la intervención actoral en su transcurso “Las Cuatro Estaciones” tuvo una duración aproximada de cincuenta y cinco minutos, mas otros veinte de intervalo, alrededor de las 21,45 hs. se inició la segunda parte. Tomando en cuenta la duración de todo el repertorio programado para la segunda parte, hubo alrededor de una hora veinte de música, por lo que no dudo en señalar que la programación musical fue harto excesiva, no permitiendo un mayor lucimiento de los solistas convocados para esa segunda sección, por lo que o se suprimía el Concierto de Cuatro Violines ( a los que por otra parte se los había ya apreciado en “Las Cuatro Estaciones”)o, porque no, la Stravaganza Nº 2, si no se quiso hilar mas fino para no caer en “Las Cuatro Estaciones”.
Y he hecho este análisis previo, porque en el Concierto para Guitarra se tuvo la presencia del mejor Guitarrísta Argentino de la Actualidad como lo es Víctor Villadangos, quien desarrolló una faena memorable, mas allá de la corta extensión de la Obra (Dieciocho minutos). A tal punto fue lo suyo, que no dudo en señalar que superó ampliamente a la ofrecida el año pasado por Angel Romero junto a Diemecke y la Filarmónica en el Colón (Mas allá que esa fue de apuro para reemplazar al Concierto de Lalo Schiffrin [dedicado al solista] nunca mas reprogramado). Me quedé con las ganas de algún “bis”.
Otro punto alto lo constituyó la presencia de un “Dueto” de trompetas compuesto por Fernando Ciancio, Solista de la Filarmónica y Jonathan Bisulca, Solista de la Sinfónica Nacional y alumno del Primero, quienes realizaron una notable intervención en el Concierto en Do mayor Rv. 580, limpio, fresco y muy ágil, con impecables interpretaciones de ambos.
Los cuatro Violinistas solistas retornaron para la interpretación del también célebre Concierto Rv. 580, en donde todos se complementaron e hicieron una versión sumamente homogénea (Aquí sí a Roca se la vió muy compenetrada y siempre al nivel del resto de sus colegas).
El otro lujo de la noche fue la participación del Oboísta Rubén Albornoz como solista del Concierto Rv. 447 . Sonido noble, realzando pasajes de indudable belleza sonora, rematando en el Minuetto final una faena memorable.
Durante toda la segunda parte, se la pudo percibir a Patricia Pouchulu mucho mas comoda y asentada al frente del grupo instrumental. Inclusive en la conexión con los solistas, por lo que las obras tuvieron en su totalidad un buen marco en los respectivos acompañamientos.
Previo a la última obra, los actores, que participaron caracterizados cada uno a ambos lados del escenario manteniendo un rol pasivo a lo largo de las interpretaciones, se unieron para que Virasoro en el rol de Vivaldi, manifestara que la obra estaba lísta, entregando de manera simbólica la partitura a Pouchulu. Era la “Stravaganza” Nº2, y como su estreno ocurrió durante los célebres “Carnavales Venecianos”, dio el pié para que a instancias del mecenas caracterizado por Pelacani ingresaran por la nave central de la sala actores figurantes caracterizados, con las máscaras del Carnaval Veneciano ocultando en sus rostros y guiados al son de un bombo (Aunque en realidad en esos tiempos era mas un tambor). Y ahí surgió José Daniel Robuschi, rematando la parte musical con una estupenda intervención solista.
Cuando los espectadores iniciaban el retiro de la sala, Pelacani pidió la permanencia ya que había un “Bis” aun cuando todos teníamos la sensación de que todo había concluido. Se convocó nuevamente a Rubén Albornoz quien reiteró el Minuetto de cierre del Concierto de Oboe y aquí los figurantes danzaron una coreografía de “Contradanza”, que cerró musicalmente la noche.
La Maestra Pouchulu, agradeció al público la presencia y dijo que aun cuando las propuestas de “La Bella Música” no fueron tenidas en cuenta para calificar para el “Mecenazgo Cultural”, la respuesta que el público da en cada presentación es el impulso que recibe para cada concierto. Es entendible y hasta discutible. Me consta que quienes se encargan de calificar los proyectos no miden con la misma vara a todos quienes participan de la selección. Pero por otra parte, no escuche mención alguna a la inclusión de este evento en la programación del “Verano Italiano 2018”, el que así también figura en el programa de mano. Esperemos saber si es así y si algún aporte, por mínimo que fuere, hubo y me Comprometo, como corresponde, a publicarlo.
Donato Decina